¡¡¡¡Eiiiiiiiiiiiii!!!: No me empujen, que no es para tanto.
Como buenos españolitos, nos quedamos con la casuística subjetiva, o sea: con el caso paradigmático de si el niño puede o no puede entrar olvidando algo tan elemental como si debe o no debe entrar. Igual con otras muchas circunstancias de la ley.
Las leyes regulan, y si regulan al tiempo prohiben. Una escopeta no mata, pero quien aprieta el gatillo sí. Un coche no mata, pero si se conduce y al tiempo se fuma o se atiende el teléfono, es palmario que se incurre en irresponsabilidad. Todo esto es casuística subjetiva: Yo puedo atender el teléfono, fumar, chupar un helado y conducir... pero ese no es el problema, sino la capacidad de cada ciudadano de cumplir la norma; y, si no hay norma, de no invadir el derecho de los demás.
Así que me traen al fresco determinadas cuestiones de la nueva ley; como me traen al fresco esos 9 de cada 10 bares o cafeterías que optaron por aceptar los humos. Lo que no entiendo es que los fumadores estén tan preocupados, si de cada 10, 9, están a su disposición.
Por mi parte me he limitado a cambiar de rutina: Le he dicho al dueño de la cafetería donde tomo un cafè diario y leo el "As", que hace bien aceptar fumadores... y que, lógicamente, el que se queda en la **** calle soy yo. Y esto no es una tontería: al forzarme a buscar otro acomodo, me saca de la rutina, y pierde un cliente para siempre, que lo gana otro establecimiento.
Ya en lo más general, resulta que los fumadores vienen a ser más o menos el 25% del censo de españoles y españolas. A la larga, los que hoy nos cierran las puertas, terminarán abriédolas... y veremos, si la decisión no es tardía. Por otro lado, el día 31 en la casa de mi hijo que es fumador, lo habitual es que los demás aguantásemos (paa eso es su casa y nosotros los invitados) sus fumatas y las de un joven cuñado suyo. Pero tras despotricar contra la ley, y sin que nadie le indicase nada, los dos se fueron a fumar un pitillo a la terraza... y la temperatura sería de cero grados... Algo, pues, se está consiguiendo: RESPETO.
El alcohol, el tabaco y el juego, me dijo mi padre cuando era niño, que me cuidase de ellos; hoy hay que añadir que de las drogas. A mi me ha ido bien seguir ese consejo. Pero mi vida es mía y la vivo yo; y mi esposa me lo agradece ya que nunca me vió borracho (ni lo he estado), ni ha tenido que aguantar esa peste maloliente que rodea a un fumador; del juego, apenas me asomé a él, comprendí que el consejo de mi padre, también en esto era acertado. Fue una buena herencia.
Cordiales saludos.