Alemania y Praga, un viaje por el patrimonio de la humanidad

Viajes por Europa (IV parte). Alemania y Praga: Un viaje por el Patrimonio de la Humanidad 113 Noche interminable Cuando la luz del día se abrió paso, el socorro aprestado se manifestó impotente para atender a las víctimas de la tragedia. No había agua, ni alimentos, ni medicinas suficientes. Pero el designio humano aún tenía por delante la última prueba. Pasados doce minutos del mediodía, del miércoles 14 de febrero, una nueva oleada de 1.350 aviones norteamericanos, esta vez Liberators y B-17, estremeció de nuevo el cielo de Dresden, dando paso a otra tormenta de bombas con la que castigar a la agónica ciudad. El huracán de fuego que se desató y las ráfagas de viento a miles de grados de temperatura, mató a más personas que las propias bombas. Los edificios que aún permanecían en pie eran baluartes inertes sobresaliendo entre un océano de escombros y ruinas. Y como los cazas aliados P-51 de protección no tenían oposición, aprovecharon la ocasión para ametrallar a los sobrevivientes que escapaban de aquel infierno, corriendo por las calles destrozadas, así como a las ambulancias, carros de bomberos, carretas, automóviles y cualquier otra cosa que se moviera en tierra. En este tercer ataque, los bombarderos aliados arrojaron 475 toneladas de explosivos de alta potencia y 296 toneladas de incendiarias, en paquetes y racimos. Tampoco en esta oportunidad los cazas alemanes pudieron hacer nada, puesto que el grupo próximo a Dresden era de caza nocturna y durante el día no estuvo en servicio.

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