Viaje por Alsacia y ruta romantica

1 Viajes por Europa (II parte) Alsacia y Ruta Romántica Jose Antonio Guerrero

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3 Viajes por Europa (II parte) Alsacia y Ruta Romántica “Viajar es imprescindible y la sed de viaje, un síntoma neto de inteligencia” (Enrique Jardiel Poncela) Del 5 al 23 de agosto de 2007 © Texto: Jose Antonio Guerrero © Anotaciones y apuntes: Inmaculada Matallanos y Javier Guerrero © Fotografías: Jose Antonio Guerrero Agosto 2007

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5 Índice Prólogo_______________________________________________ ___________________________ 7 Capítulo 1 (Aranjuez Aranjuez – Duna de Pilat Duna de Pilat)_________________________ _________________________ 11 Capítulo 2 (Duna de Pilat – Oradour Oradour sur Glane) __________________ __________________ 13 Capítulo 3 (Oradour Oradour sur Glane – Annecy) ______________________ ____________________ 25 Capítulo 4 (Annecy Annecy – Besançon)_____________________________ _____________________________ 27 Capítulo 5 (Besançon Besançon – Alsacia Alsacia – Eguisheim)____________________ ____________________ 33 Capítulo 6 (Eguisheim Eguisheim – Colmar Colmar – Kaysersberg Kaysersberg)__________________ __________________ 39 Capítulo 7 (Kaysersberg Kaysersberg – Riquewihr quewihr – Ribeauvillé Ribeauvillé – Obernai) Obernai) _______ _______ 47 Capítulo 8 (Obernai o 8 (Obernai – Estrasburgo) Estrasburgo) __________________________ __________________________ 59 Capítulo 9 (Estrasburgo Estrasburgo – Ruta Romántica Ruta Romántica – Würzburg Würzburg)___________ ___________ 67 Capítulo 10 (Würzburg Würzburg – Tauberbischofsheim Tauberbischofsheim – Bad Mergentheim Bad Mergentheim – Weikersheim Weikersheim – Rothenburg o Rothenburg ob der Tauber Tauber)____________ _______ 81 Capítulo 11 (Rothenburg ob der Rothenburg ob der Tauber Tauber – Dinkels Dinkelsbühl) bühl) ____________ 93 Capítulo 12 (Dinkelsbühl Dinkelsbühl – Nordlingen Nordlingen – Mühlhausen Mühlhausen)____________ ____________ 109 Capítulo 13 (Mühlhausen Mühlhausen – C. Concentración C. Concentración Dachau – Schwangau Schwangau) __ 115 Capítulo 14 (Schwangau angau – Castill Castillo de Neuschwanstein o de Neuschwanstein – Füssen) Füssen)_____ _____ 131 Capítulo 15 (Füssen – Lindau Lindau – Meersburg Meersburg) ___________________ ) ___________________ 143 Capítulo 16 (Meersburg Meersburg – Beaune) Beaune) __________________________ 157 Capítulo 17 (Beaune Beaune – Duna de Pilat Duna de Pilat)________________________ ________________________ 161 Capítulo 18 (Duna de Pilat Pilat – Burgos) Burgos)________________________ 165 Capítulo 19 (Burgos Burgos – Aranjuez Aranjuez) ___________________________ ___________________________ 167 Epílogo_____________________________________________ 169 Resumen y gastos del viaje _______________________________ _______________________________ 170 Tabla de coordenadas para GPS____________________________ ____________________________ 171 Tabla de camping y áreas_________________________________ 173 ____________________________ 173 Páginas web útiles para visitar Francia y Alemania ______________ 176 Álbum fotográfico _____________________________________ _____________________________________ 177 Planos y Mapas________ _______________________________________ _______________________________ 201

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7 Prólogo A la hora de relatar experiencias, se dice siempre que "los comienzos son difíciles", como una de esas verdades inescrutables de la vida. Me imagino que todo dependerá de la persona que se ponga a escribir, y en mi caso, más que difícil, es complicado; Dios no me llamó por la senda de la escritura. ¡Quién fuese capaz de poder explicar medianamente bien y con las palabras justas las vivencias de un viaje como este…! Para gente como Pepe Hermo o Toni de Ros, auténticos maestros en el arte del relato, la facilidad para hacernos partícipes de sus viajes es asombrosa, maravillosa, pura fantasía. Intentaré con este relato acercarme modestamente a esa forma que tienen ellos de llevarnos de la mano por palacios, catedrales, callejuelas y montañas. Haceros cómplices de este paseo por Europa es mi deseo. Veamos si lo conseguimos. Poder conservar la excitación y entusiasmo en todos los viajes es uno de mis principios. Debe ser por esto por lo que siempre busco en cada rincón esa imagen que recordar toda la vida. Una terraza donde tomar un helado, un jardín donde dar un paseo, un contraluz en un callejón olvidado, una tarde de lluvia cargada de nostalgia, una triste historia leída en un libro o una puesta de sol al borde de un lago son las imágenes y recuerdos que busco al viajar. Es difícil, a veces imposible, pero cuando se consiguen o se encuentran es extraordinario. ¿Quién no recuerda los bocatas de Nocilla de su infancia? ¿Y el primer beso a hurtadillas en el oscuro portal de su casa? Pues esto es igual. Con el pasar de los años se recuerdan siempre las vivencias y las anécdotas de nuestros viajes. Cuando viajo procuro desechar la teoría de una guindilla insertada en lugares poco deseados cuando visito algún lugar que no me gusta. Prefiero irme sin hacer ruido y sin dar explicaciones. Esto último lo digo por si notáis al leer que todo lo que visitamos nos gusta… es que lo que no nos gusta lo decimos con suavidad, sin estridencias… Es paradójico que, tras haber viajado por media Europa, algo de España y por los alrededores de Aranjuez… no conociese casi nada de Alemania, el país que me vio nacer. Al haber nacido allí siempre he tenido la necesidad de visitar un lugar del que conocía muy pocas cosas. En mi memoria de niño quedan en el recuerdo los seis meses que pasé en Langgöns entre noviembre del 73 y mayo del 74 cuando volví de nuevo a Alemania; por entonces sólo tenía siete años. De esta estancia recuerdo mucha nieve y mucho frío; el enorme caserón con un inmenso jardín donde vivían mis padres y las fiestas que organizaban los españoles los sábados por la noche en Wetzlar. Al son del “Porompompero” de Manolo Escobar empezaban los guateques y acababan cuando algún nostálgico ponía en el tocadiscos “El emigrante” de Juanito Valderrama. En ese momento a casi todos les daba por llorar; cosas de la distancia. Los viejos monólogos de Gila ponían el punto cachondo de la fiesta. Acabado Gila empezaban de nuevo los bailes al son de la inclasificable música de Luis Aguilé. “La Chatunga” sonaba una vez tras otra, era el hit de la velada. Y es que en Langgöns se respiraba hispanidad por los cuatro costados. Cientos de españoles y algún que otro portugués trabajaban allí desde principios de los años sesenta. Los asturianos y los andaluces se contaban por decenas. Al igual que mis padres, todos ellos formaban parte de los más de 600.000 españoles que dejaron España para encontrar trabajo en Alemania. De esta visita a Alemania, algo que me marcó de por vida fue el día de regreso a España, era el 15 de mayo de 1974, día de San Isidro, patrón de Madrid. Este fatídico día mi Atleti perdió la final de la Copa de Europa contra el Bayern de Munich, aquel gol de Luis Aragonés y aquella cantada de Reina…Desde entonces uno es sufridor de por vida, y a mucha honra. Estoy convencido de que algún día San Isidro enmendará aquella afrenta. En mi casa de Aranjuez siempre ha habido cosas alemanas. Además del niño de la casa nacido accidentalmente allí, siempre han estado en el mueble bar (y siguen estando) unas enormes jarras de cerveza con una decoración (podríamos decir) un poco extravagante para nuestros gustos (no

