Viajes por Europa (IV parte). Alemania y Praga: Un viaje por el Patrimonio de la Humanidad 89 QQuueeddlliinnbbuurrgg - Estado: Sajonia-Anhalt (Alemania) - Distrito: Harz - Habitantes: 25.000 - Altitud: 123 metros sobre el nivel del mar - Coordenadas GPS: N 51º47’ 00’’ / E 11º 08’ 31’’ - Temperatura el día de la llegada: 19ºC (19:00h) Quedlinburg Sajonia-Anhalt Presidida por un castillo medieval, perfectamente ideado para el comienzo de una aventura de héroes y dragones, visitar Quedlinburg es adentrarse en la explosión de frescura de una ciudad que posee más de 770 edificios históricos, motivo por el cual en 1994 la UNESCO la incluyó dentro de su catálogo de ciudades Patrimonio Cultural de la Humanidad. Cuando el sol empieza a caer y el frescor de la tarde se torna peligroso, entramos al parking de la Wipertistrasse de Quedlinburg. Al igual que en otros lugares que hemos estado, este no es exclusivo de autocaravanas, más bien al contrario, es casi exclusivo de coches. De las 8 plazas específicas para nuestros vehículos, tan sólo tres están ocupadas. Aparcamos junto a una vieja autocaravana Mercedes propiedad de un matrimonio alemán encantador. Nada más llegar, y ante la dificultad de hacer funcionar el posted de la luz, ambos se prestan a echarnos una mano sin necesidad de pedirlo. El setentón matrimonio alemán formado por Frank y su esposa Vicky se deshacen en atenciones con nosotros. Da gusto cruzarse en esta vida con gente así. Tras una breve charla con mezcla de italiano y español, agradecemos su ayuda y les ofrecemos la nuestra por si llegara el caso. Nos cambiamos de ropa, nos ponemos a gusto y nos sentamos a contemplar el atardecer rodeados de autocaravanas alemanas; en poco menos de media hora las cuatro plazas que quedaban libres, han sido ocupadas. Los tonos de naranja y rojo intensos nos regalan una de las postales más bellas de ese viaje. Al acabar la cena, decidimos relajarnos. Pongo un CD de soul y mientras el sonido de la música danza en mis oídos y el calor me arropa en la penumbra, me abandono al silencio del resto del universo; es un instante en el que nada más parece existir. Pasados unos minutos, mis párpados pesan como el plomo y se resisten al sueño. Mi mirada, a través de una pequeña rendija del oscurecedor delantero, observa cautivada la luz tenue de las farolas del exterior y cómo la luna es tapada por unos oscuros nubarrones. La atmósfera de este momento es todo un privilegio; es calma total.
RkJQdWJsaXNoZXIy MTMxMjYy