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mucho más que un foro

Recuerdos de los viejos tiempos

MEJILLONES

Estábamos la peña acampados en algún lugar de alguna de las rías gallegas, en el borde de un pinar y pegados a una playa de fondo de ría. Éramos 6 ó 7 matrimonios jóvenes, todos con niños pequeños. Como ahora tenemos aprendido, de cuando en cuando por Galicia "entra" una borrasca que lo barre todo y sigue camino de la Meseta... y de esas, al cabo de nuestras acampadas veraniegas nos entraban unas cuantas. Viendo el horizonte poco amistoso, todos nos dispusimos a amarrar bien los "vientos" de las tiendas, a recoger el mobiliario campista, y sobre todo, a proteger a los niños. Por la noche se desató un verdadero aquelarre de rayos y centellas, vientos racheados... hasta que al filo de la madrugada llegó la calma. En la playa y motivado por el mar de fondo que el temporal produjo, había una franja de unos 4 metros de algas arrancadas del fondo marino y entre ellas plásticos, calderos viejos, botellas, cajas de madera y todo tipo de objetos que te puedes imaginar. Entonces alguien vio algo así como unos barriles, envueltos en algas... y, ¡oh, sorpresa: eran cuerdas de mejillones que se habían desprendido de alguna batea!

Entre otro y yo sacamos una de estas cuerdas a la arena, le limpiamos las algas y comprobamos que estaba llena de mejillones, que, en los meses de julio y agosto están en su mejor momento. Enseguida fuimos separando los mejillones y quitándoles el "pito" (eso que asoman por la regandija) y las pequeñas algas. El pito es conveniente quitárselo porque dicen que es algo indigesto, y yo se lo quito incluso a los que vienen en conserva. Lo que había empezado como un aquelarre terminó en un festival gastronómico, pues nuestras respectivas medias naranjas los prepararon al vapor con un poco de limón, en salpicón, con mayonesa, y sobre todo en empanada. Éramos los reyes del mambo.

Al estar de campin libre ciertamente no disponíamos de almacenamiento adecuado para mantener tanta reserva de mejillones en buenas condiciones, así que a partir del segundo día algunos dejamos de seguir con el festival culinario por lógico instinto de supervivencia... pero siempre hay quien no está dispuesto a tirar aquello que todavía tiene buena pinta, en este caso, el que llamaré "cuñao" de turno, que venía a ser el marido de una prima de mi esposa, y el primero al que le había metido el gusanillo del campismo.

El "cuñao" (todavía vive) es un tipo de esos que están convencidos de que a ellos nunca les puede pasar nada; que son los mejores conductores; que están de vuelta de todo; que sus hijos son los más guapos; que su tienda es la mejor; y, además, no se les puede llevar la contraria. Y yo, siempre dispuesto a hacer de abogado del Diablo, solía "picarlo" porque me gustaba verlo cabreado y, sobre todo, preocupado. Así que, viéndo que al tercer día se había preparado una cazuela de arroz con mejillones, y que se los estaba zampando delante de todos para darnos envidia, no se me ocurrió mejor cosa que advertirle (cuando ya se los había zampado) que estos mejillones venían directamente de la batea, así que no habían pasado la fase de depuración, y que si bien comerse dos o tres docenas no implicaba riesgo alguno, a partir del tercer día las posibilidades de pillar una infección intestinal, y una diarrea, eran seguras...

¡Pobre "cuñao"! Tenía (y tiene), además de la esposa, dos hijas y dos hijos... y todos comieron el arroz... pero el único aprensivo era él, así que nadie pilló ninguna diarrea salvo él. Fue casi instantáneo: decirlo yo y salir escopeteado con un ingenio (del que ya hablé más de una vez) que era una tapa de retrete y las patas de una banqueta, para cagar sentado, incluso por la noche en el mar a la luz de las estrellas. Aunque parezca increíble, durante unos días el "cuñao" andaba siempre con el ingenio escondido tras algún matorral y el rollo de papel higiénico... Estuvo unos cuantos días sin hablarme... jajaja. Y cagando a cada paso.

Creo que no volvió a probar mejillones el resto de su vida... considerando que podría tener sobre 25 años y ahora tendrá 85, la dieta de mejillones hay que reconocer que fue duradera.
 
CIGALAS

Según se iban "civilizando" aquellas zonas que habíamos escogido para hacer acampada libre la peña nos veíamos obligados a buscar nuevos emplazamientos para pasar los veranos, siempre con la familia acampada y los maridos yendo de lunes a viernes a currar a Ourense. Alguien localizó el campin Coroso en Ribeira, en el que había una zona de pradera que reunía buenas condiciones para nuestras necesidades... Y allí nos fuimos durante tres o cuatro veranos. En aquella época nada de autovías ni vías rápidas, así que desde Ourense el desplazamiento era bastante incómodo y más de 150 kms.

La pradera era como un terreno añadido, despejado de pinos y un verdadero tostadero, al pegar duro el sol. La playa es grande, empieza en el campin, describe una media luna y termina en las primeras casas de Ribeira. Pero es de arena gruesa, poco compacta y con la marea alta bastante profunda. Estéticamente es muy bonita.

