kraus
Caminante
29 de Diciembre de 2012: Nubosidad variable con probabilidad de lluvia.
Esta era la predicción del tiempo pero decidimos que subiríamos al Yelmo. Héctor no había hecho la cima y para mí era la oportunidad de estar un día con mi hijo. Saldríamos temprano para volver a comer a casa.
A las 8:18 estábamos en marcha, con la luz del alba (la hora prevista de salida del sol era las 8:30). Había caído una buena pelona y las huellas del Kraus quedaron marcadas en los escalones de casa.
Porque el Kraus no podía faltar aunque la cima del Yelmo está vetada para él.
Con el cielo despejado subimos por la avenida de la Pedriza bien arropados pues la temperatura era baja. Llegamos a “Casa Julián” y nos metimos por el callejón que sube hacia el Parque. No se puede dudar en el primer cruce pues la pintada en la piedra indica que tenemos que girar a la izquierda. Empezamos a subir por la senda conocida como “De Las Carboneras”. Las marcas del PR son antiguas pero se ven bien mientras se asciende por un suelo muy irregular.
El amanecer iluminó unas nubes altas hacia el este y, a lo lejos, las nieblas cubrían las zonas bajas de la provincia.
En escasos minutos el sol traspasó esas nieblas para que pudiéramos ver el amanecer
En cuanto el sol tomó un poco de altura empezamos a notar su calor sobre la piel.
Llegaríamos a la Cañada de la Pedriza. Siguiéndola dirección este, recién repintada como GR10, se va hacia la senda de la Rinconada y hacia el Hueco del Recuenco. Hacia el oeste, se baja a Canto Cochino.
Buscaríamos la continuación de La Carbonera cruzando la Cañada manteniendo la misma dirección.
Ese mismo calor que nosotros sentimos, lo debieron sentir los buitres leonados que, a pesar de la hora temprana –eran las 9:30- empezaron sus vuelos en busca de térmicas.
En las umbrías se nos recordaba que la noche había sido fría
Pero el cielo hacia el oeste estaba limpio y el sol ganaba la batalla a las sombras.
Seguí tirando fotos a los buitres pues el ángulo del sol iluminaba por debajo de sus alas
Hasta el Kraus se quedó extasiado viendo como, a solas o en grupo, estas grandes aves iban ganando altura
Seguiríamos subiendo y, cerca del Collado de la Encina, vemos que las sombras estaban asediando el Monte de San Pedro,…
… y empezaban el ataque al Santillana…
… y al Castillo de los Mendoza
Un gran rebaño de cabra salvaje nos recibiría en el collado
Esta era la predicción del tiempo pero decidimos que subiríamos al Yelmo. Héctor no había hecho la cima y para mí era la oportunidad de estar un día con mi hijo. Saldríamos temprano para volver a comer a casa.
A las 8:18 estábamos en marcha, con la luz del alba (la hora prevista de salida del sol era las 8:30). Había caído una buena pelona y las huellas del Kraus quedaron marcadas en los escalones de casa.
Porque el Kraus no podía faltar aunque la cima del Yelmo está vetada para él.
Con el cielo despejado subimos por la avenida de la Pedriza bien arropados pues la temperatura era baja. Llegamos a “Casa Julián” y nos metimos por el callejón que sube hacia el Parque. No se puede dudar en el primer cruce pues la pintada en la piedra indica que tenemos que girar a la izquierda. Empezamos a subir por la senda conocida como “De Las Carboneras”. Las marcas del PR son antiguas pero se ven bien mientras se asciende por un suelo muy irregular.
El amanecer iluminó unas nubes altas hacia el este y, a lo lejos, las nieblas cubrían las zonas bajas de la provincia.
En escasos minutos el sol traspasó esas nieblas para que pudiéramos ver el amanecer
En cuanto el sol tomó un poco de altura empezamos a notar su calor sobre la piel.
Llegaríamos a la Cañada de la Pedriza. Siguiéndola dirección este, recién repintada como GR10, se va hacia la senda de la Rinconada y hacia el Hueco del Recuenco. Hacia el oeste, se baja a Canto Cochino.
Buscaríamos la continuación de La Carbonera cruzando la Cañada manteniendo la misma dirección.
Ese mismo calor que nosotros sentimos, lo debieron sentir los buitres leonados que, a pesar de la hora temprana –eran las 9:30- empezaron sus vuelos en busca de térmicas.
En las umbrías se nos recordaba que la noche había sido fría
Pero el cielo hacia el oeste estaba limpio y el sol ganaba la batalla a las sombras.
Seguí tirando fotos a los buitres pues el ángulo del sol iluminaba por debajo de sus alas
Hasta el Kraus se quedó extasiado viendo como, a solas o en grupo, estas grandes aves iban ganando altura
Seguiríamos subiendo y, cerca del Collado de la Encina, vemos que las sombras estaban asediando el Monte de San Pedro,…
… y empezaban el ataque al Santillana…
… y al Castillo de los Mendoza
Un gran rebaño de cabra salvaje nos recibiría en el collado