8 hay quien convenza a mi abuela para que las quite); las típicas casas de entramado de madera que cuando abrías la tapa del tejado sonaba una machacona y pegadiza musiquilla tirolesa; los cuadros con pinturas al óleo de Frankfurt, Colonia o Mossel; y fotos, muchas fotos en blanco y negro de Koblenza, Düsseldorf, Würzburg, Rothenburg ó Füssen que mi padre coleccionaba y que hacía con una vieja cámara Werlisa Color comprada de estraperlo en un rastrillo de Giessen. Con el paso del tiempo, he buscado las fotos por toda la casa pero no las consigo encontrar, seguro que aparecen cuando menos las busque, suele ocurrir. Lo que sí encontré, y guardo con mucho cariño, es la cámara de mi padre, que aunque ya no está para muchos trotes, aun podría hacer su servicio. Este deseado viaje comenzó a fraguarse al finalizar el del año pasado. Comentando con la familia el lugar que me gustaría visitar este año les pareció bien, y mejor aun si además se incluía alguna zona de Francia. La región de Alsacia sería un buen complemento para la Ruta Romántica; el Lago Constanza y algo de la Selva Negra lo veríamos si daba tiempo. Puestos todos de acuerdo sólo quedaba empezar a organizarlo estudiando las rutas posibles con sus distancias, los lugares de aparcamiento y pernocta, la compra de guías y mapas de Alemania (de Francia ya teníamos los del año pasado) y sobre todo, y algo casi fundamental, había que ajustar con poco margen de error, los 18 ó 19 días de los que disponíamos. Ya en enero teníamos un boceto del viaje que al final resultó ser casi el definitivo. Tan sólo Freiburg, Heidelberg y Augsburg, este último destino por las inclemencias del tiempo, han sido las ciudades que no hemos visitado de las inicialmente previstas, y es que la planificación la hemos cumplido en más de un 90%, cosa un poco extraña en nosotros dada la inexperiencia en el mundillo campista. La fecha de comienzo del viaje, en principio prevista para el 19 de agosto, la decidimos adelantar al día 5. Creíamos que de esta manera aprovecharíamos mejor las horas de luz y posiblemente nos haría mejor tiempo… Obviamente no ha sido así. De los 18 días que hemos estado fuera de España, más de la mitad nos ha llovido. Bien de noche, bien de mañana o bien de tarde, casi todos los días la lluvia ha sido nuestra indeseable compañera. También es cierto que tan sólo cuatro días, y por momentos, la situación se tornó en complicada, sobre todo al principio del viaje; pero, con el paso de los días, la lluvia hacía acto de presencia sólo por la noche o a última hora de la tarde, lo cual nos daba tregua para poder ver lo que queríamos. El plan de viaje consistía en visitar Oradour-sur-Glane, Annecy, Besançon, parte de la Alsacia, Freiburg, Heidelberg, algo de la Ruta Romántica, el campo de concentración de Dachau, el Lago Constanza y vuelta a casa. En principio parecerá mucho pero salvo el inicio y el final, las etapas intermedias no tenían distancias excesivas por lo que creíamos que, salvo algún contratiempo inoportuno, seríamos capaces de completarlas casi en su totalidad. Como ya hemos explicado, la lluvia nos importunó tres destinos, aun así, estamos satisfechos con el resultado. Francia: De cómo es Francia para el campismo ya creemos haber dejado claro en el relato del año pasado cual era nuestra opinión. Este año hemos vuelto a comprobar que es el paraíso para los campistas. Por otro lado, el tema idioma ya no es un temor y nos vamos defendiendo allá por donde pasamos. Además, uno recuerda sus tiempos de estudiante y algo de inglés se le ha quedado retenido. Por cuestiones laborales, en italiano también nos defendemos, e italianos por Francia y Alemania, como las setas en noviembre, se cuentan por cientos. Hemos intentado descubrir la gastronomía local allá por donde hemos estado, en los kilos de más que hemos traído está la prueba. Desde el Choucroute hasta los Bretzel pasando por los inolvidables helados de Obernai, el chorizo picante de Ribeauvillé o los chocolates de Annecy han sido pasto de nuestra feroz curiosidad gastronómica. Casi siempre decidimos ir por autopistas de peaje, el corto tiempo vacacional del que disponemos no nos permite disfrutar de esas carreteras nacionales repletas de rotondas. Si dispusiéramos de más tiempo habría que replantearse la situación. Si hemos circulado por nacionales o por secundarias ha sido porque no había otra opción. De todas formas no nos podemos quejar.