El edificio del bar/restaurante era un antiguo secadero de bacalao, restaurado, todo de piedra y con una terraza dando al mar en la que daba gusto tomarse unas cañas de cerveza. Todas las tardes a partir de las 7 nos sentábamos allí, desde donde se veía Ribeira al fondo, con su puerto en parte de cabotaje y en parte pesquero. La lonja empezaba a esa hora, así que observábamos como entraban los pesqueros y atracaban delante del tinglado de las subastas. Yo me había acostumbrado a tomar la cervecita y luego, sobre las 8, acercarme a la lonja para ver las subastas del pescado. Al principio no te enteras de nada, pero vas aprendiendo hasta cogerle el tranquillo, tarea difícil dada la rapidez con que el subastador canta el precio partiendo del más alto y bajando hasta que alguno de los entradores para la subasta e inmediatamente se mueve por entre las cajas separando las que se queda, tras darle una vuelta, casi como quien se la da a una tortilla en una sartén: los pescadores preparan las cajas con el mejor producto arriba y el más pequeño abajo... el golpe que le dan los entradores hace que lo de abajo quede a la vista... ¡Es un espectáculo!

Total, que unas veces el género era merluza, otros era pulpo, otros era lenguado, otros abadejo... y el género estrella de aquella lonja: La cigala.

Todo el producto estaba en cajas de madera, exactamente iguales. Una caja, en bruto, solía pesar 20 kilos... le descontamos la caja (siempre mojada para que pesase más) y venían siendo unos 18 kilos de cigalas. Así que el subastador empezaba desde 20.000 pesetas con voz alta, e iba bajando... 900, 800, 700... siempre como un susurro y a una velocidad que los profanos éramos incapaces de seguir, hasta que llegaba a 19.000 que volvía a decirlo alto y fuerte. Y volvía al susurro... 900, 800... hasta las 18.000.

Previamente a la subasta, los entradores se daban un paseo por el puerto y controlaban las descargas de los pesqueros. Porque según la abundancia o la escasez del género que pretendiesen comprar, sería el precio en el que cortar la subasta. A base de pasarme alguna tarde que otra curioseando, me iba fijando en estos detalles, como, por ejemplo, que los entradores casi siempre compraban bajo pedido de clientes de los mercados de las ciudades del interior, como Madrid, Zamora, Burgos, etc. o bien para restaurantes concretos de esas ciudades, y que la mercancía pasaba rápidamente a los camiones frigoríficos y partía para sus destinos. Salvo un día: el sábado, pues los domingos no había mercados. Los sábados la mayor parte del género iba a parar a los frigoríficos que había en los tinglados del puerto, y todo era un poco más barato.

También aprendí que, cuando un entrador paraba una subasta, una vez que escogía las cajas con las que se quedaba, la subasta se reanudaba hasta que se vendía todo, partiendo del precio hacia abajo. El que primero paraba la subasta escogía la mejor mercancía, pero pagaba más; los que esperaban, no escogían tanto, pero compraban más barato. Los curiosos, como era mi caso, podíamos hacer algo si nos interesaba una caja (no se podía fraccionar) y el precio, que era, una vez el entrador retiraba las suyas, por el mismo precio, pedirle al subastador quedarnos con una o dos. Así que, aprendido el sistema, decidí quedarme con una... de cigalas: 18 kilos que me costarían unas 9.000 pesetas.

Cuando regresé al campin mi esposa casi me excomulga... ¡9.000 pesetas en cigalas, estás loco!

Separé un par de docenas, de las más grandes y todas hembras con coral y todo eso. Con el resto fui haciendo lotes de una docena... 4 grandes, 4 medianas y 4 pequeñas; en total separadas las que me quedaba para mi, serían unos 16 kilos. Y me fui a la recepción, y a través de la megafonía lancé la "oferta de la semana: Cigalas frescas recién pescadas". En 15 minutos había vendido todos los lotes a 1.000 ptas. cada uno. Aquella noche, mi esposa estaba tan feliz y contenta que nos pegamos un revolcón, silencioso, por aquello de los niños y los vecinos.

Sistemáticamente, todos los sábados acudía a la subasta de la lonja y en algunas ocasiones, con el campin saturado en agosto, llegué a comprar hasta tres cajas... ¡Fue la mejor temporada!

Pero claro... cuando tienes el "negocio" viento en popa, siempre aparece un "cuñao" que te lo revienta... y de tener una actividad en exclusiva se montó una competencia inesperada y se jodió el asunto.
 
buenos relatos y divertidos tienes material para un buen libro:aplaudir:
 
... no me extraña que los lotes de cigalas se vendieran como churros

¿Habrá algo más rico que una buena cigala a la plancha? :cocinar:


Un saludo
 
LANGOSTA

Antes de que el webmaster pusiese en marcha este foro algunos de nosotros, allá por el año 2003, intercambiábamos criterios en el foro "Solocampin.com", foro excelente que como todo aquello que surge de la buena idea de un grupo desaparece inesperadamente por las rencillas de sus fundadores. Un verano de los que hicimos toda la temporada en el campin "O Muiño", tuve ocasión de conocer a algunos de los habituales que venían a pasar una noche o dos, y acababan quedándose todo el mes. Una de las más activas usuarias, también en este foro se deja ver de tarde en tarde, Paloma, me contó que en La Guardia, había un restaurante peculiar donde se comía muy bien y estaba decorado a tope con simbología fascista. Me extrañó que no conociese ese restaurante, pues ese puerto lo visitaba frecuentemente para degustar el crustáceo más exquisito del mundo mundial, la langosta. Siguiendo sus instrucciones, nos fuimos, mi esposa y yo, a reservar mesa...

