Viajes por Europa (IV parte). Alemania y Praga: Un viaje por el Patrimonio de la Humanidad 117 Continuación de la visita Visto y leído todo esto, uno se pregunta que tras la gran debacle que supuso esta masacre, inexplicablemente hubiese supervivientes. Creo que todos ellos fueron hijos de azar, y yo siempre me he preguntado cómo el azar elige a sus salvados… Ahora, cuando rodeamos la Frauenkirche de Dresden, no puedo dejar de mirar y pensar en la historia labrada a tiros y bombas en estos muros, en estas fachadas, en lo mucho que habría significado en la vida de algunas personas y que otras, como yo, ni siquiera supiéramos de su existencia antes de llegar aquí. Es curiosa la vida, y cruel, por qué no decirlo, lo que para unos puede significar todo, para los otros, simplemente, no existe. Recordemos que, en medio de una desbordada alegría, en octubre de 2005 y tras diez años de trabajos, la Frauenkirche fue consagrada en el mismo lugar céntrico donde habían permanecido durante casi cincuenta años, como monumento conmemorativo, las ruinas de esta iglesia barroca. El rescate, que comenzó como iniciativa de un pequeño grupo de entusiasmados partidarios de la reconstrucción, llegó a convertirse en un acontecimiento mediático con resonancia mundial. Esta obra maestra del barroco europeo, fue meticulosamente reconstruida, piedra a piedra, tras la reunificación de las dos Alemanias en 1989. Usando los documentos que sobrevivieron al bombardeo, la iglesia se restauró idéntica a la original. La única excepción fue el nuevo órgano que se colocó donde estaba el antiguo. Casi la mitad de las antiguas piedras, ennegrecidas por el paso de los siglos, se incorporaron al nuevo edificio para hacer un maravilloso contraste con las piedras nuevas. Un hijo del soldado que dejó caer la bomba sobre la Frauenkirche, y que es un prestigioso orfebre londinense, fue el encargado de diseñar la nueva cruz de la cúspide. Son casi las doce del mediodía y entramos por fin en la Frauenkirche. Nos impresiona su interior de un blanco radiante. A estas horas, la misa ha terminado. Haya muchos visitantes o no, grupos de chinos o de japoneses acelerados, todo parece moverse lentamente dentro de sus muros. Es un lugar donde se pueden escuchar los silencios porque quien entra aquí empieza viendo, y acaba interiorizando. No es una catedral al uso, no es para disfrutar, no es para sólo ver, es lugar para sentarse y reflexionar mientras tu imaginación escucha el dolor de la impotencia.
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