Alemania y Praga, un viaje por el patrimonio de la humanidad

Viajes por Europa (IV parte). Alemania y Praga: Un viaje por el Patrimonio de la Humanidad 29 Las tonalidades van variando conforme el sol va cayendo en el horizonte. Nos sentimos atraídos por esos colores que intrépidamente el Astro Rey plasma sobre cada edificio, cada casa, calle o callejón. Nos dejamos llevar por la intuición y vamos callejeando en busca de esa divina puesta de sol. Nos encontramos con la rampa de subida al castillo que da fama a este pintoresco lugar. Subimos y allí nos detenemos. Miramos hacia todos lados y cada instantánea es mejor aún. A las 20.00h volvemos al camping. Desde la vereda del Loira, el horizonte se ve lejos, y el sol, de un amarillo intenso, pinta con su reflejo cada rincón de manera espectacular. Al caer el sol, miramos hacia a la otra orilla y en el manto nublado del cielo que se esconde tras el castillo se ha formado un arco iris precioso. Sonará poético, metafórico o incluso cursi, pero así tal cual es la escena que vivimos. Y con esa postal y ese recuerdo nos despedimos de Amboise y nos vamos camino de nuestra Challenger donde nos espera la cerveza prometida. Festejamos la noche con varias botellas de cerveza, unos ibéricos de la tierra y una botella de licor de manzana que había guardada en el maletero. Brindamos por nosotros y por todos y, tras una larga tertulia que ni en Intereconomía la mejoran, nos vamos a la cama a dormir bien tarde. Ni qué decir tiene que los adolescentes bebieron Coca-Cola, comieron jamón y ya hace rato que duermen en sus respectivas camas. ¿Y nosotros...? ya veremos cómo nos levantamos nosotros mañana. Pero eso es harina de otro costal. Felices sueños.

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