Alemania y Praga, un viaje por el patrimonio de la humanidad

Viajes por Europa (IV parte). Alemania y Praga: Un viaje por el Patrimonio de la Humanidad 234 La carita de nuestro joven vecino alemán es aun de más felicidad, su perro mueve el rabo y corretea a su alrededor como poseído por el espíritu de Lassie. Javi se descojona. El niño también. En la puerta del parking está la parada de autobuses urbanos que van a la estación central ZOB en el centro de Bamberg. El autobús que hay que coger es el número 50 y los billetes se sacan en una máquina que hay en la marquesina de la parada. El precio es de 2,50€ ida y vuelta para 2 adultos y 1 niño (billete familiar). Las instrucciones están en alemán, y como casi todos los que están en el parking con nosotros son alemanes, van a una velocidad de vértigo sacando billetes. Al ver nuestra dificultad para entender la mecánica del invento, el conductor del bús se presta a ayudarnos y nos saca los billetes él mismo. Un detallazo. Dicho esto, en cinco minutos estamos en el centro de la ciudad. Bamberg, la majestuosa Bamberg, la ciudad que se levantó sobre el mayor casco antiguo de Europa, se sigue conservando en perfecto estado y fijaros si han pasado siglos. Culpa de ello lo tiene también que apenas fue tocado durante la Segunda Guerra Mundial, por lo que casi todo es original y sin apenas retoques, lo cual es muy extraño en un país devastado por las guerras como Alemania. La “Roma de Franconia”, así se conoce a esta preciosa e histórica ciudad del norte de Baviera. Este sobrenombre viene dado porque está construida sobre siete colinas, igual que Roma y tal vez, por qué no decirlo también, por su pasado episcopal; la iglesia lo copaba todo por entonces, amigos. Y ahora también. Y es que, como decía el humorista Josele, “…esto es un negocio, y eso que se empezó sin luz, con una mula y un pesebre…”

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