Al entrar en La Guardia aparece un desvío para bajar al puerto, y ya con el mar a la vista, lo natural es seguir de frente por un paseo que tiene a la derecha el mar y a la izquierda una fila de casas de una o dos plantas, en cuyos bajos siempre hay un restaurante. Como también hay lugares para aparcar el coche, lo natural es quedarse por esa zona. En cualquiera de los muchos restaurantes se come bien y a precio asequible. El restaurante que me había indicado Paloma no está en esa zona, sino en una callejuela que hay a la derecha... de manera que si no vas a cosa hecha, no lo encuentras. Aparcamos y fuimos a reservar mesa a eso de las 11 de la mañana. En la puerta estaba una señora mayor (como yo) y bastante alta, que tomó nota y nos advirtió de que fuésemos puntuales, ya que había dos turnos y el comedor era pequeño...

A la hora fijada ya estábamos allí, y la señora, que resultó ser la dueña y se llamaba Olga, nos acomodó en una mesa para dos, en un comedor en el que no habría más de 12 o 15 mesas, todas llenas. Al fondo había como un altillo con tres escalones, que venía a ser la cocina. Separando ambas estancias, un mostrador/aparador, con unas bandejas llenas de langostas y otros productos del mar.

Enseguida nos pusieron una botella de Albariño, fresquito, y una fuente con trozos de empanada de xoubas. ¡Una delicia! Además, el Albariño fresquito baja por la garganta como si lo hiciese bailando una muiñeira... Sin darnos opción a pedir nada, nos pusieron otra bandeja de empanada, esta vez de zamburiñas. Riquísima. Ella quería repetir... pero ya se habían llevado la bandeja vacía y puesto otra, de nuevo empanada, pero de vieiras... Le dije: Aquí es inútil pedir nada...

La degustación, por llamarle de algún modo, siguió con unas raciones de pulpo guisado y unos chocos fritos rebozados en harina de tempura. La botella de Albariño, pese a mi condición de poco amigo del alcohol, había llegado a su fin, y trajeron otra. Entonces, la señora Olga, puso su mano encima de mi hombro izquierdo y dijo:

"Como pueden apreciar, en esta casa tenemos un gran respeto por algunos personajes históricos. Si alguien está incómodo, ahí tiene la puerta que hay un montón de gente esperando para comer..."


Efectivamente, por las paredes había una cierta profusión de fotos de Franco, José Antonio y Calvo Sotelo, y alguna otra decoración con la bandera de España. Al principio parece que puede ser un truco para diferenciarse y conseguir clientela, pero aquella mano sobre mi hombro izquierdo pesaba como si fuese de plomo. La señora siguió con su discurso:

"Ahora les pondremos la langosta. En este pueblo se come langosta en todos los restaurantes, pero no siempre toda tiene el mismo origen y la misma calidad."

En la medida que hablaba, hacía fuerza con aquella mano de plomo en mi hombro, y aunque pareciese que me estaba hablando a mi, la realidad es que era como un ritual y todos en silencio la escuchábamos...

"Se la pondremos con salpicón y con mayonesa. El salpicón lo hacemos nosotros y está muy rico, y la mayonesa, por la época y por llevar huevo, no nos queda más remedio que ponérselo en bolsitas..."

Por fin retiró la mano del hombro, que el otro día me he dado cuenta de que lo tengo 3 centímetros más bajo que el derecho... seguro que desde aquel día. Y nos pusieron una langosta por persona, partida a la mitad. La langosta es el crustáceo más exquisito, que, además, tiene la particularidad de que se come todo menos la cáscara... El salpicón le iba de maravilla y la mayonesa, aun siendo de sobre, no le iba a la zaga... Cuando terminamos de zampárnoslas, volví a notar la mano de plomo de la señora Olga en mi hombro... y nos espetó:

"Ahora seguirá una merluza "do pincho" a la gallega... Aquí cuesta un poco más que en los restaurantes de la competencia, pero la diferencia está en el producto... como pueden comprobar."

Pues sí, a estas alturas es bastante improbable comer merluza del pincho o langosta pescada en las piedras del litoral de La Guardia. Lo normal es producto congelado o marisco de Marruecos o de sur América. Hicimos, supongo que todos, un esfuerzo y nos comimos la merluza con unos cachelos, tarta de Santiago de postre, y café de pota con un chupito de aguardiente de hiervas. Lo normal, en aquellas fechas, podrían ser alrededor de las 2.000 pesetas por persona... pero ya nos había advertido de que sería un poco más caro... y ese poco eran sobre 6.000 pesetas por persona.

