Rumbo a Turquía

DÍ A 7: Otra vez lloviendo. Bajamos en autobús, luego tranvía y más tarde metro (como el billete es de 1 hora, nos vale para todos los recorridos). Vamos a la estación Midi, para ver el mercado de flores que los holandeses ponen los domingos; pero no encuentro mis calabazas, que me suelen durar de verano a verano sin estropearse. Nos explican que por el tiempo tan frío, aún es pronto. Compro un precioso encaje (a mí me pedía 7€ el marroquí, pero mi marido habla con él en chelja y me dejó todos los metros a 5€; era de Dar Beida, Casablanca). Luego, a la plaza del Sablon para buscar radios, para la colección de Enrique. Carísimas y, además, muy deterioradas. Comemos en un restaurante: yo, kebab, y Enrique, un plato de buey (se le hizo un nudo que casi tengo que llamar a una ambulancia; se puso malísimo). Luego, al Macnekem Pis (sólo tenía puesta una corbata; con la cantidad de trajes que hay en su museo...je, je...). Luego, la maravillosa y espectacular Gran Plaza. Buscamos las señales esotéricas, y las masonas; pero la lluvia arrecia y nos refugiamos en la Galería, en la Catedral y en calles periféricas. Compro un traje de bautizo, y varios baberos, botitas y vestiditos para el bebé que espera Macarena. Me dejo un pastón, pero me hace una ilusión entrañable. La pena es no saber el sexo. Después, el periplo hasta volver al camping (metro, tranvía, autobús...). Llegamos realmente cansados. Pero hemos conocido a unos vascos, que han venido a nuestra autocaravana para tomar unas cervezas. Llueve toda la noche.

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