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para quien no lo sepa ya, diré que pasé parte de mi infancia en una cuidad francesa en la que el color predominante era el gris, un gris que unía el asfalfalto con el cielo de una forma diariamente monotona, por eso el momento más esperado del año eran las vacaciones de verano, el momento de volver a un lugar donde el sol rellena de colores el paisaje y de alegría el corazón de las gentes, el momento de sentir el calor de lo grados y de la familia.
No es de extrañar que , dada mi condicion de niño, mi lugar favorito fuese la playa, adonde acampabamos toda la familia como orgullosos domingueros. Despues de los interminables viajes del coche a la orilla, el chambao quedaba montado y bajo el mismo mis tías se apresuraban a ejecutar los preparos de la siempre sobredimensionada comida.
Los niños nos dedicabamos a los quehaceres playeros infantiles, luchar con las olas y hacer castillos de arena, aunque anhelabamos jugar con el balón, salvo que no hubiera nadie alrededor en millas a la redonda, no nos estaba permitido.
Un día estaba yo con mi primo haciendo uno de esos fragiles castillos que tratan de detener las olas, yo estaba en una esquina y él en la otra cuando empezamos a comparar la importancia de nuestras torres. La mia es más grande que la tuya... pero la mía es más ancha.. de pronto de un paletazo certero de mi primo mi torre se derrumbó, logicamente la suya cayó a continuación y lo siguiente fue... una bola de arena que me impacto en la cara y me cegó los ojos.
La arena,, pese a su aspecto inofensivo, puede llegar a doler mucho, sobre todo si está mojada, sobre todo si quien te la arroja es tu primo, alguien con quien ya has hecho muchos castillos y quien ha estado a tu lado en tus cruzadas contra las olas.
Como puede me levanté fui a la orilla y con agua salada me lavé los ojos, la rabia, que se había apoderado de mí crecía cada vez que el agua salada incrementaba el picor de mis ojos. En cuanto fui capaz de convertir en imagenes la luz que empezaba a inundar mis ojos ya limpios de arena, llené mis manos de la arena más llena de piedras que encontré y me dispuse a vengarme de la afrenta recibida... así que durante un buen rato mi primo y yo nos perseguimos por toda la playa arrojandonos con furia toda la arena por segundo de la que eramos capaces.
Pero, la batallas de arena no las gana nunca nadie, los que intervienen en ellas siempre acaban perdidos de arena, desde los pies hasta los cabellos y aunque a todos los queda el consuelo de decir, mira como te he puesto, todos saben que la guerra ha sido inutil, todos se han llenado de arena.
Frustrado, dolorido y rabioso me fui al chambao, y le dije a mi madre que quería que nos fuésemos a casa. Mi madre que andaba muy atareada pelando tomaes y departiendo con mis tías, me miró, se sonrió de verme tan ofuscado y me dijo " anda niño dejate de tonterías y date un baño, no ves que buena está el agua y el sol tan magnifico que hace".
Yo , me quedé allí un momento parado, callado, aturdido por la andanada, pensando que como siempre mi madre no me hacía caso porque lo mio... eran tonterías. Pero sin darme cuenta, la orilla empezó a llamarme, es lo que tiene el mar, que te hipnotiza con sus olas, con sus remolinos siempre diferentes, con su sonido maravillosamente repetitivo; las olas barrieron de mi pensamiento la arena que se había incrustado en él y ... salí del chambao con la sola idea de zambullirme.
Mi primo estaba ahí fuera, esperando que saliera de la fortaleza protectora del chambao para ...darme lo mio... pero cuando pasé por su lado y me arrojó la arena que guardaba para mi.. yo no lo hice caso, seguí sin variar mi trayectoria pese al picor producido por el impacto y me metí en el agua, y dejé que la sensación de su masaje ocupara mi mente, al rato cuando salí a secarme el sol me recibió con su reconfortante calidez. Despues de todo, me pasaba todo el año soñando con disfrutar de aquellas sensaciones así que... que importaba lo demás?
Al momento estaba construyendo de nuevo castillos paraolas, esta vez con los niños de la familia de al lado, al rato mi primo se cansó de observarnos, vacio sus manos de arena y ... se unió a nosotros.
Naturalmente, como otros tantos días, fue un estupendo día de playa, pero cuando ahora lo miro, cuando ahora lo recuerdo, es cuando comprendo las palabras de mi madre. Ese "niño dejate de tonterías" que entonces sonaba a reproche hueco y repetitivo me suena ahora a sabiduría, la sabiduría de quien te quiere de verdad y trata de hacerte comprender la verdadera importancia de las cosas; y lo cierto es que me estaba perdiendo un maravilloso día de sol y playa por culpa de una estupida batalla de arena.
Tal vez tengamos que lamentar que como nos hemos hecho adultos nuestras madres no se atreven a decirnos más a menudo aquello de "niño dejate de tonterias"; puede que solo ellas tengan el derecho a decirnoslo, puede que solo ellas puedan decirnoslo de verdad.
Desde aquel día, cuando alguien me arroja arena, me acerco a la orilla y con su espumosa agua me lavo los ojos, solo para tenerlos los suficientemente limpios para poder ver el maginifico espectaculo del sol reflejado en la cresta de las olas y os aseguro que, en un instante, tu pensamiento se dá cuenta de que, lo demás ... solo son tonterías. Porque no hay arena suficiente para parar la fuerza de la olas, ni para tapar la luz del sol, salvo que tu mismo dejes que la arena te ciegue los ojos.
Pd. dedicado a:
- especialmente a una familia que cuando lo lea, lo sabrá.
- a los foreros que por un "quitame allá de estos posts" han decido recluirse en la sombra del chambao
- a los organizadores de webcampadas que por las criticas de unos pocos, olvidaron la satifacciones de los otros muchos.
