Alemania y Praga, un viaje por el patrimonio de la humanidad

Viajes por Europa (IV parte). Alemania y Praga: Un viaje por el Patrimonio de la Humanidad 57 Como curiosidad, se puede ver en la carta de platos una de sus especialidades más famosas: las colas de rata, que no dejan de ser pequeños filetes de cerdo flambeados con vino de Calvados. Los frisos de la pared narran en alemán la historia de “El Flautista de Hamelin”. Frente al Rattenfängerhaus se halla otro edificio no menos interesante, el Leisthaus, que hoy alberga el museo principal de la ciudad. En su interior hay una amplia exposición sobre la historia de Hameln. En la Marktplatz suena cada día el carrillón de la Hochzeithaus; la llamada casa de las bodas ha tenido varios usos durante su vida, desde arsenal de armas hasta salón de baile, pasando por centro de reuniones para los vecinos del pueblo. Desde su terraza, cuando hace buen tiempo, los domingos de los meses desde mayo hasta septiembre se representa al aire libre la historia del cuento. Durante media hora se puede presenciar la terrible historia que acaeció por aquí hace más de 700 años, historia que a los niños alemanes se les cuenta cuando no quieren dormir, algo así como a nosotros nos contaban cuando éramos pequeños pero cambiando de protagonista, el nuestro era “el hombre del saco”. Una curiosidad más. Perpendicular a la Osterstrasse, haciendo esquina con la Rattenfängerhaus, está la Bungelosenstrasse, calle en la que, según la leyenda, el flautista reunió a los niños para llevárselos del pueblo y no volver nunca más. Desde entonces en esta calle está prohibida cualquier fiesta o manifestación de alegría, de aquí su nombre Bungelosenstrasse, la Calle sin Tambores.

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