Viaje por Alsacia y ruta romantica

124 Salimos del edificio principal y nos dirigimos al Monumento Internacional, una escultura gigante de famélicos cuerpos entrelazados y aterrorizados, cuyos cruces se asemejan al entramado de una alambrada. La obra, situada en el patio de revista, fue inaugurada el 8 de septiembre de 1968, tiene unos diez metros de largo por siete de alto y muestra con toda crueldad los sufrimientos y las muertes de los presos de Dachau. Su autor fue el escultor serbio Nandor Glid, el cual perdió a toda su familia en este campo. Un camino en zigzag entre dos muros de hormigón nos lleva a la escalofriante escultura. En el muro de la derecha hay una escultura de tres óvalos con los triángulos de colores que identificaban a los distintos tipos de presos. El grupo escultórico lo completan otros dos muros perpendiculares a la escultura. Uno con la inscripción escrita en francés, inglés, alemán y ruso: "Que el ejemplo de aquellos, que entre los años 1933 y 1945 en su lucha contra el Nacionalsocialismo perdieron aquí sus vidas, sirva a los vivos para defender la paz, la libertad y el respeto a la dignidad humana", y en el lado opuesto, y escrito en las mismas lenguas y en yiddish (una derivación que la lengua judía), otro con la sentencia: "Nunca jamás." Delante de éste último se encuentra, dentro de un bloque de granito, una urna con las cenizas de un prisionero político desconocido muerto en Dachau. La urna fue introducida en el bloque el 7 de mayo de 1967. (Campo de Concentración de Dachau. Monumento Internacional de Nandor Glid) Una ojeada alrededor del campo y podemos comprobar que escapar de Dachau era imposible. Unos metros de césped, un foso con agua, una valla electrificada de alambre de púas y al otro lado un muro eran suficiente barrera para que, desde las torres de vigilancia, los guardias de las SS dispararan ante el menor intento de fuga. A veces, si querían disfrazar de huida un asesinato, le quitaban el gorro a un prisionero y se lo tiraban al otro lado del césped. Enseguida lo amenazaban: "Vete a buscarlo o te disparo", le decían, sin dejarle otra elección. Los disparos sonaban igual apenas sobrepasaba la zona prohibida.

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