9 Alemania: Se quiera o no, hay un acontecimiento que siempre está presente cuando se habla de Alemania: la Segunda Guerra Mundial. Hay tanta literatura y tantas películas realizadas sobre el tema que es difícil oír hablar del país sin imaginarnos a Hitler y sus campos de concentración; a la temible Gestapo deteniendo a los opositores al régimen; a los aviones aliados bombardeando las principales ciudades alemanas, o a las SS asesinando judíos, rusos o polacos en masa. Pero lo cierto es que quien visite Alemania ignorando por completo lo que allí sucedió hace poco más de sesenta años (si pudiera existir alguien así) difícilmente encontrará algo que le haga recordar la dramática contienda si se excluye el horror que supone la visita a los campos de concentración. Resulta sorprendente cómo un país devastado por miles de bombas, y cuya capacidad para asumir adversidades y desgracias parece casi ilimitada, ha conseguido superar aquella tragedia y se erige hoy en día como el motor de Europa y un referente en lo que a historia y arte se refiere. Su legado cultural y paisajístico es inconmensurable, pero también contiene otros no menos sustanciosos alicientes que bien merece la pena experimentar. Ya os contaremos. Por otro lado, en Alemania hemos descubierto, entre otras muchas cosas, que mi madre tenía razón. Toda la vida leyendo y pronunciando Duseldorf y resulta que se escribe Düsseldorf y se pronuncia Diusseldorf, como lo decía ella en infinidad de ocasiones. Anda que no nos reíamos nosotros de la pronunciación de mi madre cuando éramos niños… ¿Y qué decir de Dachau? Nosotros leíamos Dachau pero resulta que se pronuncia Dajau. Tenía pensado no contarle a mi madre las anécdotas de nuestra pronunciación pero al volver del viaje se lo dije, tenía como un sentimiento de culpa (leve, eso sí). Treinta años después la que se reía de mí era ella. En otro orden de cosas, como ya sabréis, las autopistas en Alemania son gratuitas y además no tienen límite de velocidad. En el país de los Mercedes, Audi, BMW y Porche, eso es una bendición que aprovechan en toda su extensión, vaya si lo aprovechan, de eso te das cuenta cuando pisas suelo alemán. Ya lo contaremos. Su red de autopistas es amplísima y casi todas las ciudades principales están conectadas por carreteras nacionales de dos o más carriles o por autopistas. Estas últimas son enormes y casi siempre en un excelente estado de firme y de trazado (apenas hay curvas). Salvo alguna desagradable excepción, podría decirse que son modélicas. En el lado negativo podemos decir que algunas zonas de Alemania se parecen a una gran M30, obras por todas partes. Continuos cortes de carril, desvíos al carril contrario, cortes de carreteras sin indicar rutas alternativas… una pesadilla, sobre todo cuando te aproximas a las grandes ciudades. La densidad de tráfico es tremenda en algunas autopistas, jamás habíamos visto tantos camiones y de tantos países distintos, se nota que es un país de paso para entrar en la Europa del Norte y del Este; esas enormes autopistas gratuitas son demasiada tentación, imaginamos. En Alemania los camping son algo más caros que en Francia (no mucho más) y su calidad es muy similar, aunque también hay de todo. No existen tantas áreas de descanso en las autopistas como en Francia pero las que hay son muy buenas. Como bien nos informó “Mipla”, en Alemania hay bastantes postes Holliday Cleaner. Para vaciar aguas grises en estos postes se necesita una manguera o un cubo ya que se vacía dentro del mismo, no hay rejilla; tenedlo en cuenta por si llegara el caso. Nos hemos encontrado que en algún camping hemos tenido que pagar tanto por cargar agua como por descargar, algunos no lo incluyen en el precio. Otros tampoco incluyen las duchas. Ochenta céntimos de €uro tienen la culpa si te quieres refrescar. El gas-oil es ligeramente más caro que en el país vecino y el precio de la comida en los Hipermercados está como en España (más o menos); algunos productos (entiéndase pan, agua, lácteos o cerveza) incluso más baratos. El viaje que vamos a relataros es la segunda parte de nuestro periplo europeo el cual iniciamos el año pasado. Este aprendiz de cuaderno de bitácora no pretende ser una guía para nadie, sólo intentamos ayudar con nuestras experiencias al igual que otros ya hicieron relatando sus viajes. Si lo conseguimos, fenomenal, de lo contrario el año que viene tendremos que seguir poniendo más empeño. Ah, y no olvidéis que lo mejor de un viaje es el antes y el después; el nuestro sólo ha durado 19 días; la preparación nos llevó ocho meses y la escritura del relato seis… Nosotros disfrutamos de los 19 días que hemos estado de viaje durante todo un año, y sin movernos de casa.

10 Así pues, relajaos y divertíos con este segundo viaje por la vieja Europa, esperamos que disfrutéis tanto como nosotros lo hemos hecho. Así lo deseamos. (Este relato está dedicado a mi padre. Espero y deseo que allí arriba se sienta satisfecho de la definición que de su enemorada Alemania he hecho. Este viaje lo hice por él, se lo debía) Jose Antonio Guerrero (Jardines del Castillo de Weikersheim)

11 Capítulo 1 Domingo 5 de agosto (Aranjuez – Duna de Pilat, 774 Duna de Pilat, 774 km) Los comienzos de este tipo de relatos son poco interesantes. Es por eso que yo no quería empezar la historia por el principio, sino como en las películas de miedo, con flashbacks y saltos en el tiempo, que siempre venden mejor. Pero como iba a quedar una cosa un tanto confusa, y se supone que esto es un diario, y por tanto debería llevar un mínimo orden cronológico, me veo obligado a empezar por el inicio por imperativos del guión, no descarto algún año hacer lo que os he dicho antes, pero esta vez no va a ser así. Uno de los errores que cometimos el año pasado fue salir por la tarde teniendo después el handicap de llegar a las dos de la madrugada a nuestro destino, por eso, este año sí conseguimos ponernos en camino pronto. El objetivo de hoy es llegar a Oradour-sur-Glane. Son muchos kilómetros pero de esta forma ganamos un día, los cuales no nos sobran, precisamente. Aun así no nos la jugaremos y si en algún momento nos flaquean las fuerzas o los reflejos, pararemos donde sea necesario. Salimos de casa a las 11:00h y una vez repostado gas-oil en Seseña cogemos la A4 hasta el enlace con la M40. En las afueras de Madrid tomamos la autovía del Norte, la insufrible por momentos A1; eso sí, sin mucho tráfico por aquello de ser domingo. La salida de la capital se hace fácil, si fuese un lunes laboral la cosa no sería tan sencilla, os lo aseguro. A las 15:15h hacemos la primera parada y aprovechamos para comer. En un área de descanso en Miranda de Ebro decidimos reponer fuerzas en medio de un calor sofocante que nos obliga a tener durante un rato la autocaravana encendida con el aire acondicionado puesto. Almorzamos ligeramente viendo cómo Alonso se queda 4º en el GP de Hungría. Devorando kilómetros de autopista llegamos a San Sebastián, donde volvemos a repostar antes de cruzar la frontera ya que por estos lares el líquido combustible está bastante más barato que por tierras galas. A 0,98€/L llenamos el depósito y ponemos rumbo a nuestro primer destino: Oradour-sur-Glane. El ambicioso (y un poco loco) objetivo de hoy, nada menos que 960 km, se torna imposible al llegar al punto donde está la indicación del desvío a Arcachón. Un impresionante atasco en la entrada de Burdeos provoca unas retenciones de más de 40 km. Por fortuna, a menos de seiscientos metros, tenemos la salida a la Duna de Pilat. Sin pensarlo dos veces nos desviamos y llegamos a la Duna en venticinco minutos. Antes de llegar, en una de mis adoradas rotondas, con el vaivén se abre el cajón grande que tenemos debajo del fregadero que va cargado de briks, latas y botellas, con el consiguiente susto por el golpe que da contra la nevera. Por el peso y el traqueteo se ha salido de la guía y ha soltado el cierre. Una pequeña parada técnica, el cajón con su guía vuelve a su sitio y problema solucionado milagrosamente sin daños ni marcas. Era extraño que no nos pasara nada el primer día, el año pasado casi perdemos el tubo de escape y este año casi nos quedamos sin cajón. Como no teníamos prevista esta parada, y no llevamos información del lugar, en el primer sitio que vemos aparcamos. Se trata de un pequeño rincón donde caben unas 10 ó 12 autocaravanas y que está a las faldas de la Duna. El sitio no está para tirar cohetes pero decidimos pernoctar aquí junto a una familia catalana que va camino de regreso a España y que nos confirma que el atasco de la A63 llega hasta Burdeos, ellos vienen de allí y lo han podido comprobar. Lo único malo que veo del lugar es que está muy cerca de la carretera que une la entrada a la Duna con las urbanizaciones de la zona. Esperemos que el ruido no nos amargue la noche.

