Viajes por Europa (IV parte). Alemania y Praga: Un viaje por el Patrimonio de la Humanidad 159 Nos despedimos de la plaza saliendo por la calle Vodičkova (¡cuidado con el tranvía!), y tras un corto paseo llegamos a una de las cervecerías más famosas de Praga, la Pivovar U Flekû. Si no queréis venir andando, a escasos cincuenta metros de su puerta hay una parada de tranvía, la Myslíkova de la línea 21. También cae muy cerca la parada del tranvía 17 de Národní Divadlo. Para que os situéis, lo mejor es visualizar un plano del tranvía, pero está detrás del Teatro Nacional. Esta cervecería fue inaugurada en el año 1499 y tiene el cartel de ser la Pivovar (Fábrica de Cerveza) más famosa de toda Praga y posiblemente de Centro Europa. Juro que hasta un mes antes de llegar aquí, desconocía de su existencia, por lo tanto, no os sintáis culpables si es también vuestro caso. Si abrís cualquier guía turística de Praga, da igual la que sea, la recomiendan como un lugar de obligada visita, de culto, se podría decir, pero nosotros supimos de su existencia por un compañero de trabajo que había estado aquí hace unos años. Sabiendo que vendríamos este año a la capital checa, lo anotamos como una de las visitas imprescindibles. Está situada en la calle Křemencova, muy cerca del Teatro Nacional, y es fácilmente identificable por el enorme reloj que hay sobre su puerta. La curiosidad de éste viene dada porque los números que marcan las horas han sido sustituidos por las letras de Pivovar U Flekû. Un oso dorado corona el reloj. Solamente venimos para ver el ambiente y comprar la famosa cerveza que fabrican aquí mismo. Al salir, los sentidos nos agradecen la presencia en el lugar, ya que, pasar por aquí, y no haber entrado, hubiese sido un gran pecado, sinceramente, es una preciosidad ambientada con gusto medieval. Ya en la calle, al ver sendas botellas de cerveza negra en mis manos, un señor de poblada barba y un hedor a alcohol que echa para atrás, nos espeta alzando su pulgar hacia arriba: “¡¡¡Súper!!!” Como súper es la torrija que lleva él. A las 20:30h, después de dar un nuevo paseo por el Puente Carlos, decidimos que ya es hora de cerrar nuestra visita. A estas horas, el atardecer tiñe las nubes de un color rosado y se va apoderando del día en mitad de un calor sofocante. No quedan ganas para demasiadas cosas. Tomamos de nuevo el tranvía en la estación de Národní Divadlo y a las 21:15h entramos al camping. Tras la cena, tumbado en la cama busco una imagen entre las muchas fotos que he hecho para que coincida con el texto adecuado. Es un dejarme llevar, una sensación placentera que provoca constantes sonrisas a medida que veo y escribo. En este momento del día, ese instante en el que la noche lo silencia todo, vencido por el sueño y el cansancio, me quedo dormido. En ese momento sueño de nuevo con mi viaje.
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