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En Málaga capital existe una playa donde acampar es gratis. Muy céntrica, sin agobios, se permiten el nudismo y las barbacoas. Eso sí, no hay cuartos de baño ni duchas y el escenario es bonito, pero tirando a decrépito. Cada mañana se ven las tiendas de campaña de los que han descubierto esta secreta zona del antiguo camping de los Baños del Carmen. El territorio lo marca una bandera pirata. Al fondo, un chaval desnudo llega desde la playa con su perro. Lo lleva suelto, incumpliendo de nuevo la ordenanza de playas.
Es allí donde ha habido acampadas de protesta por ese proyecto de reforma que se hace eterno en manos de Costas y del Ayuntamiento. Pero, según Manolo, el vigilante de la empresa concesionaria del complejo, los que están ahora no tienen nada que ver con aquellos.
Mientras hablamos, un sábado a las cuatro de la tarde, pasa un señor con la guitarra a la espalda y una maleta de ruedas camino de la esquina, junto a Astilleros Nereo, que se ha convertido en el refugio de 'perros-flauta' varios. "Yo creo que se están pasando la información por toda España, porque aquí llegan preguntando con el nombre apuntado en un papel", explica Manolo, 26 años, testigo del declive de un camping y de un chiringuito que llegó a emplear en temporada alta a 40 personas.
Los campistas ilegales se han adueñado de un sitio que ha pasado a ser terreno de nadie, aunque en realidad pertenece a la sociedad Parque Balneario Nuestra Señora del Carmen, para quien trabaja Manolo, quien tiene arrendado el chiringuito y alquila las pistas de tenis donde se empezó a jugar este deporte en Málaga, a pie de mar. Según dice, tanto él como abogados de la sociedad, que depende del grupo Vera han interpuesto varias denuncias en el juzgado , pero con escaso éxito. Es el tercer verano de acampadas gratis.
De esta zona eran habituales los jóvenes de Pedregalejo, que se fumaban algún porro que otro mirando al mar, pero desde que la acampada es permanente cada vez van menos 'porretillas', según cuenta un vecino de la zona, que se va "porque está a punto de empezar una pelea en la playa" . Esa es otra. Más de una vez ha ido la Policía Local.
Según Teresa Porras, concejal de Playas del Ayuntamiento de Málaga, ella no es responsable de hacer cumplir la ordenanza, bastante estricta, de su departamento. Ese trabajo corresponde a la Policía Local, afirma. Pero fuentes de este cuerpo explican que no pueden hacer más de lo que hacen. Y no es poco. Van casi a diario, identifican a los que acampan, retiran colchones con operarios de Limasa, acuden si hay peleas y dan aviso para acabar con plagas de ratas.
Porque, aunque el escenario parezca idílico, la escasez de higiene lo destroza. Según Manolo, en la esquina hay pulgas y garrapatas, e incluso ratas , pues hay dependencias del antiguo camping cerradas y abandonadas. A pesar de eso, familias con niños pequeños se instalan allí. Por supuesto, hacen sus necesidades in situ. "La playa está más dejada y más sucia desde que están ellos, que hasta cagan ahí", explica el vecino que se marcha.
Los que cada vez visitan menos la zona son los de la Asociación Cultural Baños del Carmen, una organización que ha hecho esfuerzos encomiables para que este paraje, clave en varias décadas del siglo XX de Málaga, no cayera en el olvido. Ellos son los que hacen un festival de cortos, exposiciones de fotos y de vez en cuando limpian un terreno donde, además de esta acampada, se hace botellón nocturno. La asociación llegó a pagar, gracias a un donativo, la fumigación de las palmeras ante la plaga del escarabajo picudo rojo. Pero, según cuenta Manolo con aprecio, la asociación no quiere que les confundan con los campistas.
El deterioro de ese enclave es un ejemplo de lo que puede durar en Málaga la provisionalidad. Cuando contrataron a Manolo le dijeron que a lo mejor no llegaba a los seis meses, dados los planes de Costas. Lleva 26 años. En 1994 cuando tuvo que cerrar el camping, porque no se podía adaptar a la nueva ley que se aprobó en 1991 y que daba tres años para los cambios necesarios. Ahora quedan, casi en ruinas, los pequeños edificios que albergaron el supermercado, el lavadero de coches, para los platos, el salón de la televisión y una zona social con mesas y sillas "donde la gente se sentaba a escribir postales y cartas, antes de los ordenadores". Además, había seis 'bungalows'. Dice Manolo que no hace mucho llegó una señora de unos 40 años y le pidió ver el sitio donde había veraneado varios años. El vigilante le advirtió de que la decadencia podría impresionarla. "Se fue con las lágrimas saltadas".
La empresa planteó en su momento utilizar la superficie como aparcamiento, para dar servicio a los chiringuitos de Pedregalejo, donde es realmente difícil aparcar, y mantener parte del empleo. Costas dijo no. Cosas de la Ley, porque a escasos 50 metros, al otro lado de la carretera, hay un aparcamiento con gorrillas. Y no acaban ahí los agravios: "No es justo que a la empresa se le exija un plan contra incendios y esta gente pueda hacer hogueras y barbacoas cuando quieran", dice Manolo.