12 Más tranquilamente podemos ver en una guía que hay un gran parking junto a la Duna y tres ó cuatro camping por la zona, pero ya estamos posicionados aquí cómodamente y no nos movemos. Cena tranquila, llamadas a casa para confirmar que hemos llegado bien y re-planteamiento del rutómetro inicial del viaje. El objetivo de ver mañana a primera hora Oradour-sur-Glane lo cambiamos sobre la marcha y lo veremos por la tarde. Tampoco hay mucho trastorno en ello. Son las 22:30h y toca descansar. Comienza a llover tímidamente pero hace una buena temperatura. Mañana nos espera Oradour de la cual nos separan 280 km. Ahora empiezo a ver que era una locura hacer el trayecto que teníamos pensado en un principio; el cansancio me hubiese vencido. Resumen del 1º día: PARCIALES TOTALES Kilómetros recorridos 774 774 acumulados Gastos de Gas-oil 60,88 litros a 1,002€/L (Seseña) 52,96 litros a 0,98€/L (San Sebastián) 61€ 52€ Peajes Castañares – Armiñón Irún Biriatou La Negresse Bessenne 9,15€ 3,15€ 2,30€ 3,10€ 4,70€ Coordenadas GPS Lugar donde pernoctamos en la Duna de Pilat (Gratuito) N 44º 36’ 04.79’’ W 1º 11’ 53.47’’ (N 44.60130 - W 1.19818) Coordenadas GPS Parking a la entrada de la Duna de Pilat (De pago: 9,20€ la noche) N 44º 35’ 53.57’’ W 1º 11’ 50.27’’ (N 44.59820 - W 1.19728) Las coordenadas y datos aquí expresados están comprobados y/o anotados el 5/08/2007

13 Capítulo 2 Lunes 6 de agosto (Duna de Pilat – Oradour sur Glane, 282 Oradour sur Glane, 282 km) "Oradour-sur-Glane es el símbolo de todas las calamidades que sufrió el país, la memoria se debe mantener viva para que una tragedia igual nunca más vuelva a suceder..." (Charles de Gaulle) El Pueblo Mártir de Oradour-sur-Glane, lugar de visita obligada contra el olvido en cualquier viaje que se haga por Francia, es como una ciudad fantasma parada de por vida el 10 de junio de 1944. Este es uno de esos lugares que al ser nombrado trae de inmediato recuerdos estremecedores en todos aquellos que saben lo que en él ocurrió. Han pasado ya más de seis décadas pero hay historias que sobreviven al discurrir del tiempo. Hay lugares cuya conservación es una obligación moral para que todo el mundo sepa, y nadie olvide jamás, lo que el hombre es capaz de hacer en nombre de no sé qué principios e ideales. Oradour-sur-Glane es un claro ejemplo de estos lugares. Lo que en su día fue una villa llena de vida, hoy es una dramática escenificación de la sinrazón y la barbarie. Un pueblo en ruinas y un museo al aire libre del horror del nazismo. Ya durante la Primera Guerra Mundial 97 jóvenes de la villa habían caído durante la contienda. Había sido un golpe durísimo para esta pequeña villa. Durante los siguientes quince años, el pueblo había hecho todo lo posible por reponerse y crecer a nivel cultural, comercial y de infraestructuras; había conseguido lograr una posición próspera. Construida a orillas del río Glane, el pueblo de Oradour era el lugar elegido por muchos excursionistas de Limoges para pasar los fines de semana o los tranquilos días de vacaciones, su privilegiado enclave y su creciente actividad la convertían en un lugar paradisíaco para los visitantes ocasionales. Sus casi 700 habitantes no formaban parte de ninguna organización de la resistencia francesa, sólo se dedicaban a trabajar en las granjas y en otras ocupaciones rurales. Oradour-sur-Glane se había convertido también en refugio de algunos republicanos españoles que habían huido después de la Guerra Civil. Además de éstos, vivían varias familias refugiadas judías que habían venido de Auschwitz y que habían elegido el pueblo para afincarse en él debido a la hospitalidad de sus habitantes y a la prosperidad que por entonces tenía el pueblo: Ayuntamiento, 4 escuelas, oficina de correos, estación de ferrocarril, cafeterías, tiendas, pastelería, ferretería, iglesia, un mercado de ganado todas las semanas, hotel, médico, dentista... Todo un lujo en la Francia ocupada. Los domingos su pasatiempo favorito era la pesca en el río Glane. Oradour era una idílica isla dentro de un país ocupado y destruido por los alemanes. La actividad social de los lugareños pasaba por los cafés donde se informaban de las últimas noticias de la guerra a través del diario que llegaba de la ciudad de Limoges. Esta forma de vida la supo mantener hasta el mismo día en que este pequeño pueblo inocente, del que muchos franceses ni siquiera habían oído hablar, fue literalmente borrado de la superficie de la tierra y entró de lleno en la historia por obra y gracia de la barbarie y el horror. Sábado 10 de junio de 1944, el pequeño pueblo del centro de Francia que no había sido tocado por la guerra, ha despertado con un día soleado y tranquilo. Hoy se distribuye el tabaco entre los hombres y eso se nota en su ánimo, están muy contentos e impacientes por recibir su pequeño regalo semanal. Pasado el reparto, Oradour dormita al calor del mediodía, es la hora de la siesta. En las casas, casi todas las persianas están bajadas. Son pocos los que transitan en sus tranquilas calles. Son las 13:30h y todo parece normal. Sentados en uno de los cafés del pueblo, el Alcalde y algunos vecinos del pueblo charlan amigablemente. Han pasado cuatro días del Desembarco de Normandía y por toda Francia se respira un aire de alivio. Parece que habrá un pronto final para la guerra. En Oradour no se ha cambiado ningún hábito, ninguna rutina diaria.

