Alemania y Praga, un viaje por el patrimonio de la humanidad

Viajes por Europa (IV parte). Alemania y Praga: Un viaje por el Patrimonio de la Humanidad 108 DDrresden (Dresde) Es sábado y todo vuelve a empezar. La cama no nos suelta, aun tenemos la mini -resaca de las cervezas de anoche. El café humeante y los croissants hacen de compañeros en este tempranero despertar. Las calles de Dresden han amanecido con la resaca de un día de fiesta, cansadas, y casi vacías. Hasta las pocas palomas de la Theaterplatz parecen estar descansando por lo ociosas que están. Nos adentramos en el centro histórico de Dresden y casi todos los comercios están cerrados. Apenas algunos viandantes se dejan ver por los alrededores de la Frauenkirche (La Iglesia de Nuestra Señora). Una pareja que mira golosa un puesto donde venden Donuts de fresa; un borracho tardío en busca de su último trago de ayer; un tipo vestido estrafalariamente con una chaqueta verde llena de medallas que lleva un paraguas y lo exhibe sin abrir; un trío de policías que fuman relajados sabiendo que la mañana será tranquila. No huele, como anoche, a pasteles recién hechos, a almendras garrapiñadas, a salchichas a la brasa, a patatas con kétchup, a furtivos aromas de carne a la brasa; y la música, que anoche nos acompañaba, hoy es sólo percusión de nuestras pisadas. Abrimos la caja de la memoria y paseando por las calles de Dresden nos transportamos a los dolorosos tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Pensar que hace algo más de seis décadas el 90% de lo que vemos era escombro, impresiona. Las minuciosas y detalladas reconstrucciones llevadas a cabo tras la guerra no ocultan por completo las secuelas dejadas por los terribles bombardeos que sufrió la ciudad. Cada uno de los rincones de Dresden huele a historia, a una historia de demasiado sufrimiento. Bajo la perspectiva de mi cámara digital, parece oírse el ensordecedor sonido de los bombarderos aliados surcando el cielo buscando el blanco donde descargar sus misiles, los gritos de un padre impotente que ve desvanecerse la figura de su hijo a lo lejos, los de una madre con el cuerpo inerte de su hijo entre sus brazos, los de un niño que llora sin saber dónde ir… Hace poco leí la terrible historia de esta ciudad en un blog de internet, era en cuentayrazon, y en él se relataba lo ocurrido aquí hace 64 años. A mí me impresionó. A continuación os dejo esta historia por si a vosotros os ocurre lo mismo; es para reflexionar.

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