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Día 14
Nuestra ruta nos lleva a Palanga en plena costa, hoy hemos
saludado las Aguas del Báltico, que por cierto como hacía mucho
viento, las aguas negras y oscuras tan distintas de nuestro
mediterráneo, que me inspiran pavor, estas parecen que llevan a
Eneas a los infiernos para ver a Dido, terribles y mucho oleaje.
El pueblo es muy turístico, pero enfocado al turismo
nacional, multitud de tiendecitas que venden, desde ámbar a unas
preciosas conchas, piedras semipreciosas a precios ridículos, un
hermoso paseo con actividades lúdicas para los pequeños y no tan
pequeños.
Comemos en un restaurante cocina típica, yo Zepelinas, que
me encantaron y Enrique, Carbonada, una especie de empanado con
ensalada y salsas deliciosas, nos cobran baratísimo al cambio unos
10 euros los dos.
Nos encontramos a un matrimonio que conocimos en Italia
hace unos años y se acordaban de nosotros charlamos un rato y
como comenzó a llover de forma torrencial nos despedimos
intercambiando direcciones.
Pasamos la frontera con Letonia, que realmente no era tal
frontera, la carretera continuaba y nadie nos dio el alto, la
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