En este enclave de Málaga la ordenanza de playas queda claramente en suspenso: se hacen barbacoas, se puede estar en pelotas, acampar sin permiso y jugar con el perro. "Una vergüenza", apunta el vigilante, que ya ni opone resistencia verbal a que acampen, después de que le denunciaran hace un par de años por agredir a uno de ellos. Todo un chollo, deben de pensar los campistas.
publicado en : http://www.elmundo.es/
Es allí donde ha habido acampadas de protesta por ese proyecto de reforma que se hace eterno en manos de Costas y del Ayuntamiento. Pero, según Manolo, el vigilante de la empresa concesionaria del complejo, los que están ahora no tienen nada que ver con aquellos.
Mientras hablamos, un sábado a las cuatro de la tarde, pasa un señor con la guitarra a la espalda y una maleta de ruedas camino de la esquina, junto a Astilleros Nereo, que se ha convertido en el refugio de 'perros-flauta' varios. "Yo creo que se están pasando la información por toda España, porque aquí llegan preguntando con el nombre apuntado en un papel", explica Manolo, 26 años, testigo del declive de un camping y de un chiringuito que llegó a emplear en temporada alta a 40 personas.
Los campistas ilegales se han adueñado de un sitio que ha pasado a ser terreno de nadie, aunque en realidad pertenece a la sociedad Parque Balneario Nuestra Señora del Carmen, para quien trabaja Manolo, quien tiene arrendado el chiringuito y alquila las pistas de tenis donde se empezó a jugar este deporte en Málaga, a pie de mar. Según dice, tanto él como abogados de la sociedad, que depende del grupo Vera han interpuesto varias denuncias en el juzgado , pero con escaso éxito. Es el tercer verano de acampadas gratis.
De esta zona eran habituales los jóvenes de Pedregalejo, que se fumaban algún porro que otro mirando al mar, pero desde que la acampada es permanente cada vez van menos 'porretillas', según cuenta un vecino de la zona, que se va "porque está a punto de empezar una pelea en la playa" . Esa es otra. Más de una vez ha ido la Policía Local.
Según Teresa Porras, concejal de Playas del Ayuntamiento de Málaga, ella no es responsable de hacer cumplir la ordenanza, bastante estricta, de su departamento. Ese trabajo corresponde a la Policía Local, afirma. Pero fuentes de este cuerpo explican que no pueden hacer más de lo que hacen. Y no es poco. Van casi a diario, identifican a los que acampan, retiran colchones con operarios de Limasa, acuden si hay peleas y dan aviso para acabar con plagas de ratas.
Porque, aunque el escenario parezca idílico, la escasez de higiene lo destroza. Según Manolo, en la esquina hay pulgas y garrapatas, e incluso ratas , pues hay dependencias del antiguo camping cerradas y abandonadas. A pesar de eso, familias con niños pequeños se instalan allí. Por supuesto, hacen sus necesidades in situ. "La playa está más dejada y más sucia desde que están ellos, que hasta cagan ahí", explica el vecino que se marcha.
Los que cada vez visitan menos la zona son los de la Asociación Cultural Baños del Carmen, una organización que ha hecho esfuerzos encomiables para que este paraje, clave en varias décadas del siglo XX de Málaga, no cayera en el olvido. Ellos son los que hacen un festival de cortos, exposiciones de fotos y de vez en cuando limpian un terreno donde, además de esta acampada, se hace botellón nocturno. La asociación llegó a pagar, gracias a un donativo, la fumigación de las palmeras ante la plaga del escarabajo picudo rojo. Pero, según cuenta Manolo con aprecio, la asociación no quiere que les confundan con los campistas.
El deterioro de ese enclave es un ejemplo de lo que puede durar en Málaga la provisionalidad. Cuando contrataron a Manolo le dijeron que a lo mejor no llegaba a los seis meses, dados los planes de Costas. Lleva 26 años. En 1994 cuando tuvo que cerrar el camping, porque no se podía adaptar a la nueva ley que se aprobó en 1991 y que daba tres años para los cambios necesarios. Ahora quedan, casi en ruinas, los pequeños edificios que albergaron el supermercado, el lavadero de coches, para los platos, el salón de la televisión y una zona social con mesas y sillas "donde la gente se sentaba a escribir postales y cartas, antes de los ordenadores". Además, había seis 'bungalows'. Dice Manolo que no hace mucho llegó una señora de unos 40 años y le pidió ver el sitio donde había veraneado varios años. El vigilante le advirtió de que la decadencia podría impresionarla. "Se fue con las lágrimas saltadas".
La empresa planteó en su momento utilizar la superficie como aparcamiento, para dar servicio a los chiringuitos de Pedregalejo, donde es realmente difícil aparcar, y mantener parte del empleo. Costas dijo no. Cosas de la Ley, porque a escasos 50 metros, al otro lado de la carretera, hay un aparcamiento con gorrillas. Y no acaban ahí los agravios: "No es justo que a la empresa se le exija un plan contra incendios y esta gente pueda hacer hogueras y barbacoas cuando quieran", dice Manolo.
En este enclave de Málaga la ordenanza de playas queda claramente en suspenso: se hacen barbacoas, se puede estar en pelotas, acampar sin permiso y jugar con el perro. "Una vergüenza", apunta el vigilante, que ya ni opone resistencia verbal a que acampen, después de que le denunciaran hace un par de años por agredir a uno de ellos. Todo un chollo, deben de pensar los campistas.
publicado en : http://www.elmundo.es/