JotaCe
hablador
Este año ha tocado Francia, y hemos aprovechado para visitar el Puy du Fou, el llamativo pero poco conocido parque temático francés.
Algunos lo conoceréis, otros no. Para los últimos, aparte de poder echar un vistazo por aquí, simplemente comentar que es un parque temático algo diferente: aquí no hay atracciones "de subirse", no hay montañas rusas... todo son espectáculos que reviven (a su modo, luego comentaremos) diferentes momentos de la historia... francesa. O dicho de otra forma, de la historia de occidente, pero con su toque "français" (por ejemplo, el espectáculo de Roma es en la Galia, el de los vikingos atacando una aldea gala, el de la 1ªG.M. en una trinchera francesa...). ¿Chovinismo...? Bueno... c'est la France!
Primero, lo práctico: a quien se pregunte, como nosotros en su momento, si se necesitan uno o dos días, confirmar que mucho mejor dos días. Con uno y exprimiendo el horario desde la apertura hasta el cierre y corriendo de espectáculo a espectáculo, quizás pueda verse el 75-80%, pero es imposible verlo todo, y además acabarás agotado. Con dos días vas más tranquilo (aunque sigues corriendo de uno a otro tras haberte hecho el planning para encajarlo, pues hay horarios de pase para cada espectáculo), y puedes salir por la tarde al camping a darte una ducha o zambullirte en la piscina y cenar, para luego volver al espectáculo nocturno (en nuestro caso, el reducido, pues el principal, la Cinéscénie, se paga aparte y se agota con muchos meses de antelación). Mucho mejor dos días; además, el segundo es más barato.
¿Merece la pena el parque? Sí, merece la pena, aunque con matices. Lógicamente, cuantos más parques temáticos conozcas (nosotros ya llevamos unos cuantos, nacionales e internacionales...), menos te impactará, pero aún así hay cosas realmente originales. Curiosamente, a mí lo que esperaba que más me impactase al final fue lo que menos, y viceversa. Pero está bien. El espectáculo nocturno (Les Orgues de Feu), una auténtica pasada; la Cinéscénie debe ser una maravilla.
Lógicamente, unos espectáculos te gustan más y otros menos. Normal. Malo, malo, para mí hubo sólo uno (el Gran Carillón, una tomadura de pelo), buenos-buenos quizás uno y medio, pero de un nivel medio-alto con momentos altos, la mayoría.
Lo que nos llamó la atención (para mal) fueron los guiones. Os voy a comentar un poco (enrollándome, que es lo mío ) cómo nos fueron sorprendiendo esos toques... digamos conservadores, por ser sutiles... a los que finalmente encontramos explicación (muy poco gratificante).
El primer espectáculo que vimos fue "La dernier panache" (los espectáculos se escuchan traducidos con unos cascos, no temáis): una dramatización muy bien escenificada en un teatro alucinante (no doy detalles, hay que verlo) de un episodio desconocido para nosotros de la historia francesa: el levantamiento contrarrevolucionario de La Vendée. Desconocedores absolutos del tema, no hubo mucho que opinar sobre el fondo, más bien disfrutar de la escenificación (siempre muy buena), pero yo salí un poco mosca con un mensaje en el que la Revolución Francesa parecía un nido de víboras asesinas y los que aparecían como héroes/mártires tenían todos relación con la aristocracia y el clero. En su momento no le di mayor importancia, pues no conocía el episodio histórico, pero me resultó chocante...
Luego vino "El secreto de la lanza", donde en un espectáculo puramente medieval cuelan la aparición de ángeles, una santa y milagros para salvarlos a todos. Esto ya apesta bastante, la verdad. El espectáculo, bien; el mensaje, rancio.
Llegan los vikingos. Aquí no hay mucho que rascar, ¿no? Total, unos vikingos feroces van a atacar una aldea. Espectáculo, sangre y fuego, eso es lo que uno espera. Y lo hay (bueno, sangre no, en eso son sutiles, las muertes son limpias). Pero resulta que de nuevo los aldeanos sacan las reliquias del santo de la iglesia, que resucita vestido de obispo con su báculo y todo, salva al pueblo del ataque, y hasta termina convirtiendo a los sanguinarios vikingos, que se arrodillan contritos. Reímos por no llorar. Los efectos especiales y tal, geniales, repito. El guión... en fin...
