Alemania y Praga, un viaje por el patrimonio de la humanidad

Viajes por Europa (IV parte). Alemania y Praga: Un viaje por el Patrimonio de la Humanidad 178 Para hacerse a la idea de lo italianizada que quedó la ciudad tras la reconstrucción, sólo hay que dar un paseo por alguna de sus calles peatonales. La Steinweg y sus soportales, la Rindermarkt con la St.Paulskirche… Es como estar en un pueblo transalpino. Tras un corto recorrido muy gratificante y provechoso en lo que a cultura se refiere, el cuerpo empieza a reclamar un buen refrigerio. Hace calor y hay que hidratarlo convenientemente. Y qué mejor que degustar la cocina típica alemana en alguna de las terrazas de los restaurantes que se extienden a lo largo de la ribera del Danubio; mientras decidimos en cual, a través de una pequeña callejuela llenamos también los ojos con una preciosa vista de las torres de la Catedral. Saciada la sed y el hambre, nos ponemos de nuevo en marcha. Lentamente, y sin darnos cuenta, llegamos a Dreiflüsseeck, la confluencia de los tres ríos. Nos sentamos en su pequeño parque y admiramos el paisaje a la vez que descansamos. Mientras, los barcos repletos de turistas van río arriba, río abajo. Llegan a la confluencia de los tres y vuelven para remontar el Danubio. Los hay que se paran un buen rato y siguen río abajo buscando aguas austriacas, pero son los menos. Botellas de agua en mano, salimos del parque por la Innpromenade. A nuestra derecha aparecen pequeños pasadizos y escaleras y decidimos meternos por una de ellas. Sin buscarlo, aparecemos en uno de los laterales de la Catedral de San Esteban, la cual se eleva lujosamente en el punto más alto del casco antiguo. La Catedral de San esteban quedó prácticamente destruida tras el devastador incendio de 1662 y volvió a resurgir de las cenizas de la mano del arquitecto italiano Lurago.

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