14 Durante la ocupación, los alemanes no han molestado nunca, por lo que la liberación ha sido tomada con alegría pero sin manifestaciones ni estridencias. Durante estos últimos días, la resistencia francesa se ha movilizado por la zona retrasando el avance de las tropas alemanas hacia Normandía. También han secuestrado al oficial alemán Kämpfe, amigo personal del general que hay al mando de la división Das Reich. Las SS tienen que cortar de una forma drástica estos actos y además, dar un escarmiento. Hay que aniquilar y arrasar un pueblo. El elegido es Oradour-sur-Glane. (Dos imágenes de Oradour-sur-Glane en 1935 – Fotografías de www.oradour-souviens-toi.com) A unos 15 km de Oradour, en Saint Junien, se pone en marcha una sección de la división Das Reich dirigida por el general Heinz Lammerding. Al mando de esta sección está el criminal nazi Heinz Barth. La columna de vehículos con casi 200 soldados se pone en marcha en silencio. Son las 13:35h del 10 de junio de 1944. Veinticuatro minutos después llega a las calles del dormido pueblo un coche ocupado por un oficial alemán. Nadie se sorprende ya que los nazis pasaban por allí a menudo sin detenerse, de camino a Limoges. Tras ese primer vehículo llegan varias decenas más cercando el pueblo por el sur y rodeando todos los accesos de la localidad. Ningún vecino sospecha que los nazis habían elegido Oradour para materializar su escarmiento. Una moto para delante del café. Un oficial se dirige al alcalde y le ordena reunir a todos los vecinos en la plaza del pueblo. También mujeres y niños. Pronto resuena un tambor que anuncia la reunión inminente de todos los habitantes, sin excepción. La gente comienza a acudir sin prisa. Corre el rumor entre todos de que sólo se trata de un formalismo de los soldados alemanes que quieren verificar los documentos de identidad de los habitantes de Oradour. El llamamiento no excluye a nadie, ni siquiera a los niños, que son sacados de las aulas por los maestros. Cuando los soldados se aseguran de que la práctica totalidad del pueblo se ha dado cita en la plaza, comienzan a separar a los niños y las mujeres de los hombres. Las mujeres y niños son conducidos por la fuerza al interior de iglesia. Sus maridos, sus padres y sus hijos varones son llevados a distintos puntos del pueblo (graneros, cuadras y garajes). A las tres de la tarde el oficial alemán a cargo de la operación, se reúne con el alcalde para cambiar a los prisioneros por las armas de la resistencia que estaba seguro se escondían en los graneros de las granjas de Oradour. El alcalde niega la existencia de tal arsenal y se ofrece como rehén a cambio de la libertad de las mujeres y los niños que permanecen encerrados en la iglesia pero le niegan la petición. El miedo y el terror reinan entre todos los vecinos. Algo horrible está a punto de ocurrir. El reloj del campanario anuncia las cuatro de la tarde. Una explosión silencia el sonido de las campanas, es el comienzo de la masacre.

15 A esta señal, los soldados responden abriendo fuego contra tres grupos de hombres durante, al menos, cinco minutos ininterrumpidos. La ametralladora situada en uno de los graneros aniquila uno tras otro a todos los que allí han sido recluidos. El mismo Heinz Barth, el oficial que está al mando del destacamento, mata en menos de un minuto a una decena de hombres. Los que aun viven son rematados sin piedad, mientras, un grupo de soldados encienden teas para quemar las pilas de cadáveres y de heridos que siguen mostrando signos de vida. En los distintos garajes y graneros del pueblo son ejecutados uno tras otro, y sin compasión, los que allí han sido encerrados. Mientras tanto, las mujeres y niños en la iglesia, escuchan los ametrallamientos y se produce una locura colectiva. Los lamentos, lloros y ataques de histeria se apoderan de todos los allí presentes. Todos tienen el convencimiento de que ellas y los niños no correrán mejor suerte que los hombres. De pronto, la puerta de la iglesia se abre. Las mujeres gritan de alivio creyendo que serán liberadas. Nada más lejos de la realidad. Dos soldados entran en la iglesia y arrojan al suelo bombas incendiarias que no tardan en explotar y prender. La iglesia arde en llamas con las puertas y ventanas cerradas. Las mujeres, como pueden, echan abajo la puerta de la sacristía, pero al otro lado los alemanes han instalado una ametralladora con la que comienzan a matar a las mujeres y niños que tratan de salir de la iglesia en llamas. Otras ametralladoras disparan contra las ventanas por donde otras mujeres y niños tratan de escapar. Al cabo de unos minutos los gritos y gemidos cesan. Alrededor de las 17:00h el techo se derrumba sepultando a todos los que hay en su interior. El horror que allí se vive es indescriptible. Es el infierno en la tierra. Sólo una mujer, Marguerite Rouffanche, logra salir con vida milagrosamente por una ventana de la iglesia. Dentro deja los cadáveres de sus dos hijas y su nieto al cual intenta sacar con ella sin conseguirlo. Allí dentro yacen 454 personas, 207 son niños menores de 14 años, uno tiene sólo ocho días. Aquí no acaba todo, el ensañamiento sigue. Tras la matanza de la iglesia asaltan casa por casa matando ancianos e inválidos que no se presentaron en su momento. Al caer la tarde, las tropas alemanas comienzan a cargar en camiones los cadáveres que fueron apilados anteriormente. Los cuerpos son cubiertos con maderas y paja y son rociados con gasolina para, posteriormente, ser quemados (fueron quemados todos los muertos. Sólo fue posible identificar 52 cuerpos). Una vez terminada esta macabra tarea, los tanques hacen su labor demoledora, arrasando todos y cada uno de los edificios. Para finalizar, incendian todo el pueblo, destruyendo un total de 328 edificios (casas, talleres, garajes, tiendas, escuelas, restaurantes, la estación y la iglesia). Todo sucede en tres infernales horas. Una vez acabada su terrible labor, los soldados se disponen a celebrarlo bebiendo el vino de las bodegas del pueblo y cantando toda la noche. La cifra de muertos es conmovedora: 642 personas son asesinadas sin haber estado implicadas en la Segunda Guerra Mundial, entre ellas, 18 españoles de los cuales, nueve son niños. Sólo cinco hombres y una mujer logran escapar de la masacre. Seis supervivientes son los únicos testigos. En un corto y escueto informe, los oficiales de las SS reportan a sus superiores el éxito de la misión. Al día siguiente, el 11 de junio de 1944, el oficial de las SS Kämpfe, que había sido secuestrado por la Resistencia francesa días antes de la masacre de Oradour, es encontrado muerto en una cuneta. En marzo de 1945, cuando el Tercer Reich agonizaba, el general Charles de Gaulle, visitó las ruinas de Oradour. Mediante decreto, el gobierno francés decidió preservar las ruinas del pueblo como muestra de la barbarie y las calamidades de la guerra. Oradour-sur-Glane no fue reconstruido. Los franceses dejaron el pueblo en ruinas para que el mundo fuese testigo de la monstruosidad cometida. Lentamente, la naturaleza lo cubrió de verde y le dio el aspecto que hoy tiene. Desde entonces Oradour es el Pueblo Mártir y está reconocido como monumento francés. Una placa a la entrada del pueblo en ruinas así lo atestigua. Nueve años después, en 1953, comenzó el juicio contra los asesinos de la división Das Reich, o mejor dicho, contra algunos de ellos ya que la mayoría habían desaparecido, huido o muerto. Fueron juzgados los 22 supervivientes que habían perpetrado la matanza, 14 voluntarios

