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La vuelta al mundo en campings de 5 estrellas

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En el mundo hay más de medio centenar de campamentos cinco estrellas que ofrecen estar más cerca que nadie del león sin renunciar a las comodidades. Para saciar el espíritu de aventuras... arrastrando la maleta de ruedas.

Hong dio un largo paseo hasta el río, contemplando por entre los arbustos los despaciosos movimientos de los elefantes y las cabezas de los hipopótamos sobre la superficie del agua”. El Chino (Tusquets Editores), la última novela de Henning Mankell, traslada a sus protagonistas hasta Zimbabue, a un poblado artificial donde se alojan los huéspedes ilustres del Estado: allí hay bungalows, paseos y una gran balconada panorámica junto al río Logo, donde las manadas de elefantes acuden a beber a la caída de la tarde.

En el mundo hay unos 60 campamentos cinco estrellas, la mayoría ubicados en el continente africano. En ellos se practica lo que en el mundo anglosajón ya se conoce como glamping: hacer camping sin perder el glamour. “En estos lugares se venden experiencias”, explica Santiago Letamendía, director de L4 Viajes, una agencia que construye itinerarios a medida para sus clientes. “No se trata sólo de ver al elefante, sino de llegar más cerca que nadie del león”, añade.

En cierto modo se trata de vivir las aventuras de un mochilero... pero sin las incomodidades propias de los viajes con mochila. En una zona deshabitada y salvaje del sur de Australia se levanta el Kangaluna Camp, “un lugar perfecto para amantes de la naturaleza que huyen de los lugares típicos para turistas”, apunta Letamendía. Allí, el viajero puede empezar el día viendo de cerca canguros y wombats y nadando junto a leones marinos, y terminarlo con una copa alrededor de una hoguera bajo el cielo estrellado escuchando leyendas locales.

La imagen recuerda a Mogambo... y es como protagonizar Mogambo, pero sin peligro. La gente está ávida de viajes y de aventuras, pero no todo el mundo está preparado para sufrir incomodidades más allá de que se caliente el agua de la cantimplora. Por eso, el glampling ofrece estancias en sitios tan originales como un parque Nacional en Botswana; alrededor de una laguna de aguas poco profundas en Maldivas; en una retirada bahía de una pequeña isla en Indonesia, o en el punto donde se unen Tailandia, Birmania y Laos, todo ello sin renunciar a una decoración exquisita y al servicio propio de un hotel de cinco estrellas.

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“Un viaje es fruto de la esperanza y el instinto, de una embriagadora convicción”, afirma el escritor y viajero Colin Thubron. Él, que ha recorrido, ligero de equipaje, el mundo varias veces, asegura que lo que le mueve, más que el amor por el viaje en sí mismo, es la fascinación por el destino. Y la ubicación de estos destinos es fascinante en sí misma. “No se trata sólo de ir a un sitio y alojarse en un lugar bonito”, explica Letamendía, que asegura que muchos de sus clientes son entusiasmados repetidores. “Lo que llama la atención es sobre todo lo que rodea al viaje, cómo se viste y la oportunidad de vivir una aventura”, continúa este experto.

Ángeles disfrutó intensamente en un lodge de la amazonía peruana de la vida desconectada del mundo exterior. “No había televisión, ni radio, ni periódicos; los móviles no funcionaban y no teníamos posibilidad de conectarnos a internet. Por no haber, ni siquiera había espejos ni luz eléctrica en las habitaciones”, recuerda.

Pero lo que para Ángeles fue una experiencia inolvidable, para otros es un sufrimiento por el que no están dispuestos a pasar. “Hay que explicarle muy bien al cliente qué es lo que se va a encontrar. Porque la idea es desconectar, pero no todos quieren hacerlo”, recalca el viajero.

África
Hay que dejar muy claro al viajero qué es lo que se va a encontrar. Porque a veces la aventura incluye baños fuera de las habitaciones, y allí las hienas se comen las pastillas de jabón, o lugares donde sabes que una serpiente va a entrar en tu habitación, y hay que saber que la mejor solución es mirarla de frente y dejar que salga por el otro. “Hay gente que quiere vivir eso, pero no es para todo el mundo”, dice el presidente de L4.

Por eso, cuando se organiza un viaje hay que dar toda la información disponible. “Cada verano, muchas parejas reclaman a las agencias de viajes porque su luna de miel en el Caribe ha quedado empañada por un violento huracán. Si se les explicara antes de ir que hay muchas posibilidades de que se produzcan este tipo de fenómenos en la zona, el cliente sabría a qué atenerse, y podría decidir si le interesa o no ir. De esta forma, se evitarían muchas decepciones”, explica Letamendía.

En su agencia de viajes este concepto está claro y se ofrece a cada uno lo que realmente encaja con su personalidad. “No todo el mundo quiere ir a un sitio donde después de cenar lo único que se puede hacer es irse a dormir”.

Muchos de los que se interesan por este tipo de viajes son personas de edad avanzada. “Ellos son los que tienen esa combinación ideal de tiempo y recursos económicos”. Porque ver más de cerca al león que los demás tiene un precio: el de la exclusividad. Una noche en uno de estos campamentos de lujo puede costar entre 1.000 y 800 euros. Eso sí, la mayoría ofrecen pensión completa —en los lugares donde se ubican los campamentos es difícil encontrar un restaurante donde cenar— y actividades incluidas.

fuente y foto: http://www.gaceta.es
 
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