Salimos a la callejuela, Ella y yo, cogidos de la mano, no por habernos dado un ataque de amor juvenil, si no porque nos habíamos papeado dos botellas de Albariño y necesitábamos apoyarnos el uno en el otro. Llegamos al coche, nos sentamos, reclinamos los asientos y dormimos una siesta inmensa, eso sí, cogidos de la mano.

Puede que la siesta durase una hora. Nunca lo supe. Desde luego, durante ese tiempo no nos enteramos de nada de lo que pudiese estar ocurriendo en nuestro entorno. Ni falta que nos hizo.
 
LANGOSTA

Antes de que el webmaster pusiese en marcha este foro algunos de nosotros, allá por el año 2003, intercambiábamos criterios en el foro "Solocampin.com", foro excelente que como todo aquello que surge de la buena idea de un grupo desaparece inesperadamente por las rencillas de sus fundadores. Un verano de los que hicimos toda la temporada en el campin "O Muiño", tuve ocasión de conocer a algunos de los habituales que venían a pasar una noche o dos, y acababan quedándose todo el mes. Una de las más activas usuarias, también en este foro se deja ver de tarde en tarde, Paloma, me contó que en La Guardia, había un restaurante peculiar donde se comía muy bien y estaba decorado a tope con simbología fascista. Me extrañó que no conociese ese restaurante, pues ese puerto lo visitaba frecuentemente para degustar el crustáceo más exquisito del mundo mundial, la langosta. Siguiendo sus instrucciones, nos fuimos, mi esposa y yo, a reservar mesa...

Al entrar en La Guardia aparece un desvío para bajar al puerto, y ya con el mar a la vista, lo natural es seguir de frente por un paseo que tiene a la derecha el mar y a la izquierda una fila de casas de una o dos plantas, en cuyos bajos siempre hay un restaurante. Como también hay lugares para aparcar el coche, lo natural es quedarse por esa zona. En cualquiera de los muchos restaurantes se come bien y a precio asequible. El restaurante que me había indicado Paloma no está en esa zona, sino en una callejuela que hay a la derecha... de manera que si no vas a cosa hecha, no lo encuentras. Aparcamos y fuimos a reservar mesa a eso de las 11 de la mañana. En la puerta estaba una señora mayor (como yo) y bastante alta, que tomó nota y nos advirtió de que fuésemos puntuales, ya que había dos turnos y el comedor era pequeño...

A la hora fijada ya estábamos allí, y la señora, que resultó ser la dueña y se llamaba Olga, nos acomodó en una mesa para dos, en un comedor en el que no habría más de 12 o 15 mesas, todas llenas. Al fondo había como un altillo con tres escalones, que venía a ser la cocina. Separando ambas estancias, un mostrador/aparador, con unas bandejas llenas de langostas y otros productos del mar.

Enseguida nos pusieron una botella de Albariño, fresquito, y una fuente con trozos de empanada de xoubas. ¡Una delicia! Además, el Albariño fresquito baja por la garganta como si lo hiciese bailando una muiñeira... Sin darnos opción a pedir nada, nos pusieron otra bandeja de empanada, esta vez de zamburiñas. Riquísima. Ella quería repetir... pero ya se habían llevado la bandeja vacía y puesto otra, de nuevo empanada, pero de vieiras... Le dije: Aquí es inútil pedir nada...

La degustación, por llamarle de algún modo, siguió con unas raciones de pulpo guisado y unos chocos fritos rebozados en harina de tempura. La botella de Albariño, pese a mi condición de poco amigo del alcohol, había llegado a su fin, y trajeron otra. Entonces, la señora Olga, puso su mano encima de mi hombro izquierdo y dijo:

"Como pueden apreciar, en esta casa tenemos un gran respeto por algunos personajes históricos. Si alguien está incómodo, ahí tiene la puerta que hay un montón de gente esperando para comer..."


Efectivamente, por las paredes había una cierta profusión de fotos de Franco, José Antonio y Calvo Sotelo, y alguna otra decoración con la bandera de España. Al principio parece que puede ser un truco para diferenciarse y conseguir clientela, pero aquella mano sobre mi hombro izquierdo pesaba como si fuese de plomo. La señora siguió con su discurso:

"Ahora les pondremos la langosta. En este pueblo se come langosta en todos los restaurantes, pero no siempre toda tiene el mismo origen y la misma calidad."

En la medida que hablaba, hacía fuerza con aquella mano de plomo en mi hombro, y aunque pareciese que me estaba hablando a mi, la realidad es que era como un ritual y todos en silencio la escuchábamos...

"Se la pondremos con salpicón y con mayonesa. El salpicón lo hacemos nosotros y está muy rico, y la mayonesa, por la época y por llevar huevo, no nos queda más remedio que ponérselo en bolsitas..."

