Alemania y Praga, un viaje por el patrimonio de la humanidad

Viajes por Europa (IV parte). Alemania y Praga: Un viaje por el Patrimonio de la Humanidad 118 Es una catedral para comprender y rendir homenaje a todos los inocentes que perdieron su vida sin razón alguna. Sinrazón que debemos recordar siempre, independientemente de las fechas o de las ideologías de cada uno. Al salir de la iglesia, la mañana ha avanzado inexorablemente, ya son las 12:15h y las terrazas de los garitos de feria permanecen semivacías. El olor a frescor matutino aún no ha sido “contaminado” por las brasas incandescentes de las barbacoas renegridas por el carbón vegetal. Los últimos noctámbulos, agotados por una noche movida, siguen vagando camino de su último trago antes de que les abata el sol. En la Theaterplatz se dan cita los primeros lugareños enfundados en su traje típico tirolés. Estos curiosos personajes, son muy habituales en las mañanas de fiesta germana, ya los hemos visto por varias ciudades en nuestros últimos viajes. Poco a poco, en la plaza, se van congregando esos enormes grupos de colegas que tanto se ven por estas tierras, con sus viejos padres, sus viejas madres, sus niños y las bicicletas de los niños que tanto joden cuando tropiezas con ellas. Van llegando intermitentes y van tomando un espacio que no dejarán al menos durante las doce siguientes horas, bien en el centro de la plaza, bien a media distancia de las barras de los bares. Piden jarras de cervezas de cinco en cinco, de quince en quince, de veinte en veinte. Los barriles duran lo que dura la sed del grupo de amigos. Observo que a medida que va creciendo el grupo se organiza un bote que imagino irá mermando y restaurándose hasta que la tribu germánica se disgregue a lo largo del día.

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