Mirador del Río, en Lanzarote
El famoso y reconocido artista César Manrique ha sido quien mejor ha sabido respetar la esencia de Lanzarote y conjugarla con el arte y la estética. En el Mirador del Río, mezcló como nunca el binomio arte y naturaleza.
Esta obra ofrece actualmente una vista privilegiada sobre la isla de La Graciosa y todo el archipiélago Chinijo, permitiendo que el visitante se integre con el paisaje. Pero, además, el propio mirador es en sí mismo una pequeña obra de arte natural.
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Mirador del Valle (Toledo)
Curiosamente, la mejor manera de ver Toledo es saliendo de la ciudad. La Carretera de Circunvalación, o Ronda del Valle, ofrece las mejores perspectivas de una de las ciudades más bellas de España. Esta ruta permite apreciar detalles que a veces se pierden en el entramado de callejones, iglesias y casas nobles del casco histórico. El resultado es una postal de esta histórica ciudad.
Toledo ocupa un promontorio rodeado por un amplio meandro del río Tajo. A un lado del mismo se encuentra la ciudad, patrimonio de la humanidad y testimonio de tres civilizaciones: la árabe, la judía y la cristiana. Al otro, una serie de colinas ofrecen amplias panorámicas sobre la ciudad.
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El Mirador del Estrecho, en Tarifa (Cádiz)
El Mirador del Estrecho está situado a seis kilómetros del centro urbano de Tarifa. Se trata de una atalaya excepcional que permite contemplar la accidentada costa gaditana del Mediterráneo al mismo tiempo que se anuncia, en el horizonte, el contorno de África.
El acceso al Mirador del Estrecho se realiza por la carretera N-340, que une Algeciras con Tarifa. Aunque podría esperarse algo así, no es un mirador en primera línea de costa. Está en un altozano en la subida al puerto del Bujeo, a 300 metros sobre el nivel del mar, englobado en el Parque Natural del Estrecho.
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Mirador del Puente Nuevo de Ronda (Málaga)
El Puente Nuevo de Ronda protagoniza una de las estampas más famosas de España: un arco de piedra que parece sujetar las dos mitades en las que el río Guadalevín parte Ronda. No por ello, cada vez que alguien contempla este monumento se sigue quedando con la boca abierta de admiración.
La primera opción para apreciar el Puente Nuevo de Ronda en su esplendor es asomarse desde los miradores de la Plaza de España o de la calle de Ernest Hemingway, en la parte nueva de la ciudad, justo a la entrada del puente. Hay que desafiar la sensación de vértigo que produce el Tajo de Ronda, la caída de casi cien metros hasta el lecho del Guadalevín.