Viajes por Europa (IV parte). Alemania y Praga: Un viaje por el Patrimonio de la Humanidad 217 La Iglesia de Wies también tiene su propia leyenda. Cuentan que en 1738 una campesina de la zona, vio como brotaban lágrimas de una imagen tallada en madera de Cristo encadenado. Según caían, se iban transformando en perlas preciosas. A partir de aquellos hechos empezaron a llegar peregrinos de todo el país para ver la imagen. Imagino que esto debería ser como Lourdes ó Fátima pero en pequeño, dicho esto con todos los respetos, entiéndaseme. Dos años después se construyó una pequeña capilla para albergar la imagen del Cristo pero en poco tiempo resultó insuficiente. Entre 1745 y 1754, los hermanos Zimmermann diseñaron y construyeron la iglesia actual, gestionada por el cercano monasterio de Steingaden. La Wieskirche se salvó de la demolición en 1802 y 1803 gracias a la oposición de los campesinos locales. Durante el proceso de laicismo de los bienes de la iglesia por el estado de Baviera, y aunque éste decidió derribarla sin miramientos, la presión local lo impidió, permitiendo de ese modo que continuaran las peregrinaciones. La designación de la iglesia como Patrimonio de la Humanidad en 1983, permitió comenzar un largo proceso de restauración que terminaría en 1991 pudiendo de nuevo mostrar toda su belleza interior. Ya no hay excusas, entonces, para privaros de visitar la Wieskirche y de contemplar las maravillas artísticas que ofrece. No poner los pies en esta iglesia sería un sacrilegio por vuestra parte. Advertidos quedáis. Abandonamos la iglesia y paseamos por sus alrededores. Los caballos que pastan en sus aledaños nos sirven de improvisados actores para fotografiar la belleza del entorno. Y es que este es uno de esos lugares donde las imágenes expresan mucho más de lo que os puedo escribir aquí. Es una cuestión de sensaciones lo que realmente genera vivir esta experiencia inolvidable. Salimos del parking de la Wieskirche y en algo más de una hora y media llegamos a Mittenwald. Al pasar por Garmisch-Partenkirchen, un atasco de más de 30 minutos nos permite ver desde una posición privilegiada uno de los centros turísticos más importantes del sur de Baviera. La autocaravana se convierte en una especie de improvisado bús turístico.
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