Por fin retiró la mano del hombro, que el otro día me he dado cuenta de que lo tengo 3 centímetros más bajo que el derecho... seguro que desde aquel día. Y nos pusieron una langosta por persona, partida a la mitad. La langosta es el crustáceo más exquisito, que, además, tiene la particularidad de que se come todo menos la cáscara... El salpicón le iba de maravilla y la mayonesa, aun siendo de sobre, no le iba a la zaga... Cuando terminamos de zampárnoslas, volví a notar la mano de plomo de la señora Olga en mi hombro... y nos espetó:

"Ahora seguirá una merluza "do pincho" a la gallega... Aquí cuesta un poco más que en los restaurantes de la competencia, pero la diferencia está en el producto... como pueden comprobar."

Pues sí, a estas alturas es bastante improbable comer merluza del pincho o langosta pescada en las piedras del litoral de La Guardia. Lo normal es producto congelado o marisco de Marruecos o de sur América. Hicimos, supongo que todos, un esfuerzo y nos comimos la merluza con unos cachelos, tarta de Santiago de postre, y café de pota con un chupito de aguardiente de hiervas. Lo normal, en aquellas fechas, podrían ser alrededor de las 2.000 pesetas por persona... pero ya nos había advertido de que sería un poco más caro... y ese poco eran sobre 6.000 pesetas por persona.

Salimos a la callejuela, Ella y yo, cogidos de la mano, no por habernos dado un ataque de amor juvenil, si no porque nos habíamos papeado dos botellas de Albariño y necesitábamos apoyarnos el uno en el otro. Llegamos al coche, nos sentamos, reclinamos los asientos y dormimos una siesta inmensa, eso sí, cogidos de la mano.

Puede que la siesta durase una hora. Nunca lo supe. Desde luego, durante ese tiempo no nos enteramos de nada de lo que pudiese estar ocurriendo en nuestro entorno. Ni falta que nos hizo.


maravillosa experiencia Gonzalo y exquisita comida....como decía mi padre que te quiten lo bailao ,que eso llevas por delante....esperando el proximo relato gracias por compartir
 
gonzalo despues de leerte me estan entrando unas ganas de subir a verte.............
 
La verdad es que todos tenemos muchos recuerdos en el mundo del camping que nos alegran y nos inculca en esto del mundo del camping. Yo recuerdo iniciarme en las lagunas de ruidera con una canadiense con 5 años. Seguro que esa familia que se llevó tu caravana empieza ahora a disfrutar de este mundillo.
 
MIERDA

Tengo unos cuantos más sobre el asunto gastronómico, pero creo que esto que voy a contar tiene interés, aunque resulte escatológico.

Justo cuando pasé de "tendero" a "caravanista", tres o cuatro familias de Ourense habíamos decidido hacer acampada libre en la playa de La Ladeira, en Baiona, pues aunque éramos de tierra adentro, en la Escudería Ourense habíamos formado una sección de actividades subacuáticas, disponíamos de una lancha fuera borda de un amigo que estaba fondeada en el club náutico de Baiona, y con ella íbamos a las Cíes todos los domingos, mientras nuestras familias quedaban en La Ladeira.

La playa de La Ladeira, por aquellas fechas, estaba totalmente desierta, así que nosotros éramos los únicos que la utilizábamos. Un día, en un diario de Vigo que ya no existe, el alcalde de Baiona (tiempo de Dictadura) señalaba en una entrevista, a unas familias que estaban acampadas allí, en condiciones lamentables y por lo tanto, que iba tomar medidas... Tras leer esas declaraciones, envié una carta al director señalando las deficiencias no sólo de la playa, sino de todo aquel entorno... más o menos:

La Ladeira es una playa de fondo de puerto, por lo tanto y considerando que el mar devuelve todo lo que a él se arroja, está llena de mierda. Todos los restos biológicos de los pesqueros y del puerto deportivo, acaban en esa playa. La parte izquierda de Baiona con sus casas de toda la vida y los apartamentos que se han construido en la colina que está a sus espaldas, está habitada por una serie de personas que, como el alcalde, comen, beben, mean y cagan, y sistemáticamente, tiran de la cadena del retrete, y toda la mierda que generan, acaba directamente en el viejo y obsoleto sistema de alcantarillado de Baiona, y finalmente, en las aguas del puerto. Aquellos que se pueden pagar la estancia en el Parador Nacional, también cagan y mean y tiran de la cisterna y todo acaba en el puerto. Y como el mar no se queda con nada (recordemos los "hilillos" del Prestige) todo acaba en la playa de La Ladeira, que como no la usa nadie el alcalde no se preocupa de limpiarla, y siempre tiene una franja de unos tres metros de algas entre las que es fácil encontrar los cerillotos de los que tiran de la cisterna.

El lío que se originó fue importante, y al año siguiente se estaba inaugurando un campin donde legalmente era inviable, y se remataban unos apartamentos... y todas las mañanas un tractor limpiaba de algas la playa. En poco tiempo una playa de fondo de puerto se ha convertido en una playa concurrida. Dicen que las aguas fecales pasan por una depuradora antes de verter al mar. Luego que si hay unos emisarios que llevan las fecales más allá de las islas Estelas que están allí enfrente... Me gustaría ver eso de la depuradora del campin y las otras que pudiesen haber sido instaladas...

