13 Porque el resto SÍ que merece la pena. Una pasada. Una auténtica pasada. Asomarte a esas terrazas, contemplar los Alpes en su inmensidad (porque los Alpes “de verdad” empiezan ahí, detrás del Mont Blanc y de la Aiguille, en dirección hacia Suiza, y no se ven desde abajo), sentir el aire helado, contemplar los glaciares, la nieve, la roca… es una pasada. ¡Incluso se ve el Cervino, y está a 63 km de distancia en línea recta! Y no, por muchas fotos que hagas, no le harán justicia. Pasamos tres horas en lo alto de la aguja, y se pasaron volando. Contemplando montañas, contemplando glaciares, disfrutando del frío y el sol, disfrutando de la inmensidad de la naturaleza salvaje… aunque fuera en plan dominguero asomados a una barandilla sin llegar a pisar la roca.
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