Alemania y Praga, un viaje por el patrimonio de la humanidad

Viajes por Europa (IV parte). Alemania y Praga: Un viaje por el Patrimonio de la Humanidad 241 Con dos cervezas y una Coca-Cola brindamos por un verano más. Por más amaneceres de autocaravana. Por los amigos incondicionales. Por la charla del año pasado con Paco en Friburgo. Por el cascarrabias de Alfonso y su inolvidable acento gallego. Por el verano del 2006 que fue nuestro estreno. Por el olor a asado de barbacoa del camping Mont Saint Michel. Por la sonrisa perenne de Mari Pili. Por la carita de Javi cuando miraba los fuegos artificiales de Amboise. Por los vaciles de “Cuchi”. Por un año menos duro. Por los paseos por el Jardín del Príncipe. Por el fin de los miedos a conocer nuevos lugares y nuevas culturas. Por los muchos amigos que conocimos y los muchos que vendrán. Por las papas con mojo picón de Pedro y Mari Luz. Por los consejos de María. Por ese arroz prometido en el camping de Cuenca. Por esa incalificable fusión de lenguas cada vez que reservamos un camping. Por estos cuatro años de autocaravana. Por estos cuatro años de enorme felicidad. Por nosotros. Por ti. Por momentos deseo que no se apaguen las bombillas de feria, que no falten las deliciosas Currywurst de los puestos de la ribera del río, o las albóndigas en salsa del Untere Brücke. Ni la cerveza. Ni la música. Ni las jóvenes ataviadas con el traje típico de Bamberg. Ni las sonrisas. Ni las palabras. Y mucho menos los buenos recuerdos... Camino de la ZOB, y para desengrasarnos de las salchichas, de las albóndigas y de la cerveza, hacemos un alto en el camino para tomar un café. Paramos en un delicioso biergarten, que por aquí los llaman Keller, y que está a punto de cerrar. Una tira de pequeñas luces ilumina seis sillas angostas de estilo feria de pueblo. Tres de ellas nos invitan a descansar en su regazo.

RkJQdWJsaXNoZXIy MTMxMjYy