No he vuelto por allí en muchos años; sí de paso. De aquel alcalde franquista nunca más he vuelto a saber nada... y como tenía un Renault 5 y una pequeña caravana, empecé a "moverme" y buscar nuevos horizontes. Quedaba mucho litoral de Galicia por descubrir... ¡Y queda!
 
que tiempos que podias ir a cies con un "gomonne" hoy entre titulos nauticos, permisos u demas es imposble.
 
Las Cíes son un paraíso natural. Bajo el agua, en la parte de los acantilados y mar abierto, es una maravilla. Ahora ya no es posible sin una serie de licencias y autorizaciones; y menos a mis años. Fondeábamos la lancha a casi 100 metros de los acantilados y nos acercábamos nadando hasta los rompientes... Como yo era el más viejo, aguantar una marea (4 horas) se me hacía largo, así que de cuando en cuando me agarraba a una piedra para descansar, pues subirse a la lancha suponía tal bamboieo que acababas vomitando...
 
muy acertadas tus letras para ese alcalde:aplaudir:y encima conseguiste que limpiaran la zona
 
JDM: ¡Ojo, que no era pesca con botellas que eso estaba prohibido y era antideportivo..! Cuando tuvimos que dejar La Ladeira (o más correcto: A Ladeira) dejamos de ir a las Cíes y empezamos a explorar Ons, que tenía buenos acantilados pero menos salvajes que Cíes. Los peces cuando baja la marea vienen a "marisquear" a las piedras, y durante esa pausa de una hora de marea baja y las tres siguientes cuando va subiendo, es el momento ideal para la pesca submarina. Cuatro horas con el neopreno y los 10 kilos de plomo en el cinturón eran mucho esfuerzo para mi... que tampoco era un "robocot" sino un enamorado de lo que había bajo el agua mas que de la pesca en si.

Tervil: Limpiar la limpiaron pero para los nuevos usuarios porque nosotros nos fuimos al año siguiente... En la actualidad, y cuando han pasado más de 25 años, me gustaría que me explicasen donde vierten la mierda que generan en el campin Baiona, dónde está la depuradora, y dónde va a parar la mierda que generan los nuevos apartamentos, todo construido a menos de 100 metros de la marea alta, y a menos de 100 metros del río Miñor que desemboca formando una gran charca que rodea toda la arena de la playa... Porque los años pasaron pero la gente sigue meando, cagando y tirando de la cisterna. Y ahora son el doble o el triple que ayer...
 
El "sitio" estratégicamente, es interesante. Pero la mierda existe y el campin está ubicado en un lugar prohibido, y tengo entendido que hay un pleito que han perdido... pero, en fin, todo se llevó a cabo en momentos en que el "boom" turístico pasaba por encima de todo y de todos...
 
Lo del pleito creo que es cierto, el primer año vimos una maqueta de una ampliación que querían hacer, querían poner sobre el techo/tejado de la cafetería una zona vip con solárium, un pequeño spa, jacuzzis y camas valinesas, y tenían folletos informativos explicando la futura ampliación, el año pasado en la cafetería me dijeron que ya no se iba a hacer porque no daban el permiso pertinente, se oía por ahí que habían perdido el litigio, pero eso solo eran comentarios que oí, lo fijo es que en la cafetería un camarero nos comentó que ya no se hacía.
 
DRAMA

Hace 5 años falleció mi esposa, y hace unas semanas falleció mi hijo. Esto, dentro de los recuerdos del campismo y las familias que componíamos el núcleo de aquellos años de libertad, me ha llevado a repasar qué ha sido de las demás familias, de aquellos matrimonios y un poco de sus hijos. El resultado es desolador. Y lo curioso es que lo pueda recordar precisamente, yo, que era el mayor de todos, y pese a ello, el que aun sobrevivo.

A la primera familia que le "metí" el virus campista fue a la que llamo del "cuñao" y no por que lo fuese sino por el carácter de la persona. Nuestras esposas eran primas carnales y con una fuerte amistad entre ellas. Él, un excelente vendedor que antes se llamaban "agentes comerciales", con la enseñanza primaria justita, pero presumido, siempre a la última moda, y convencido de que su esposa era la más guapa, la mejor madre, la más lista (que los demás, pues más que él no había ni hay nadie). Sus hijos... lo máximo. En cuanto a ella, también con la enseñanza primaria, laboriosa, buena madre y preocupada por aprender, por leer, por mejorar su formación. Pero claro, en la medida que ella se superaba, él, se iba quedando atrás, se sentía inferior, y eso no era tolerable. Al mismo tiempo, los hijos se iban formando en una sociedad más avanzada y siempre por delante de un padre que, salvo la apariencia, seguía viviendo en dos décadas más atrás. Los choques fueron inevitables, e incluso con violencia. Ahora llevan varios años divorciados. Y sus dos hijos y sus dos hijas, tres de ellos, igualmente divorciados.

