Viaje por Alsacia y ruta romantica

42 Y hablando de la Pequeña Venecia, es lo que más nos enamora de Colmar. Es un barrio que nos sumerge en su glorioso pasado rodeándonos de docenas de casas típicas pintadas de color pastel, y del río Lauch en cuya orilla los antiguos curtidores lavaban las pieles. Situarse sobre unos de los puentes que cruzan el canal y poder contemplar las hermosas casas que lo flanquean es algo que no os debéis perder si visitáis esta ciudad. Y si además os dais un paseo de una media hora canal arriba, canal abajo, en una de esas típicas barquitas y os hacéis a la idea que estáis en Venecia… miel sobre hojuelas. El gondolero no tiene el mismo encanto pero si se lo pides, te canta el “Venecia sin ti” de Charles Aznavour y hasta te lo crees. (Colmar. Barrio de la Pequeña Venecia) Ah, se nos olvidaba, Colmar también es la villa natal del escultor Frédéric Auguste Bartholdi, el autor de la estatua de la Libertad de Nueva York (a unos 3 km de Colmar, en la N83 dirección Estrasburgo, hay una réplica a pequeña escala de la misma), y como no podía ser de otro modo, no faltan obras suyas en algún que otro rincón de la ciudad. En diversas plazas se pueden apreciar sus esculturas, para nada comparables a la famosa estatua neoyorquina, dicho sea de paso. En la plaza de “L’Ancienne Douane” tenéis un bonito ejemplo, allí se encuentra la fuente y la estatua del comerciante Lazare de Schwendi. También existe un museo que lleva su nombre y al que no entramos por tener otras prioridades. Sorprendentemente, y a pesar de estar todo el día grisáceo y amenazando tormenta, no ha llovido, Colmar ha hecho honor a su fama, la de ser la ciudad más seca de Francia, con una precipitación anual digna del desierto de Almería. Con los paraguas en el bolso, retornamos a la autocaravana. Salimos del aparcamiento y en menos de 20 minutos nos presentamos en el área de autocaravanas de Kaysersberg.

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