Cocodrilo feliz
hablador
Estoy leyendo estos días, como ya ocurriese en SS y otras acampadas y kedadas, que “ya estamos de vuela en casa” sanos y salvos, se entiende. Si exceptuamos las fotos del aparatoso y tremendo accidente de “Xoquero”, saldado con mucha fortuna con una elevada factura de chapa del “Mercedes” y de la “Adria”, las tremendas estadísticas de la DGT que sitúan las muertes en 200 entre ambas “salidas”, no nos han afectado para nada. Y como no nos han afectado para nada seguiremos saliendo en la seguridad (subjetiva) de que a ninguno de nosotros nos va a pasar nada. Asumimos que si la DGT dice que morirán 40, van a morir 40 por lo menos. Pero nosotros, no.
Las imágenes del esposo y padre, del accidente de la vía rápida del Salnés, en las proximidades de Sanxenxo, echándose las manos a la cabeza cuando encontró los cinco cadáveres, uno el de su propia esposa, que la imprudencia temeraria de su hijo había provocado, son de un dramatismo inimaginable. El despertar en el hospital, del muchacho que provocó la tragedia, y la GC tomándole declaración al tiempo que le comunicaba que había cinco muertos y entre ellos su propia madre, es otra escena imposible de imaginar. No digamos el momento en el que el padre se enfrenta al hijo…
Yo también he vuelto a casa sano y salvo. Pero en el corto trayecto que con la caravana he tenido que recorrer, he visto más de un adelantamiento temerario. Y, en los foros, debatimos si el límite de 90 es escaso para una AC, o que alguno, con la CV hace medias de 110 km/h. Es para no hablarles más. Todos, todos, todos los vehículos a motor tienen limitada la velocidad en carreteras convencionales a 90. Los vehículos de transporte por su peso y volumen tienen ese límite incluso en autovías y autopistas. No se trata de ser más o menos experto ni de que nos convenzan o dejen de convencer con campañas televisivas: se trata de ser nosotros mismos los que tengamos conciencia de que tenemos que autolimitarnos.
Nadie quiere plantear la realidad de que, en alguna de estas “salidas” la estadística seremos alguno de nosotros. Porque sentirse satisfechos porque “todos hemos vuelto sanos y salvos” es una enorme exhibición de insolidaridad. Más de 50 no han vuelto.
Cordiales reflexiones.
Las imágenes del esposo y padre, del accidente de la vía rápida del Salnés, en las proximidades de Sanxenxo, echándose las manos a la cabeza cuando encontró los cinco cadáveres, uno el de su propia esposa, que la imprudencia temeraria de su hijo había provocado, son de un dramatismo inimaginable. El despertar en el hospital, del muchacho que provocó la tragedia, y la GC tomándole declaración al tiempo que le comunicaba que había cinco muertos y entre ellos su propia madre, es otra escena imposible de imaginar. No digamos el momento en el que el padre se enfrenta al hijo…
Yo también he vuelto a casa sano y salvo. Pero en el corto trayecto que con la caravana he tenido que recorrer, he visto más de un adelantamiento temerario. Y, en los foros, debatimos si el límite de 90 es escaso para una AC, o que alguno, con la CV hace medias de 110 km/h. Es para no hablarles más. Todos, todos, todos los vehículos a motor tienen limitada la velocidad en carreteras convencionales a 90. Los vehículos de transporte por su peso y volumen tienen ese límite incluso en autovías y autopistas. No se trata de ser más o menos experto ni de que nos convenzan o dejen de convencer con campañas televisivas: se trata de ser nosotros mismos los que tengamos conciencia de que tenemos que autolimitarnos.
Nadie quiere plantear la realidad de que, en alguna de estas “salidas” la estadística seremos alguno de nosotros. Porque sentirse satisfechos porque “todos hemos vuelto sanos y salvos” es una enorme exhibición de insolidaridad. Más de 50 no han vuelto.
Cordiales reflexiones.