La segunda familia era la de un empleado de banca. Bajito y yo alto. Eran los tiempos de "Tip y Coll" y así nos llamaban algunos, de coña... Gran persona. Cuando los bancos empezaron a prejubilar al personal, él fue uno de ellos, y como se aburría, aprendió a tocar el tambor y se incorporó a un grupo de gaiteros y andaba tocando por las fiestas. Últimamente, como con casi todos, nos veíamos muy de tarde en tarde, y en una de estas, me contó que tenía un cáncer, que le estaban aplicando radioterapia y que tenía el pecho medio quemado... Abrió la camisa y me enseñó el pecho. Y me dijo: "Voy a morirme". Y me invitó a tomar un café... ¡Acojonante! Porque, efectivamente, no tardó en morir, posiblemente sin llegar a los 70 años. De los tres hijos que tenían y que crecieron con los míos, suelo encontrarme con uno de ellos que nunca sé si es el mayor, el mediano o el pequeño. Le pregunté por la madre, y me dijo que también había fallecido.

Esta otra familia resulta que estaba pasando unos días en una casa de las que alquilan habitaciones, y coincidieron en la misma playa que estábamos la "peña" de Ourense. Les gustó tanto la idea, que fueron a Vigo y compraron una tienda familiar, con mesas y sillas y se vinieron a acampar con nosotros. También tenían dos o tres hijos varones. Pasado el tiempo se fue disolviendo el grupo y un día vi la esquela de la esposa en el periódico, y como es lógico, fuimos al entierro. Pocos meses después era él el que fallecía. Tampoco llegaron a los 70.

De las cinco familias que constituíamos el núcleo de la "peña", he dejado para el final quizás la historia más dramática. Nos conocimos cuando teníamos 20 años, al coincidir en los exámenes de ingreso en la GC para hacer la "mili". Muy preparado en lo intelectual, había estudiado en el Seminario, y no sé si llegó a ser ordenado en menores, tenía un carácter totalmente opuesto al "cuñao", siempre pesimista, siempre seguro de que si algo malo tenía que pasar, y pasaba, le pasaría a él. Hemos vivido en paralelo toda nuestra vida, tras la convivencia diaria en la GC, ya licenciados, cada uno a su bola pero siempre nos unió un lazo de cariño y amistad. Tenía dos hijas y un hijo de esos que se llaman "tardíos". Las chicas estudiaron carreras mayores en la Universidad de Santiago, y para los desplazamientos los fines de semana, les había comprado un Citroën 2 CV. Si mi memoria no me traiciona, allá por las fiestas del Apóstol que en Ourense se celebran en uno de sus más populosos barrios, las chicas estaban ya de vacaciones y con las carreras terminadas, habían salido a la verbena, y sin que se sepa cómo, lo cierto es que estrellaron el coche contra una plataforma de un camión que estaba estacionado, entraron de tal manera, que a plataforma las degolló. ¡Infinito dolor para unos padres!

No sé el tiempo que pasó, pero luego falleció la madre, y también el padre.

De las cinco familias se han ido muriendo siete entre padres y madres y que yo sepa tres de los hijos.
 
DRAMA

Hace 5 años falleció mi esposa, y hace unas semanas falleció mi hijo. Esto, dentro de los recuerdos del campismo y las familias que componíamos el núcleo de aquellos años de libertad, me ha llevado a repasar qué ha sido de las demás familias, de aquellos matrimonios y un poco de sus hijos. El resultado es desolador. Y lo curioso es que lo pueda recordar precisamente, yo, que era el mayor de todos, y pese a ello, el que aun sobrevivo.

A la primera familia que le "metí" el virus campista fue a la que llamo del "cuñao" y no por que lo fuese sino por el carácter de la persona. Nuestras esposas eran primas carnales y con una fuerte amistad entre ellas. Él, un excelente vendedor que antes se llamaban "agentes comerciales", con la enseñanza primaria justita, pero presumido, siempre a la última moda, y convencido de que su esposa era la más guapa, la mejor madre, la más lista (que los demás, pues más que él no había ni hay nadie). Sus hijos... lo máximo. En cuanto a ella, también con la enseñanza primaria, laboriosa, buena madre y preocupada por aprender, por leer, por mejorar su formación. Pero claro, en la medida que ella se superaba, él, se iba quedando atrás, se sentía inferior, y eso no era tolerable. Al mismo tiempo, los hijos se iban formando en una sociedad más avanzada y siempre por delante de un padre que, salvo la apariencia, seguía viviendo en dos décadas más atrás. Los choques fueron inevitables, e incluso con violencia. Ahora llevan varios años divorciados. Y sus dos hijos y sus dos hijas, tres de ellos, igualmente divorciados.

La segunda familia era la de un empleado de banca. Bajito y yo alto. Eran los tiempos de "Tip y Coll" y así nos llamaban algunos, de coña... Gran persona. Cuando los bancos empezaron a prejubilar al personal, él fue uno de ellos, y como se aburría, aprendió a tocar el tambor y se incorporó a un grupo de gaiteros y andaba tocando por las fiestas. Últimamente, como con casi todos, nos veíamos muy de tarde en tarde, y en una de estas, me contó que tenía un cáncer, que le estaban aplicando radioterapia y que tenía el pecho medio quemado... Abrió la camisa y me enseñó el pecho. Y me dijo: "Voy a morirme". Y me invitó a tomar un café... ¡Acojonante! Porque, efectivamente, no tardó en morir, posiblemente sin llegar a los 70 años. De los tres hijos que tenían y que crecieron con los míos, suelo encontrarme con uno de ellos que nunca sé si es el mayor, el mediano o el pequeño. Le pregunté por la madre, y me dijo que también había fallecido.