16 alsacianos y 8 alemanes en un ambiente de profunda división en Francia. Ninguno supo explicar el porqué de aquella masacre y todos aseguraron obedecer órdenes de sus superiores. Los juicios conocidos como "Proceso de Burdeos" duraron un mes. Georges-Rene Boos, alsaciano voluntario en la SS, fue condenado a muerte, aunque posteriormente se le conmutó la pena. Nueve de los otros trece alsacianos restantes fueron condenados a penas que oscilaban entre los cinco y doce años de prisión y trabajos forzados. Los otros cuatro restantes fueron condenados a penas de cinco a ocho años de prisión. Entre estos últimos se encontraba Paul Graff, que había admitido su culpabilidad antes del juicio Los ocho alemanes también fueron condenados, algunos a muerte, aunque después les fueron conmutadas las penas. El resto fueron condenados con penas de hasta nueve años de prisión. El 19 de febrero de 1953, el parlamento francés votó a favor de conceder la amnistía a los 13 alsacianos que habían sido condenados a prisión. En 1958 De Gaulle impuso un embargo de 100 años a todos los documentos relacionados con los asuntos de Tulle y Oradour; unos documentos que no volverán a ver la luz hasta el año 2058. Sesenta y tres años después nadie sabe con exactitud por qué aquel 10 de junio, 642 personas fueron brutalmente asesinadas en Oradour-sur-Glane. (Oradour-sur-Glane en 1945, un año después de la masacre – Foto de www.oradour-souviens-toi.com)

17 El pasado 16 de agosto aparecía esta noticia firmada por Octavi Martí en el diario EL PAÍS: Muere Heinz Barth, criminal de guerra nazi Organizó en 1944 la matanza de 642 civiles en la localidad francesa de Oradour-sur-Glane Heinz Barth (Garnsee, Alemania, 1920), uno de los oficiales nazis responsables de la matanza de 642 civiles en 1944 en Oradour-sur-Glane, Francia, falleció el 6 de agosto en Garnsee, cerca de Berlín. Tenía 86 años. Ha muerto sin pedir perdón. Sin arrepentirse. Era uno de esos hombres que avergüenzan al género humano. Heinz Barth tenía 86 años y era berlinés. Cuando los franceses supieron de él era un joven oficial de 23 años de las Waffen-SS. El 10 de junio de 1944 su unidad había recibido orden de dirigirse al frente, de ayudar a cerrar la brecha que los aliados habían abierto desembarcando en Normandía cuatro días antes. Por el camino, después de atravesar Limoges, llegaron al pueblecito de Oradour-sur-Glane. Por última vez iba a organizar una operación de castigo contra civiles indefensos, especialidad de esos SS que habían gozado de todas las ayudas por parte de las autoridades francesas colaboracionistas. Oradour-sur-Glane se encuentra en una región en la que la Resistencia era fuerte y hostigaba al ocupante. Sus tropas, dirigidas por el general Heinz Lammerding -murió de viejo, sin ser nunca apresado-, reunieron en la plaza mayor a hombres, mujeres y niños. Los primeros fueron conducidos junto a una granja y allí Barth ordenó que les ametrallasen… Luego encerró en la iglesia a 207 niños y 247 mujeres. Cerró las puertas y lanzó a su interior bombas incendiarias. En cuestión de poco rato organizó la muerte de 642 personas. Los supervivientes -cinco hombres y una mujer- contaron luego lo ocurrido, lo que sirvió para que en 1953 un tribunal de Burdeos condenase a muerte, pero en rebeldía, a Lammerding y Barth. Éste, aprovechando la confusión de los últimos días de la guerra, logró ocultarse en la ciudad de Berlín y reapareció luego bajo otra identidad, el nazi metamorfoseado en comunista. La mentira duró hasta 1983, año en que un tribunal de la Alemania del Este le condenó a prisión de por vida. Pero la legalidad que él nunca respetó sí se aplica a los asesinos y Barth pudo salir de la cárcel al cumplir los 75. "Para él lo que hizo era una nadería. Seguro que pensaba en ello menos que nosotros" ha comentado Robert Hébras, uno de esos habitantes de Oradour que salvó la vida milagrosamente. El pueblo de Oradour-sur-Glane sigue existiendo pero es de nueva planta. Se construyó al lado del destruido por las llamas. Sus ruinas cobijan hoy un memorial que presenta materiales que recuerdan lo ocurrido y lo sitúa en su contexto. En una placa figuran los nombres y apellidos de las 642 víctimas. Fuentes consultadas: Oradour/Glane, Notre village assassiné (André Desourteaux y Robert Hébras) TMV Wikipedia.org Bluevelvet Relato de Josenrique sobre la Segunda Guerra Mundial (www.campingsalon.com) www.oradour.org www.elpais.com www.oradour-souviens-toi.com

