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Cientos de extranjeros eligen los campings de Benidorm para pasar el invierno y disfrutar e sol y playa; los ingleses es la colonia mayoritaria.
Huertos, flores y cercas. La vida en los campings no es muy diferente de cualquier urbanización o zonas de campo. Aquellos que pasan el año en estas instalaciones acondicionan sus parcelas como auténticas viviendas. Las caravanas se convierten en inmuebles y los avances en auténticos comedores, cocinas o terrazas. La mayoría de residentes en campings son extranjeros. En Benidorm todos buscan lo mismo: el sol en meses de invierno. En octubre, los extranjeros residentes en las parcelas aún disfrutan de temperaturas de primavera y leen al sol o juegan a cartas con los vecinos de al lado.
El camping Villasol de Benidorm cuenta con 470 parcelas para caravanas o tiendas, muchas de las cuales permanecen todo el año ocupadas por turistas.
A finales de octubre, prácticamente el 50% de los residentes que pasan más de un mes en las instalaciones son ingleses, el 35% holandeses y sólo un 2% son españoles, según apuntó el director del camping Antonio Carceller.
Vivir en este tipo de alojamiento no significa que se esté en constante movimiento. María es belga y lleva diez años de residente. Ella pasa todo el año en el camping benidormí y allí tiene su caravana y toda una casa montada. «Cuando estaba casada siempre iba a los campings, para mi es normal».
María asegura que en este tipo de instalación se encuentra más acompañada que en un edificio o una urbanización. «Aquí hay más compañía, siempre salgo con amigos o vecinos. Si estás en un edificio tienes que salir a la calle para ver gente y aquí lo tienes al lado». La turista belga también cumple con la premisa de los que fijan su residencia en Benidorm: el buen tiempo. María lleva 25 años viniendo aunque «antes sólo venía cinco o seis meses».
El camping benidormí divide sus instalaciones en calles que recogen el nombre de conocidas capitales españolas o municipios alicantinos. El ambiente que se respira cuando se camina entre caravanas convertidas en auténticos chalés podría ser envidiado por miles de comunidades de vecinos. Mientras unos leen, otros aprovechan para cortar las ramas de los árboles o recoger los frutos de los árboles que han plantado en sus terrenos. Las parcelas son propiedad del camping y por ellas pagan un alquiler que desciende si se aumenta la estancia en el establecimiento.
A cambio, el camping dota a cada parcela de agua, luz, desagüe y «conexión satélite para que vean las televisiones de sus países», explicó el responsable del centro. Además, el agua caliente se consigue mediante la utilización de placas solares.
Pero las estancias es los establecimientos de este tipo también se han visto afectadas por la crisis económica y la devaluación de la libra. Muchas de las viviendas creadas con caravanas y avances están en venta. «Cuando las venden, hacemos un contrato con el nuevo inquilino», indicó Antonio Carceller. Los contratos en los campings no van más allá de un año de duración.
Peter Davis es uno de los extranjeros ingleses que vende sus inmuebles. «Vendo porque me voy a Altea de alquiler a un apartamento. Llevamos aquí cinco años y queremos cambiar», explicó. Su caso es el de muchos residentes en las instalaciones: pasa los meses de invierno en Benidorm y en verano vuelve a su casa.
Para Eli, vecina de la misma calle, la elección de Benidorm como residencia en invierno está muy clara: el buen tiempo y la vida que tiene la ciudad todos los meses del año. La residente es de Amsterdam y pasa hasta abril o mayo en el municipio, excepto en Navidad que vuelve a casa, y lleva desde 1963 viniendo a España. «Benidorm es increíble, siempre hay tiendas abiertas y mucha gente». Eva Black, de Inglaterra, explicaba que ha pasado 15 años en hoteles y que desde hace tres años vive en el camping y ahora mismo «no lo cambiaría», afirma.
fuente: http://www.lasprovincias.es/
Huertos, flores y cercas. La vida en los campings no es muy diferente de cualquier urbanización o zonas de campo. Aquellos que pasan el año en estas instalaciones acondicionan sus parcelas como auténticas viviendas. Las caravanas se convierten en inmuebles y los avances en auténticos comedores, cocinas o terrazas. La mayoría de residentes en campings son extranjeros. En Benidorm todos buscan lo mismo: el sol en meses de invierno. En octubre, los extranjeros residentes en las parcelas aún disfrutan de temperaturas de primavera y leen al sol o juegan a cartas con los vecinos de al lado.
El camping Villasol de Benidorm cuenta con 470 parcelas para caravanas o tiendas, muchas de las cuales permanecen todo el año ocupadas por turistas.
A finales de octubre, prácticamente el 50% de los residentes que pasan más de un mes en las instalaciones son ingleses, el 35% holandeses y sólo un 2% son españoles, según apuntó el director del camping Antonio Carceller.
Vivir en este tipo de alojamiento no significa que se esté en constante movimiento. María es belga y lleva diez años de residente. Ella pasa todo el año en el camping benidormí y allí tiene su caravana y toda una casa montada. «Cuando estaba casada siempre iba a los campings, para mi es normal».
María asegura que en este tipo de instalación se encuentra más acompañada que en un edificio o una urbanización. «Aquí hay más compañía, siempre salgo con amigos o vecinos. Si estás en un edificio tienes que salir a la calle para ver gente y aquí lo tienes al lado». La turista belga también cumple con la premisa de los que fijan su residencia en Benidorm: el buen tiempo. María lleva 25 años viniendo aunque «antes sólo venía cinco o seis meses».
El camping benidormí divide sus instalaciones en calles que recogen el nombre de conocidas capitales españolas o municipios alicantinos. El ambiente que se respira cuando se camina entre caravanas convertidas en auténticos chalés podría ser envidiado por miles de comunidades de vecinos. Mientras unos leen, otros aprovechan para cortar las ramas de los árboles o recoger los frutos de los árboles que han plantado en sus terrenos. Las parcelas son propiedad del camping y por ellas pagan un alquiler que desciende si se aumenta la estancia en el establecimiento.
A cambio, el camping dota a cada parcela de agua, luz, desagüe y «conexión satélite para que vean las televisiones de sus países», explicó el responsable del centro. Además, el agua caliente se consigue mediante la utilización de placas solares.
Pero las estancias es los establecimientos de este tipo también se han visto afectadas por la crisis económica y la devaluación de la libra. Muchas de las viviendas creadas con caravanas y avances están en venta. «Cuando las venden, hacemos un contrato con el nuevo inquilino», indicó Antonio Carceller. Los contratos en los campings no van más allá de un año de duración.
Peter Davis es uno de los extranjeros ingleses que vende sus inmuebles. «Vendo porque me voy a Altea de alquiler a un apartamento. Llevamos aquí cinco años y queremos cambiar», explicó. Su caso es el de muchos residentes en las instalaciones: pasa los meses de invierno en Benidorm y en verano vuelve a su casa.
Para Eli, vecina de la misma calle, la elección de Benidorm como residencia en invierno está muy clara: el buen tiempo y la vida que tiene la ciudad todos los meses del año. La residente es de Amsterdam y pasa hasta abril o mayo en el municipio, excepto en Navidad que vuelve a casa, y lleva desde 1963 viniendo a España. «Benidorm es increíble, siempre hay tiendas abiertas y mucha gente». Eva Black, de Inglaterra, explicaba que ha pasado 15 años en hoteles y que desde hace tres años vive en el camping y ahora mismo «no lo cambiaría», afirma.
fuente: http://www.lasprovincias.es/