137 encontraron ahogado en el lago de Strarnberger en extrañas circunstancias junto al cuerpo de su psiquiatra, Bernhard von Gudden, un día después de llegar al palacio de Berg. Dado que era un excelente nadador, queda la hipótesis de un posible asesinato. Cuentan que la archiduquesa María Teresa de Wurtemberg, pariente del rey, escribió una carta en la que decía que Luis II se había asfixiado con su propia lengua tras haber estrangulado a su psiquiatra en medio de una crisis de locura. También se dice que su excentricidad era muy molesta para los políticos y para parte de su familia, así como que el dinero que gastaba en palacios y mecenazgos (el más famoso con Wagner) era todo un derroche. En todo caso, Luís II de Baviera acabó protagonizando su propia leyenda, una leyenda de locura. La controversia que creó durante su reinado fue tal que era más querido por su pueblo que por sus políticos y su familia. A él se debe la creación de escuelas, institutos y academias para elevar el nivel cultural de Baviera. Apoyó la acción de ayuda a la Cruz Roja, que a través de Baviera se extendió por toda Alemania. Gracias a su ayuda, hoy en día se pueden admirar las obras de Ricardo Wagner. Infinidad de gentes, veneran aun a Luis II de Baviera, bien como rey o bien como leyenda, nunca pasó indiferente. Cuando murió sólo contaba con 41 años. En el lago Strarnberger, en el mismo lugar donde aparecieron flotando los cuerpos del rey y de su médico, ahora se levanta una cruz de hierro recordando la tragedia del soñador monarca bábaro. Los descendientes de Luis II no debían sentir mucha fascinación por la magia de los cuentos que leía el rey, ya que Neuschwanstein fue vendido al gobierno bávaro a los pocos días de su muerte. Aunque él no lo hubiese permitido jamás, siete semanas después de morir, el castillo fue abierto al público para sufragar los gastos de la descomunal obra (se estima que costó seis millones de marcos de oro). Casi 20.000 personas visitaron el castillo en los primeros seis meses, y eso que por entonces no había ni carros tirados por caballos, ni teleféricos, ni autobuses llenos de turistas. Más tarde se hizo cargo de él el gobierno alemán y actualmente se ha convertido en todo un símbolo de Alemania y en una máquina de hacer dinero gracias a un flujo turístico inconmensurable. Tanto es así que los ingresos anuales del castillo superan con creces la cifra por la que fue adquirido. Aquellos que firmaron su locura se frotarían ahora las manos al ver la inagotable gallina de los huevos de oro que suponen los millones de euros anuales que recaudan los castillos de locura de Luis II. El protagonista del cuento del Rey Loco no acabó feliz como acaban los cuentos de Disney, pero lo cierto es que su obra ahí quedó, para que la disfruten los que, como yo, alguna vez soñamos ser príncipes en un cuento de hadas. Sueños que teníamos en las representaciones teatrales que, de pequeños, hacíamos en el colegio bajo la supervisión de Don Laureano, muy dado a darnos collejas cuando no te sabías el texto de la obra. Y es que como alguien dijo: “La vida, a veces, puede ser más hermosa que los cuentos”. Y qué razón tenía. (Mariano, Jose, Cristina, Inma, Noelia, Alejandro y Javi a la salida de Neuschwanstein)
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