Esta otra familia resulta que estaba pasando unos días en una casa de las que alquilan habitaciones, y coincidieron en la misma playa que estábamos la "peña" de Ourense. Les gustó tanto la idea, que fueron a Vigo y compraron una tienda familiar, con mesas y sillas y se vinieron a acampar con nosotros. También tenían dos o tres hijos varones. Pasado el tiempo se fue disolviendo el grupo y un día vi la esquela de la esposa en el periódico, y como es lógico, fuimos al entierro. Pocos meses después era él el que fallecía. Tampoco llegaron a los 70.

De las cinco familias que constituíamos el núcleo de la "peña", he dejado para el final quizás la historia más dramática. Nos conocimos cuando teníamos 20 años, al coincidir en los exámenes de ingreso en la GC para hacer la "mili". Muy preparado en lo intelectual, había estudiado en el Seminario, y no sé si llegó a ser ordenado en menores, tenía un carácter totalmente opuesto al "cuñao", siempre pesimista, siempre seguro de que si algo malo tenía que pasar, y pasaba, le pasaría a él. Hemos vivido en paralelo toda nuestra vida, tras la convivencia diaria en la GC, ya licenciados, cada uno a su bola pero siempre nos unió un lazo de cariño y amistad. Tenía dos hijas y un hijo de esos que se llaman "tardíos". Las chicas estudiaron carreras mayores en la Universidad de Santiago, y para los desplazamientos los fines de semana, les había comprado un Citroën 2 CV. Si mi memoria no me traiciona, allá por las fiestas del Apóstol que en Ourense se celebran en uno de sus más populosos barrios, las chicas estaban ya de vacaciones y con las carreras terminadas, habían salido a la verbena, y sin que se sepa cómo, lo cierto es que estrellaron el coche contra una plataforma de un camión que estaba estacionado, entraron de tal manera, que a plataforma las degolló. ¡Infinito dolor para unos padres!

No sé el tiempo que pasó, pero luego falleció la madre, y también el padre.

De las cinco familias se han ido muriendo siete entre padres y madres y que yo sepa tres de los hijos.

amigo triste historia, es lo que tiene cumplir años que se van pasando y vas dejando gente querida y conocida en el camino pero a esas historias tristes también sumas las bonitas las felices y te das cuenta que eso es vivir. y tu eres un campeón que vas quedando para contactarlas y enseñarnos a vivir y a valorar a los que te escuchamos leyendo. gracias de nuevo
 
Los años traen estos episodios, buenos y malos tragos. Hay un grupo de condiscípulos del bachillerato que desde hace unos años nos convocan a todos en el lo que fue Colegio de los PP Escolapios de Monforte. Son de allí (los convocantes) pero los avatares de sus profesiones los han llevado a residir en Madrid. Fue una buena idea, y de los 70 (más menos) que éramos de niños y después jóvenes, acudimos a la primera llamada unos 25... algunos con sus esposas, otros con algún hijo, ya que los achaques de la vejez a nuestra edad son evidentes. El único que acudía solo y en su coche, era yo, que por otro lado soy el más mayor... bueno, viejo. Además de viudo, claro.

En 5 años los estragos son brutales: los asistentes bajamos a 15, luego 10, el año pasado 7 y este año 3. Todos estamos en la franja de los 85/87 años. Como el edificio ha dejado de ser convento de Escolapios, viene desde A Coruña (donde tienen una residencia de frailes jubilados) un padre a decirnos una misa... y ya no tienen ninguno de una edad cercana a la nuestra, con salud suficiente para desplazarse... Hemos decidido dejarlo...

También es cierto que los que vamos sobreviviendo tenemos el recurso del recuerdo, aunque no podamos evitar que ese recuerdo abarque todos los avatares. De todas formas nada de lo que pueda contar una persona mayor tiene transcendencia, pues cada persona es un mundo y carece de control sobre el futuro, incluso el propio. Los que tengáis la fortuna de que vuestros padres estén vivos (incluso abuelos) acercaros y darles todo el cariño que podáis, porque son conscientes de su situación; los viejos vemos lo que ocurre a nuestro alrededor, especialmente en nuestra familia, y nos callamos para no estorbar... pero los sentimientos están ahí. De todo esto, en muchos casos, nos enteramos cuando ya no existen y somos nosotros los que pasamos de "hijos que se comen el mundo" a "padres (o abuelos) con remordimientos".
 
Que razon tienes,nunca dejar para mañana lo que puedas hacer hoy y disfrutar de los padres y abuelos es un pribilegio yo ya no los tengo pero los disfruté vastante nunca suficiente por que sigo estrañandolos.y ahora soy yo la abuela y me gusta esta etapa.un abrazo Gonzalo y sigue con esa fuerza que tienes
 
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