8 hay quien convenza a mi abuela para que las quite); las típicas casas de entramado de madera que cuando abrías la tapa del tejado sonaba una machacona y pegadiza musiquilla tirolesa; los cuadros con pinturas al óleo de Frankfurt, Colonia o Mossel; y fotos, muchas fotos en blanco y negro de Koblenza, Düsseldorf, Würzburg, Rothenburg ó Füssen que mi padre coleccionaba y que hacía con una vieja cámara Werlisa Color comprada de estraperlo en un rastrillo de Giessen. Con el paso del tiempo, he buscado las fotos por toda la casa pero no las consigo encontrar, seguro que aparecen cuando menos las busque, suele ocurrir. Lo que sí encontré, y guardo con mucho cariño, es la cámara de mi padre, que aunque ya no está para muchos trotes, aun podría hacer su servicio. Este deseado viaje comenzó a fraguarse al finalizar el del año pasado. Comentando con la familia el lugar que me gustaría visitar este año les pareció bien, y mejor aun si además se incluía alguna zona de Francia. La región de Alsacia sería un buen complemento para la Ruta Romántica; el Lago Constanza y algo de la Selva Negra lo veríamos si daba tiempo. Puestos todos de acuerdo sólo quedaba empezar a organizarlo estudiando las rutas posibles con sus distancias, los lugares de aparcamiento y pernocta, la compra de guías y mapas de Alemania (de Francia ya teníamos los del año pasado) y sobre todo, y algo casi fundamental, había que ajustar con poco margen de error, los 18 ó 19 días de los que disponíamos. Ya en enero teníamos un boceto del viaje que al final resultó ser casi el definitivo. Tan sólo Freiburg, Heidelberg y Augsburg, este último destino por las inclemencias del tiempo, han sido las ciudades que no hemos visitado de las inicialmente previstas, y es que la planificación la hemos cumplido en más de un 90%, cosa un poco extraña en nosotros dada la inexperiencia en el mundillo campista. La fecha de comienzo del viaje, en principio prevista para el 19 de agosto, la decidimos adelantar al día 5. Creíamos que de esta manera aprovecharíamos mejor las horas de luz y posiblemente nos haría mejor tiempo… Obviamente no ha sido así. De los 18 días que hemos estado fuera de España, más de la mitad nos ha llovido. Bien de noche, bien de mañana o bien de tarde, casi todos los días la lluvia ha sido nuestra indeseable compañera. También es cierto que tan sólo cuatro días, y por momentos, la situación se tornó en complicada, sobre todo al principio del viaje; pero, con el paso de los días, la lluvia hacía acto de presencia sólo por la noche o a última hora de la tarde, lo cual nos daba tregua para poder ver lo que queríamos. El plan de viaje consistía en visitar Oradour-sur-Glane, Annecy, Besançon, parte de la Alsacia, Freiburg, Heidelberg, algo de la Ruta Romántica, el campo de concentración de Dachau, el Lago Constanza y vuelta a casa. En principio parecerá mucho pero salvo el inicio y el final, las etapas intermedias no tenían distancias excesivas por lo que creíamos que, salvo algún contratiempo inoportuno, seríamos capaces de completarlas casi en su totalidad. Como ya hemos explicado, la lluvia nos importunó tres destinos, aun así, estamos satisfechos con el resultado. Francia: De cómo es Francia para el campismo ya creemos haber dejado claro en el relato del año pasado cual era nuestra opinión. Este año hemos vuelto a comprobar que es el paraíso para los campistas. Por otro lado, el tema idioma ya no es un temor y nos vamos defendiendo allá por donde pasamos. Además, uno recuerda sus tiempos de estudiante y algo de inglés se le ha quedado retenido. Por cuestiones laborales, en italiano también nos defendemos, e italianos por Francia y Alemania, como las setas en noviembre, se cuentan por cientos. Hemos intentado descubrir la gastronomía local allá por donde hemos estado, en los kilos de más que hemos traído está la prueba. Desde el Choucroute hasta los Bretzel pasando por los inolvidables helados de Obernai, el chorizo picante de Ribeauvillé o los chocolates de Annecy han sido pasto de nuestra feroz curiosidad gastronómica. Casi siempre decidimos ir por autopistas de peaje, el corto tiempo vacacional del que disponemos no nos permite disfrutar de esas carreteras nacionales repletas de rotondas. Si dispusiéramos de más tiempo habría que replantearse la situación. Si hemos circulado por nacionales o por secundarias ha sido porque no había otra opción. De todas formas no nos podemos quejar.
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