Viajes por Europa (IV parte). Alemania y Praga: Un viaje por el Patrimonio de la Humanidad 193 Santiago, Santa Rosa de Lima, la Virgen del Carmen, Santa Marta, San Miguel Arcángel, San Judas Tadeo, los Pablos, San Pedro el de las Llaves… Todos, no falta ni San Ignacio el de las cacerolas. Inma dice que me he pasado un poco y que no está ni la mitad de los que digo, pero yo creo que hay incluso más. Pero si el exterior es bello, lo que hipnotiza y genera admiración es el hermosísimo interior, sobresaliendo el impresionante fresco de Johann Jakob Zeiller en la cúpula central que corona la edificación, con una escena en la que se representan el cielo benedictino con sus principales santos y la Santísima Trinidad. ¡Es tanta su belleza que cuesta quitarle los ojos de encima! Del resto, lo mejor es que veáis las fotografías. Para qué más explicaciones. En otro orden de cosas, este Monasterio tiene un apartado que funciona como hotel, intuyo que bastante caro, y también hay un colegio católico en el que imparten clase los monjes. Visto de otra forma, todo un negocio. Pero si hay devotos de la Virgen, no son menos los que acuden a la llamada del sabor de la extraordinaria cerveza que elaboran los 55 monjes benedictinos que residen en la Abadía. Nada menos que siete millones de litros anuales son los que se comercializan con la marca Ettaler Kloster Biere en botellas de medio litro. Para no hacer un feo, compramos unas pocas para regalar a los amigos, como de costumbre. Temo que si nos para la policía, nos multen por contrabando de alcohol. Una barbaridad. Cargados con dos cajas de cerveza de seis unidades cada una, volvemos a la autocaravana para poner rumbo al Palacio de Linderhof. Sólo 11 kilómetros nos separan de él.
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