Viajes por Europa (IV parte). Alemania y Praga: Un viaje por el Patrimonio de la Humanidad 127 La treintena de figuras religiosas que hay colocadas a ambos lados del puente, se empezaron a montar en el siglo XVII, aunque no fue hasta el XVIII cuando se terminaron de poner el resto. Las estatuas que aquí se pueden ver en la actualidad, y que los turistas miramos embobados, son en realidad réplicas de las originales, las cuales están puestas a buen recaudo en el Museo Nacional. Todas estas estatuas sirven para dotar al puente de un aspecto un tanto místico, y hacen felices a todos aquellos que nos hacemos una foto junto a ellas convencidos de hacerlo junto a una obra maestra de la escultura bohemia. Javi e Inma desconocen esta parte de la historia y posan con vehemencia ante la figura de San Juan de Nepomuceno, que dicho sea de paso, es la que se lleva la mayor concentración de turistas, no en vano es el Santo Patrón de Bohemia y fue la primera que se colocó en el puente. Cuenta una leyenda que si tocas su figura tendrás buena suerte de por vida y volverás a visitar Praga. Y os preguntaréis, ¿qué hizo este buen hombre para que levantasen una estatua en su honor? Sencillamente, callar… Os explico brevemente lo que acaeció; deja volar tu imaginación por un instante. Wenceslao IV, rey de Bohemia y marido de la Reina, quería que el Padre Juan de Nepomuceno, confesor de ésta, le desvelara las intimidades de su esposa. Ante la negativa del párroco, el Rey, visiblemente contrariado, mandó arrojarlo desde lo alto del puente al río Moldava después de haberlo apaleado. Y Moldava abajo, enfundado en una armadura metálica, el religioso murió ahogado. En 1719 se exhumó el cadáver del Santo y se pudo comprobar que su lengua estaba intacta… Algo que yo no he podido comprobar es que, desde entonces, en todos los puentes de la Europa central hay un San Juan de Nepomuceno en honor al Santo que tuvo la boca cerrada, dato que habrá que comprobar en futuras visitas. Por cierto, la base de bronce de la escultura está descolorida debido al incesante “toqueteo” a la que es sometida la pequeña figura de la placa. Es fácil encontrar la pequeña figurita de San Juan en el grupo escultórico ya que se le ve cayendo al río desde lo alto del puente. A la izquierda se ve a la Reina confesando sus pecados. Religiosidades aparte, hoy en día esta estructura gótica proporciona a los paseantes una de las más bellas estampas praguenses si no la que más. Las magníficas torres, una a cada lado del puente, cada una guardiana de los secretos de sus orillas, nos flanquean al salir de él. Las de Malá Strana, nos dan la bienvenida al barrio homónimo.
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