CONSIDERACIONES A UNA ALUSION, SOBRE POSIBLE VISITA A LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES CONVOCADOS EN VALENCIA DE DON JUAN
19 de Octubre de 2006
Reverendo Padre Fran:
Es cierto que comentamos, que la semana entrante debería desplazarme al Principado de Asturias para la realización de diversas gestiones y contactos familiares.
Es cierto que, en un momento de debilidad y confiado en su sagrado ministerio, le hice partícipe de mis sentimientos y anhelos, así como de las tentaciones, que como mortal tengo.
Es cierto que le expresé mi deseo de acercarme a visitarle, a Vd. y al resto de hermanos/as, en los ejercicios espirituales que han programado en Valencia de Don Juan, en la vecina provincia de León.
Es cierto que le dije, que mis obligaciones programadas, me iban impedir, cumplir ese deseo pero que la tentación, era tan grande, que a veces –incluso- había llegado a pensar, buscar un subterfugio justificativo para cancelar, recortar, etc. mi agenda y poder participar, en unión de los hermanos/as, que con gran sacrificio se desplazan y se ausentan de sus residencias habituales –cual peregrinación sagrada- y compartir algún momento, de los programados en los ejercicios espirituales citados.
Es cierto que dentro de esa –casi confesión- le llegue a proponer, que el mejor momento podría ser la frugal comida del sábado, en el refectorio conventual.
Pero debe recordar, Reverendo Padre, que de inmediato, recobré la cordura, el arrepentimiento y os solicité humildemente la absolución por haber tenido, pensamientos tan impuros.
Vd., Reverendo Padre, en todo momento, intentó, librarme de aquella angustia, aquella desazón tan intensa por haber sido débil y no consideró que había acción pecaminosa, alguna y que encontraba normal, que primara la oportunidad de estar –aunque fuera de visita- con todos nuestros hermanos/as, pues entendía, que era para mayor gloria de la causa.
Sabe bien, que me despedí de Vd. avergonzado por haber llegado a maquinar, una estrategia que incluía ¡señor, que vergüenza! incluso la mentira.
Sabe también, que comprendí perfectamente que Vd. entendía, con un punto de vista más humano y comprensivo, mi deseo de compartir, aunque fueran unas horas, vuestro retiro espiritual y conocer y honrar, a todos los hermanos/as, que sufriendo lo indecible, habían superado todos los obstáculos para participar en el acto comunitario y de profesión, de verdadera profesión de fe, en una forma de vida, diferente.
Pero recordará mi lucha interna, entre mis obligaciones ya programadas y el deseo de participar en un encuentro tan sublime.
Reverendo Padre, llevo algunas horas de profunda reflexión, sobre mi actitud. Estoy profundamente avergonzado y arrepentido por mi egoísmo pero Vd., con su actitud tan comprensiva y paternal, me ha abierto una ventana de esperanza y me ha hecho ver, que puede haber otra forma, más humana, de interpretar las cosas y que era también lícito, desear honrar a los hermanos/as, en su reunión comunitaria.
Gracias Padre Fran, seguiré meditando y el resultado de mi decisión, se lo haré saber con antelación suficiente.
Le ruego me tenga presente en sus oraciones para que reciba la fuerza necesaria y poder tomar la decisión correcta.
Con todo mi afecto y respeto.
Zeta.