43 El mas famoso mercado es el mercado de Kemeralti, cerca Bayracli, donde hay un templo dedicado a Atenea. El Lago Karagol es un lugar de esparcimiento para las gentes de Izmir. Marchamos hacia el Norte hacia Balikesir, no nos apetece regresar a sitios ya visitados como Efeso, o Latakia (hace demasiado calor), nos conformaremos con visitar Bursa e Iznit, después Estambul y Edurne, marchando a Bulgaria que hace mas fresquito, una vez descartado el viaje a Irán, que queda como asignatura pendiente, cuando el país encuentre su ritmo y se tranquilice: el hecho de venir a Turquía era ese. En carretera una retención de varias horas por un terrible accidente. Llegamos hacia un centro comercial estupendo donde aparcamos para pasar la noche; conocemos a una pareja encantadora, ella casada con un turco, nos damos los teléfonos para quedar en Estambul, ya que ellos tienen casa allí y me dijeron que me acompañarían al medico, él como traductor. Noche fresquita gracias a Dios. 303,2 Km. N 39º49´39´´ E 28º 07´18´´ Día 21 de julio Hemos llegado a Bursa y vaya ciudad bonita, es fascinante, no podía imaginar que me fuera a gustar tanto. La ciudad fue capital del imperio otomano antes que Edurne. El cementerio Muradiye es lo primero que hemos visto casualmente ya que preguntando por la mezquita verde ha aparecido; hemos dejado el coche en un descampado en obras donde hemos podido poner la AC, sino hubiera sido imposible. Es un lugar lleno de encanto donde reposan los restos de varios sultanes otomanos y donde los ancianos se relacionan para charlar bajo los robles milenarios que proporcionan sombra. La mezquita Muradiye o sea la construida por el sultán Murat está al lado de las tumbas de Osman Bay y de Osan Bey que conquistó la ciudad para el imperio otomano. Nos marchábamos y un gentil anciano nos agarra de la mano y nos conduce a un lugar parecido a los de los morabitos marroquíes con varias tumbas cubiertas con paños como es tradicional en el Islam. Entramos en Bursa la verde. Bajamos a la ciudad y aparcamos en un “Oto park” de una calle empinadísima: la bajada maravillosa, pero me preocupa la subida por mi rodilla que la llevo inflamadísima.
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