Los romanos y su circo... Bueno, empieza con el chovinismo habitual de todos los espectáculos, con sus gritos de independentismo galo y demás, lo cual no nos choca, en parte es comprensible (estamos en Francia), y por otra era de esperar... Pero enseguida deriva al ya habitual toque religioso: los cristianos en el circo, el romano converso... Sin dar demasiados detalles, hay más milagros de por medio y todo termina con símbolos cristianos (el pececillo) cubriendo todo el anfiteatro. A mi mujer y a mí, ante tanta inyección religiosa como llevamos en el cuerpo, parece que nos va a empezar a dar reacción y salir sarpullido, pero en fin... Ah, en este caso el espectáculo nos parece de los más flojos, aunque pretende ser el más llamativo (a nuestro hijo pequeño, en cambio, es el que más le gustó).
Bueno, no me enrollo más sobre el tema, pero el pestazo religioso de los guiones me dejó muy mosqueado. Aquello parecía subvencionado por el Vaticano. ¡Y se supone que Francia es un país laico! Me anoté mentalmente que tenía que investigar aquello, por curiosidad; evidentemente, había interés ideológico detrás, algún grupo religioso o similar debía ser inversor del Puy du Fou...
Pues bien, no, ni el Vaticano ni la rama gala del OPUS, peor: resulta que el Puy du Fou fue creado por un ultraderechista francés, una especie de Le Pen venido a menos (Puy du Fou was founded by Philippe de Villiers, the right-wing leader of the Movement for France party, a local politician who ran the Vendée département for over 20 years, and has his own brand of Catholic, traditionalist, nationalist, anti-immigration, eurosceptic politics.)
En fin... es lo que hay. Lo que más me fastidia es que el parque, si te tapas un poco la nariz ante esos toques rancios, merece la pena, pero que el dinero se lo lleve un tipo como éste me gusta menos. Aunque parece inevitable que al final el dinero, por una vía o por otra, se lo llevan siempre los que menos lo merecen. Pero esa es otra historia...
Algunos lo conoceréis, otros no. Para los últimos, aparte de poder echar un vistazo por aquí, simplemente comentar que es un parque temático algo diferente: aquí no hay atracciones "de subirse", no hay montañas rusas... todo son espectáculos que reviven (a su modo, luego comentaremos) diferentes momentos de la historia... francesa. O dicho de otra forma, de la historia de occidente, pero con su toque "français" (por ejemplo, el espectáculo de Roma es en la Galia, el de los vikingos atacando una aldea gala, el de la 1ªG.M. en una trinchera francesa...). ¿Chovinismo...? Bueno... c'est la France!
Primero, lo práctico: a quien se pregunte, como nosotros en su momento, si se necesitan uno o dos días, confirmar que mucho mejor dos días. Con uno y exprimiendo el horario desde la apertura hasta el cierre y corriendo de espectáculo a espectáculo, quizás pueda verse el 75-80%, pero es imposible verlo todo, y además acabarás agotado. Con dos días vas más tranquilo (aunque sigues corriendo de uno a otro tras haberte hecho el planning para encajarlo, pues hay horarios de pase para cada espectáculo), y puedes salir por la tarde al camping a darte una ducha o zambullirte en la piscina y cenar, para luego volver al espectáculo nocturno (en nuestro caso, el reducido, pues el principal, la Cinéscénie, se paga aparte y se agota con muchos meses de antelación). Mucho mejor dos días; además, el segundo es más barato.
¿Merece la pena el parque? Sí, merece la pena, aunque con matices. Lógicamente, cuantos más parques temáticos conozcas (nosotros ya llevamos unos cuantos, nacionales e internacionales...), menos te impactará, pero aún así hay cosas realmente originales. Curiosamente, a mí lo que esperaba que más me impactase al final fue lo que menos, y viceversa. Pero está bien. El espectáculo nocturno (Les Orgues de Feu), una auténtica pasada; la Cinéscénie debe ser una maravilla.