- a los amigos que perdí en los avatares de la vida.
- a mi primo, por volver a hacer castillos de arena conmigo.
- a mi madre, porque siempre fui su hijo.
No es de extrañar que , dada mi condicion de niño, mi lugar favorito fuese la playa, adonde acampabamos toda la familia como orgullosos domingueros. Despues de los interminables viajes del coche a la orilla, el chambao quedaba montado y bajo el mismo mis tías se apresuraban a ejecutar los preparos de la siempre sobredimensionada comida.
Los niños nos dedicabamos a los quehaceres playeros infantiles, luchar con las olas y hacer castillos de arena, aunque anhelabamos jugar con el balón, salvo que no hubiera nadie alrededor en millas a la redonda, no nos estaba permitido.
Un día estaba yo con mi primo haciendo uno de esos fragiles castillos que tratan de detener las olas, yo estaba en una esquina y él en la otra cuando empezamos a comparar la importancia de nuestras torres. La mia es más grande que la tuya... pero la mía es más ancha.. de pronto de un paletazo certero de mi primo mi torre se derrumbó, logicamente la suya cayó a continuación y lo siguiente fue... una bola de arena que me impacto en la cara y me cegó los ojos.
La arena,, pese a su aspecto inofensivo, puede llegar a doler mucho, sobre todo si está mojada, sobre todo si quien te la arroja es tu primo, alguien con quien ya has hecho muchos castillos y quien ha estado a tu lado en tus cruzadas contra las olas.
Como puede me levanté fui a la orilla y con agua salada me lavé los ojos, la rabia, que se había apoderado de mí crecía cada vez que el agua salada incrementaba el picor de mis ojos. En cuanto fui capaz de convertir en imagenes la luz que empezaba a inundar mis ojos ya limpios de arena, llené mis manos de la arena más llena de piedras que encontré y me dispuse a vengarme de la afrenta recibida... así que durante un buen rato mi primo y yo nos perseguimos por toda la playa arrojandonos con furia toda la arena por segundo de la que eramos capaces.
Pero, la batallas de arena no las gana nunca nadie, los que intervienen en ellas siempre acaban perdidos de arena, desde los pies hasta los cabellos y aunque a todos los queda el consuelo de decir, mira como te he puesto, todos saben que la guerra ha sido inutil, todos se han llenado de arena.
Frustrado, dolorido y rabioso me fui al chambao, y le dije a mi madre que quería que nos fuésemos a casa. Mi madre que andaba muy atareada pelando tomaes y departiendo con mis tías, me miró, se sonrió de verme tan ofuscado y me dijo " anda niño dejate de tonterías y date un baño, no ves que buena está el agua y el sol tan magnifico que hace".
Yo , me quedé allí un momento parado, callado, aturdido por la andanada, pensando que como siempre mi madre no me hacía caso porque lo mio... eran tonterías. Pero sin darme cuenta, la orilla empezó a llamarme, es lo que tiene el mar, que te hipnotiza con sus olas, con sus remolinos siempre diferentes, con su sonido maravillosamente repetitivo; las olas barrieron de mi pensamiento la arena que se había incrustado en él y ... salí del chambao con la sola idea de zambullirme.
Mi primo estaba ahí fuera, esperando que saliera de la fortaleza protectora del chambao para ...darme lo mio... pero cuando pasé por su lado y me arrojó la arena que guardaba para mi.. yo no lo hice caso, seguí sin variar mi trayectoria pese al picor producido por el impacto y me metí en el agua, y dejé que la sensación de su masaje ocupara mi mente, al rato cuando salí a secarme el sol me recibió con su reconfortante calidez. Despues de todo, me pasaba todo el año soñando con disfrutar de aquellas sensaciones así que... que importaba lo demás?
Al momento estaba construyendo de nuevo castillos paraolas, esta vez con los niños de la familia de al lado, al rato mi primo se cansó de observarnos, vacio sus manos de arena y ... se unió a nosotros.
Naturalmente, como otros tantos días, fue un estupendo día de playa, pero cuando ahora lo miro, cuando ahora lo recuerdo, es cuando comprendo las palabras de mi madre. Ese "niño dejate de tonterías" que entonces sonaba a reproche hueco y repetitivo me suena ahora a sabiduría, la sabiduría de quien te quiere de verdad y trata de hacerte comprender la verdadera importancia de las cosas; y lo cierto es que me estaba perdiendo un maravilloso día de sol y playa por culpa de una estupida batalla de arena.
Tal vez tengamos que lamentar que como nos hemos hecho adultos nuestras madres no se atreven a decirnos más a menudo aquello de "niño dejate de tonterias"; puede que solo ellas tengan el derecho a decirnoslo, puede que solo ellas puedan decirnoslo de verdad.
Desde aquel día, cuando alguien me arroja arena, me acerco a la orilla y con su espumosa agua me lavo los ojos, solo para tenerlos los suficientemente limpios para poder ver el maginifico espectaculo del sol reflejado en la cresta de las olas y os aseguro que, en un instante, tu pensamiento se dá cuenta de que, lo demás ... solo son tonterías. Porque no hay arena suficiente para parar la fuerza de la olas, ni para tapar la luz del sol, salvo que tu mismo dejes que la arena te ciegue los ojos.
Pd. dedicado a:
- especialmente a una familia que cuando lo lea, lo sabrá.
- a los foreros que por un "quitame allá de estos posts" han decido recluirse en la sombra del chambao
- a los organizadores de webcampadas que por las criticas de unos pocos, olvidaron la satifacciones de los otros muchos.
- a los amigos que perdí en los avatares de la vida.
- a mi primo, por volver a hacer castillos de arena conmigo.
- a mi madre, porque siempre fui su hijo.