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Prólogo
Bueno, bueno, ay que ver como pasa el tiempo… Hace nada volvíamos de
Extremadura y ya estamos de nuevo en ruta. “Carpe díem”, como dijo aquél… Hay que
aprovechar el tiempo. Y eso hemos hecho. No hay nada que más nos guste que coger
nuestro caracolillo y “xano-xano” ir en busca de nuevas tierras, nuevas gentes… En
definitiva, nuevas culturas que nos hagan más sabios en este gran camino de la vida.
Este año decidimos adentrarnos en Bélgica y los Países Bajos (Holanda). Por si
alguien no lo sabe, Holanda es también llamada de ese modo por la característica que la
hace única: está situada por debajo del nivel del mar. Y en Holanda, eso lo podeis, sin duda,
comprobar.
Benelux lo conforman Bélgica, Holanda (Nederlands) y Luxemburgo. Y a menudo se
suele confundir con los Países Bajos, quizá porque antiguamente estos tres países fueron
uno solo, hablando en términos políticos.
Están dentro de la Unión Europea, por tanto, euro al canto y fuera historias de
cambio de moneda.
He de decir que, después de indagar en páginas turísticas de Holanda pensé: “pues ir
para ver eso… ¿qué quieres que te diga? Es perder el tiempo. ¿Me puedes decir aparte de
Amsterdam qué más hay, porque…?”. Sí, eso pensé y fue porque esas páginas, a mi parecer,
no venden el país, sino que se lo quedan para ellos. Y no son tontos, creednos.
Menos mal que uno de nosotros tuvo la gran suerte de conocer Europa de bien
pequeño y dijo aquello de: “pero, ¿qué dices? Holanda es preciosa”. Y gracias a que se le
hizo caso, hoy podemos recordar nuestro paso por aquellas tierras con una gran sonrisa en
la boca y unos ojillos vidriosos que delatan lo mucho que disfrutamos en ellas.
Bueno, que no nos hemos presentado. Somos Jorge y Alicia. O Alicia y Jorge, como
se quiera. Tenemos nuestro “hijito”, Pancho, un westy precioso y muy majo que, por
desgracia, no nos puede acompañar en nuestros largos trayectos. Pero sí en los cortos.
Este año no fuimos solos. No. Nos acompañaron dos grandes amigos, Víctor y
Marta. O Marta y Víctor, que es lo mismo.
Nos definimos como unos “turistas cañeros” y reconocemos que a veces, es necesario
pisar el freno, no sé si me explico. Nos gusta verlo todo, descubrir rincones desconocidos,
encontrar fotos de ensueño… Y no necesariamente para utilizar una cámara. Como
solemos decir, no pasa nada si nos quedamos sin batería. Lo importante es que tenemos
una tarjeta de memoria infinita que siempre reserva un hueco para momentos estelares
que recordar. Y de esas, amigos, por suerte en estos casos, todos tenemos una.
Esta, por tanto, no es una guía donde abunden las fotos. Preferimos que todo os
sorprenda cuando lo veais con vuestros propios ojos en persona. Que disfruteis.
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