18 Lunes 6 de agosto de 2007. El sol se cuela por la única rendija libre del oscurecedor de nuestra ventana y consigue despertarnos. Son las 8:00h de la mañana y el día es perfecto a las faldas de la Duna de Pilat, aunque la noche ha sido lluviosa y especialmente ruidosa por el trasiego de coches a gran velocidad hasta altas horas de la madrugada. Al estar tan cerca de una carretera muy transitada, y además ser domingo por la noche, teníamos todas las papeletas para el sorteo de una noche toledana. Y así ha sido, todos los aquí durmientes hemos sido los agraciados. La chavalería nos ha deleitado saludándonos con largos y sonoros toques de claxon cada vez que pasaban frente a nosotros. Y así hasta las tantas, uno detrás de otro, como en procesión. Y no se cansaban. Serán cosas de la edad, supongo. Después del palizón kilométrico de ayer hay que reponer fuerzas y nada mejor que un buen desayuno para entonarse un poco. El plan de ruta de hoy es simple pero intenso: salir después del desayuno hacia Oradour y ver el Pueblo Mártir. Muy corto pero muy emotivo. Pues dicho y hecho, no lo pensamos dos veces y más temprano que de costumbre nos ponemos en camino rumbo a Oradour. Algunos tramos de carretera por las que nos lleva el TomTom no son muy recomendables por el insufrible estado del asfalto y porque, yo en particular, odio las rotondas y este es un trayecto donde las hay por decenas, pero es lo que hay. Paciencia pues. Nos llama la atención la gran cantidad de siluetas negras simulando personas colocadas en los arcenes de las carreteras que nos llevan a Oradour; hemos podido saber con posterioridad que representan a las personas que en ese punto perdieron la vida en accidente de tráfico, una figura, un muerto, hay curvas donde se ven hasta cinco siluetas, es otra forma de recordar que se debe ser prudente al volante. Tras pasar entre otras ciudades por Burdeos y Angoulême (donde pillamos un atasco de algo más de media hora) nos presentamos en nuestro destino a las 13:00h. Oradour sur Glane Encontrar el parking del Museo de la Memoria no es nada complicado. Tanto si se entra por un lado del pueblo como si se entra por el otro, está perfectamente señalizado. Está bastante lleno pero no completo por lo que tras dar una vuelta por la calle exterior del parking, sin ningún problema conseguimos aparcar. Cuando se decidió levantar de nuevo la villa de Oradour-sur-Glane, se pensó hacer un Oradour totalmente nuevo junto al Oradour arrasado, de esta forma se conseguiría dejar tal y como quedó aquel 10 de junio el Oradour original. Por ese motivo, tan sólo unos metros separan al nuevo del viejo, de hecho, desde una de las calles que circunvala el pueblo nuevo, pueden verse ambas villas a la vez, una frente a la otra. Se puede aparcar también en el área de AC’s que hay a las afueras del pueblo nuevo pero hay aproximadamente 1.5 km de distancia entre ésta y la Villa Mártir. Que cada uno decida lo que más le convenga. Nosotros decidimos aparcar aquí, ver esto primero y posteriormente desplazarnos hasta el área para pernoctar allí. Una vez posicionados, hacemos acopio de la información que traíamos de España (proporcionada vía correo ordinario por la Oficina de Turismo de Oradour), cogemos las cámaras de fotos y nos dirigimos al Centro de la Memoria, que se encuentra a la derecha del parking y antes de la entrada al Pueblo Mártir. Este museo, que fue inaugurado oficialmente por el Presidente de la República francesa Jacques Chirac el 16 de julio de 1999, fue creado a petición de las familias de las víctimas como homenaje a sus seres queridos. La visita al museo es imprescindible antes de entrar a ver las ruinas de la villa ya que resume la historia de la guerra, la de aquel fatídico día y la de los juicios posteriores. El precio de la entrada es de 7€ los adultos y gratis para los menores de 10 años. De 10 a 18 años pagan 5€. Javi tiene ya 11 pero el taquillero nos hace un guiño y pasa gratis. El dinero recaudado es utilizado para mejorar las instalaciones del museo y continuar con los estudios bibliográficos. Que quede claro que no es obligatoria la entrada al museo para poder ver el Pueblo en ruinas ya que la entrada a este último es totalmente gratuita. La persona que nos dispensa las entradas habla perfectamente castellano y nos proporciona la historia de la masacre de Oradour-sur-glane en cuatro folios escritos en español.

19 Una vez dentro del museo, podemos ver en las cinco salas que lo componen las distintas fases en las que se desarrolló la Segunda Guerra Mundial y la destrucción del pueblo de Oradour. Así, en la primera sala podemos ver en fotografías y en textos (en francés e ingles) el contexto político y social de antes de la guerra, con la aparición del nazismo y la expansión del III Reich. En la segunda sala pueden verse imágenes y explicaciones de las masacres sistemáticas que los nazis hacían en la Europa del Este. También puede verse la situación de Francia y del resto de Europa los días 8 y 9 de junio de 1944, es decir, los días previos a la masacre de Oradour. La tercera está reservada para la proyección, durante 12 minutos, de una película en blanco y negro en la que se explica en francés, con subtítulos en inglés, lo que aquí ocurrió el 10 de junio de 1944. En la cuarta sala hay fotografías de cómo quedó la Villa Mártir después de la masacre, documentos y fotos del proceso judicial contra los autores de la barbarie y de cómo se construyó el pueblo nuevo. Para finalizar, en la quinta y última sala hay un espacio para la reflexión donde pueden leerse varios mensajes de paz escritos por distintas personalidades. Tras visitar el museo, atravesamos un pasillo, subimos unas escaleras y nos encontramos de lleno transportados sesenta y tres años atrás. Estamos ante El Santuario del Horror. Una gran placa de mármol nos recibe a la entrada de las ruinas: «Souviens-toi» (Recuerda). Y lo cierto es que nadie que pase por aquí podrá olvidarse nunca de lo que ha visto. Nada más entrar, un sentimiento de escalofrío te encoge el corazón. Pensar que aquello fue un pueblo próspero y tranquilo y ver en qué lo convirtieron, da pánico. En las fachadas que aun se tienen en pie hay puestas placas en la que puede leerse el nombre del dueño y su ocupación. Es horrible ver lo que allí hay. Imagino que cuando se decidió dejar así el pueblo era lo que se quería provocar en el visitante, horror ante lo que estaba viendo. La visita, y hay unos cuantos centenares de personas, incluidos niños, se hace en el más absoluto de los silencios; es como si fuese un homenaje a los que allí murieron. Los edificios semiderruidos, los coches y camiones quemados en los garajes y en los talleres, las máquinas de coser Singer en casi todas las casas, las camas con sus cabeceros de forja, las cocinas con las cacerolas puestas, las bombas de agua por las calles y en los patios, una bicicleta colgada en la pared de una casa, las herramientas de los talleres de reparación de coches, una báscula oxidada, las mesas y las sillas de la cafetería... son los únicos testigos de lo acontecido,

