10 El pueblo nos sorprende gratamente. Muy turístico y lleno de gente, y lleno de tiendas y restaurantes, pero, sin poderse decir que es bonito, tiene un extraño atractivo. Y, por supuesto, con el lujazo de tener el Mont Blanc y el glaciar de Bossons justo en frente, menudas vistas… Porque sí, esto ya es otra cosa, nada que ver con Sixt-Fer-à-Cheval, ni el pueblo ni, sobre todo, el paisaje: esto sí que no lo hemos visto en Pirineos. Antes que nada, a la oficina de turismo: queremos informarnos bien sobre los forfaits para los teleféricos y del tiempo para mañana en las montañas. La oficina de turismo es enorme, con mucha gente atendiendo, y aunque también hay muchos visitantes, nos toca enseguida. Como siempre, primero pregunto si habla español, aunque éste es el primer sitio en el que de verdad pienso que hay alguna posibilidad de que me respondan que sí: - Bonjour. Parlez vous espagnol? - ¡Sí, perfectamente! –exclama contenta y sonriente-. Bueno, quiero decir, que perfectamente, que podemos hablar en español, no que lo hable perfectamente. - Sí, sí, también lo hablas perfectamente –le respondo, sonriendo. Luego me doy cuenta, a posteriori, de que en la chapita lleva la banderita española (indicando que habla el idioma) y que su nombre, que no recuerdo, es español. Ella habla con acento argentino, y está claro que francesa nativa no es. Nos informa exhaustivamente (¡qué difícil es que alguien te diga algo de utilidad hoy en día en una oficina de turismo!) de las cosas que hay que ver, de los forfaits, de lo que ella nos recomienda… Y termina preguntándonos de dónde somos, y comentando lo mucho que le gustó Madrid cuando estuvo hace poco, nos cuenta cómo se pasó un día entero en el Reina Sofía, y lo bien que se come… Una chica muy simpática. También nos ha dicho que mañana y pasado anuncian buen tiempo en las alturas, así que decidido: antes que nada, vamos a comprar los pases para dos días para todos los teleféricos, telesillas, trenes y demás, del valle. El Mont Blanc Multipass. Para los cuatro, nos sale por unos 350€. Un buen pico, pero si vienes hasta aquí, es para esto. El resto del día lo dedicamos a comer en una terraza en la que encontramos sitio (porque están todos los bares a tope, de americanos sobre todo, aunque también hay muchos turistas indios; de la India; que hablar de americanos e indios suena al lejano oeste…) y a pasear por Chamonix. Y tempranito, nos vamos a la AC a cenar a eso de las 7 de la tarde (nada más cruzar la frontera cambiamos nuestros horarios de comida a los franceses; y a mí me gustan, lo reconozco), y a la cama a eso de las 9, que mañana nos toca madrugón: tenemos reserva para el primer teleférico que sube a la aguja, a las 6:20. Nos levantaremos a las 4:30, que hay que desayunar, hacer las camas, preparar bocatas, y llegar hasta el teleférico. Queremos ser los primeros en subir, que luego dicen que se pone aquello a reventar de gente, y no es lo mismo. Y ver amanecer en las montañas…
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