Lógicamente, unos espectáculos te gustan más y otros menos. Normal. Malo, malo, para mí hubo sólo uno (el Gran Carillón, una tomadura de pelo), buenos-buenos quizás uno y medio, pero de un nivel medio-alto con momentos altos, la mayoría.
Lo que nos llamó la atención (para mal) fueron los guiones. Os voy a comentar un poco (enrollándome, que es lo mío ) cómo nos fueron sorprendiendo esos toques... digamos conservadores, por ser sutiles... a los que finalmente encontramos explicación (muy poco gratificante).
El primer espectáculo que vimos fue "La dernier panache" (los espectáculos se escuchan traducidos con unos cascos, no temáis): una dramatización muy bien escenificada en un teatro alucinante (no doy detalles, hay que verlo) de un episodio desconocido para nosotros de la historia francesa: el levantamiento contrarrevolucionario de La Vendée. Desconocedores absolutos del tema, no hubo mucho que opinar sobre el fondo, más bien disfrutar de la escenificación (siempre muy buena), pero yo salí un poco mosca con un mensaje en el que la Revolución Francesa parecía un nido de víboras asesinas y los que aparecían como héroes/mártires tenían todos relación con la aristocracia y el clero. En su momento no le di mayor importancia, pues no conocía el episodio histórico, pero me resultó chocante...
Luego vino "El secreto de la lanza", donde en un espectáculo puramente medieval cuelan la aparición de ángeles, una santa y milagros para salvarlos a todos. Esto ya apesta bastante, la verdad. El espectáculo, bien; el mensaje, rancio.
Llegan los vikingos. Aquí no hay mucho que rascar, ¿no? Total, unos vikingos feroces van a atacar una aldea. Espectáculo, sangre y fuego, eso es lo que uno espera. Y lo hay (bueno, sangre no, en eso son sutiles, las muertes son limpias). Pero resulta que de nuevo los aldeanos sacan las reliquias del santo de la iglesia, que resucita vestido de obispo con su báculo y todo, salva al pueblo del ataque, y hasta termina convirtiendo a los sanguinarios vikingos, que se arrodillan contritos. Reímos por no llorar. Los efectos especiales y tal, geniales, repito. El guión... en fin...
Los romanos y su circo... Bueno, empieza con el chovinismo habitual de todos los espectáculos, con sus gritos de independentismo galo y demás, lo cual no nos choca, en parte es comprensible (estamos en Francia), y por otra era de esperar... Pero enseguida deriva al ya habitual toque religioso: los cristianos en el circo, el romano converso... Sin dar demasiados detalles, hay más milagros de por medio y todo termina con símbolos cristianos (el pececillo) cubriendo todo el anfiteatro. A mi mujer y a mí, ante tanta inyección religiosa como llevamos en el cuerpo, parece que nos va a empezar a dar reacción y salir sarpullido, pero en fin... Ah, en este caso el espectáculo nos parece de los más flojos, aunque pretende ser el más llamativo (a nuestro hijo pequeño, en cambio, es el que más le gustó).
Bueno, no me enrollo más sobre el tema, pero el pestazo religioso de los guiones me dejó muy mosqueado. Aquello parecía subvencionado por el Vaticano. ¡Y se supone que Francia es un país laico! Me anoté mentalmente que tenía que investigar aquello, por curiosidad; evidentemente, había interés ideológico detrás, algún grupo religioso o similar debía ser inversor del Puy du Fou...
Pues bien, no, ni el Vaticano ni la rama gala del OPUS, peor: resulta que el Puy du Fou fue creado por un ultraderechista francés, una especie de Le Pen venido a menos (Puy du Fou was founded by Philippe de Villiers, the right-wing leader of the Movement for France party, a local politician who ran the Vendée département for over 20 years, and has his own brand of Catholic, traditionalist, nationalist, anti-immigration, eurosceptic politics.)
En fin... es lo que hay. Lo que más me fastidia es que el parque, si te tapas un poco la nariz ante esos toques rancios, merece la pena, pero que el dinero se lo lleve un tipo como éste me gusta menos. Aunque parece inevitable que al final el dinero, por una vía o por otra, se lo llevan siempre los que menos lo merecen. Pero esa es otra historia...