20 testigos mudos pero reales. Todo está en el mismo estado en el que quedó aquel 10 de junio de 1944, es sobrecogedor. Una vez vistas las casas que hay a un lado y a otro de la avenida principal del pueblo, nos dirigimos a la iglesia, el lugar donde 454 personas fueron brutalmente asesinadas. Antes de entrar, y a la izquierda de la puerta principal puede verse la figura de Cristo crucificado. La imagen está completamente oxidada y fue una de las pocas cosas que se pudieron salvar. Detrás del Cristo, una enorme placa de mármol pide SILENCIO en memoria de los centenares de mujeres y niños que allí fueron masacrados por los nazis. Una vez dentro, y a escasos metros de la puerta, a la derecha puede verse en el suelo la campana de la iglesia materialmente fundida por el calor que se generó en el interior del templo. En las paredes se ven los agujeros provocados por las balas de las ametralladoras. También es posible observar cómo una parte de techo ha desaparecido. En el altar mayor, el chasis de un carrito de niño nos recuerda que 207 menores de 14 años murieron aquí quemados vivos. En silencio, y sin poder articular palabra, salimos de allí horrorizados. En los aledaños, pueden verse los distintos graneros donde fueron ametrallados la mayoría de los hombres del pueblo. Infinidad de carteles así nos lo recuerdan. Más casas derruidas y garajes llenos de coches calcinados rodean la iglesia. Frente a ésta, la cafetería donde se encontraba el Alcalde del pueblo cuando llegaron los SS. En la calle principal aun pueden verse las vías y la catenaria del tranvía que unía Oradour con Limoges. Ya sólo nos queda por ver el antiguo cementerio (que aun hoy en día es compartido por los vecinos del nuevo Oradour) construido a las afueras del pueblo y donde se recuerdan a las 642 víctimas inocentes. Al fondo del camposanto, junto a un monumento conmemorativo, y en una urna de cristal, están depositadas las cenizas y los restos óseos de algunos de los muertos en la matanza. La sensación es indescriptible. Las lápidas recordando a los demás asesinados pueden contarse por decenas, esparcidas a lo largo y ancho del cementerio. Nos llama la atención una de ellas en la que pueden verse las fotografías de los ocho miembros de una misma familia, tres de ellos son niños menores de 12 años. Para llorar.

21 De las 642 personas muertas, 18 pertenecían a familias exiliadas de republicanos españoles, de los cuales 9 eran niños que murieron con sus madres en la iglesia. Dos placas en las paredes de este cementerio, rinden homenaje a los mismos. Estos son los nombres de los 18 españoles que aquí murieron: Espinosa, Carmen (30 años). Gil Espinosa, Francisca (15 años). Gil Espinosa, Pilar (15 años). Gil Egea, Francisca (49 años). Lorente, Nuria (9 años). Lorente, Antonia (29 años). Masachs, Emilia (11 años). Masachs, Angelina (8 años). Serrano, José (29 años). Serrano, María (31 años). Serrano, Armonía (3 años). Serrano, Esther (1 año). Serrano, Paquita (1 año). Tellez, Domingo (45 años). Tellez, María (31 años). Tellez, Miguel (11 años). Tellez, Armenia (28 años). Tellez, Philibert (2 años). (Cementerio de Oradour. Sobre estas líneas, la imagen de la placa con los nombres de los españoles muertos) (Cementerio de Oradour. A la derecha, la tumba de cuatro de los 207 niños que murieron en la iglesia) Concluimos la visita volviendo por donde habíamos entrado. Las nubes, que habían amenazado lluvia durante toda la mañana, empiezan a descargar. Es el triste colofón a esta estremecedora visita. Volvemos al Centro de la Memoria, en cuya tienda nos refugiamos durante un rato hasta que deja de llover. En ella pueden comprarse libros, postales o vídeos explicativos de lo sucedido. Nosotros hemos comprado un libro que nos habían recomendado: “Oradour/Glane, Notre village assassiné” escrito por uno de los supervivientes de la masacre, Robert Hébras. Aunque el texto viene en francés, es fácilmente comprensible y está lleno de datos y fotografías de antes y después de la destrucción del pueblo. Os lo recomendamos, es muy completo. Los beneficios de las ventas de la tienda se destinan a sufragar el gasto de mantener la Villa Mártir de Oradour en pie. Son casi las 16:00h y damos por terminada la visita. Cogemos nuestra autocaravana y nos vamos al área de AC’s que hay a las afueras del nuevo Oradour. Allí nos posicionamos cómodamente y nos disponemos a almorzar, sí, a almorzar, casi a las cinco de la tarde; esa hora nuestra tan taurina es a la que hoy vamos a comer, un poco tarde para tal menester pero así es. Nuestros

22 vecinos nos miran con la duda de no saber si estamos cenando muy pronto o comiendo muy tarde… se van a quedar con la duda. La verdad sea dicha, a media mañana nos habíamos tomado un tentempié que valía casi por una comida. El área de autocaravanas de Oradour está muy bien acondicionada. Situada a 1,5 km del Pueblo Mártir es totalmente gratuita, tanto para aparcar durante el día como para pernoctar. Dispone de sanitarios y fregaderos gratuitos y servicio de carga y descarga de aguas que vale 2€ pero, por desgracia, el borne está averiado (ya nos lo había avisado Mipla). Lo que sí podemos vaciar es el WC químico ya que este desagüe sí está habilitado. La capacidad es para unas 20 autocaravanas y el lugar es muy tranquilo y limpio. Aquí coincidimos con una encantadora familia de malagueños que van camino de Normandía, Bretaña y los Castillos del Loira y que han hecho una pequeña parada para ver Oradour, son Juan, Mari y sus hijas Arantxa y Saray, acompañados de su perro Golfillo. Más de media hora de distendida y amigable charla da paso a una quedada para cenar juntos cuando vuelvan de ver el pueblo nuevo. Como está muy cerca del área, una vez hechas las tareas de mantenimiento diario en la autocaravana, nosotros también decidimos acercarnos al pueblo. (Área de Camping-Car de Oradour. Javi, Jose, Saray, Mari y Arantxa. Fotografía: Juan Canca Herrera) En tan sólo 10 minutos andando nos presentamos en el centro del nuevo Oradour-sur-Glane. Se trata de un pueblo completamente nuevo construido muy cerca de las ruinas del anterior. Todas las construcciones (iglesia, ayuntamiento, restaurantes, tiendas, viviendas) son de arquitectura moderna, lo cual tiene su lógica teniendo en cuenta que se construyó a finales de los años 40 del pasado siglo. Frente a la Villa Mártir puede verse una estatua realizada por el escultor catalán Apel-les Fenosa, dedicada a los Mártires de Oradour-sur-Glane. Ni la iglesia ni el ayuntamiento con su plaza ajardinada tienen nada de excepcional, no hay ningún edificio destacable. Lo que sí nos llama la atención es que a pesar de que son sólo las 19:00h no hay nadie por la calle, no nos cruzamos con ningún alma durante la corta visita; el pueblo está desierto y excepto un bar, todos los demás negocios están ya cerrados. Nos da la sensación de ser un pueblo sin vida, igual es una apreciación errónea pero eso es lo que vemos en este momento, quizás mañana habrá más ambiente. Por las vacías calles por las que vinimos, retornamos al área tan sólo 45 minutos después de salir de ella, lo cierto es que no nos apetece para nada pasear por este fantasmagórico lugar. Al llegar al área nos volvemos a encontrar con nuestros amigos malagueños y sobre las 21:00h iniciamos la cena a base de productos típicos españoles, entre los que se incluye un excelente jamón de pata negra que han traído Juan y Mari. A las 23:30h damos por concluida la agradable velada ya que mañana tenemos ambas familias una dura y larga jornada por delante. Ellos verán las ruinas de Oradour y partirán hacia el Mont Saint Michel, nosotros iremos a Annecy.

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