Viaje por Alsacia y ruta romantica

53 Obernai Esta ciudad de casi 11.000 habitantes está incluida en la Ruta de los Vinos de Alsacia y posee una bien ganada fama por la cantidad de casas antiguas bien conservadas que embellecen sus calles. Entrar en Obernai es entrar en un pueblo vivo, despierto, animado, colorista… resumiendo: turístico cien por cien pero con una exquisita estética a la hora de conservar su patrimonio. Un patrimonio que puede contemplarse antes de llegar al pueblo, ya que en su entorno pueden verse restos de las murallas que en su día defendían a esta importante villa de los ataques tan habituales que sufría, restos de castillos y fortalezas donde vivían los señores potentados y una magnífica primera impresión de una ciudad en la que aun no hemos pisado, Así nos recibe Obernai. Esto promete. Llegamos al pueblo a las 17:00h y nos dirigimos directamente al Camping Municipal “Le Vallon de L’Ehn”. Está muy bien situado y muy bien señalizado desde que se coge la carretera de circunvalación de la villa. En la recepción, las dos Señoras que muy amablemente nos atienden hablan perfectamente español lo que simplifica las gestiones de la reserva. Tras situarnos en nuestra parcela, y coger los trastos de costumbre, salimos del camping a las 17:45h. El pueblo está a 15 minutos andando, y como es cuesta abajo, se hace más llevadero el trayecto. Ya veremos a la vuelta. Obernai ha sido importante desde muchos siglos atrás, no en vano estuvo en manos del Sacro Imperio Romano Germánico y fue de los obispos de Estrasburgo. También fue de los suecos, imperiales, franceses y de nuevo de los suecos y franceses. Perteneció a la Decápolis, asociación que agrupaba a las diez ciudades imperiales más importantes de Alsacia. A todo esto, también pasó a lo largo de su existencia por la Guerra de los Treinta Años y la Primera y Segunda Guerra Mundial. La anexión definitiva a Francia se produjo al final del siglo XVII. Resumiendo, Obernai, al igual que Alsacia, ha pasado por muchos “dueños” y por periodos de destrucción y deterioro más que considerables. Actualmente Obernai vive del turismo y del comercio, aunque esto último se lo debe en gran parte a la proximidad de la ciudad más importante de Alsacia: Estrasburgo. Una gran cantidad de restaurantes, pastelerías, tiendas de souvenir, locales donde venden botellas de vino alsaciano y tiendas con las típicas viandas de la región pueblan el centro de la villa. Es tal la cantidad de pastelerías y heladerías que hay en este pueblo que cuando pasas por delante, hueles ese “dulce aroma” y ves los escaparates poblados de tartas, pasteles y figuritas de chocolate que casi te entran ganas de llorar, vamos, que literalmente se te saltan las lágrimas. El dulce campa a sus anchas por todos los escaparates. Para mí, que soy un pecador empedernido cuando de dulces hablamos, es una tentación ver eso allí... ¡¡¡cuanto chocolate y cuanto helado!!! Y es que por aquí al chocolate lo tienen como los ribereños tenemos a San Fernando, es decir, y sin ser sacrílego, como al Santo Patrón. Lo veneran tanto que muy cerca de aquí, en Geispolsheim, está el Museo del chocolate. Y es que lo confieso, si me lo permiten, me haré cofrade de esta golosa hermandad alsaciana, al tiempo. Para evitar el mono de dulce nada mejor que acercarse a una de las múltiples Chocolatier & Pastiserie-Glacier que hay en el centro y comerse un helado típico alsaciano o un delicioso pastel de crema, ¿o no? Pues dicho y hecho. Para comenzar la visita al pueblo, y como cualquier turista que esté ansioso de calmar su deseo irreprimible de probar el dulce de por aquí, nos dirigimos a una bella y coqueta heladería y nos disponemos a saciar nuestro apetito goloso. Muy amablemente el joven encargado del lugar nos proporciona nuestro más preciado deseo: helado con dos bolas de chocolate para Inma y Javi y de frambuesa doble para mí. Delicioso y altamente recomendable. Una vez calmados nuestros irrefrenables deseos alimenticios, nos disponemos a ver la ciudad. Nos encontramos en la Place du Marché (Plaza del Mercado), el centro neurálgico de Obernai. El pueblo está en fiestas y la plaza está llena de mesas y bancos de madera para que los vecinos, sentados cómodamente, den buena cuenta de las salchichas, chuletones y demás viandas que los cocinillas de la villa están asando. Kilos de carne y litros de cerveza van a ser degustados por todos los aquí presentes. Las tradicionales y floreadas casas que rodean a esta plaza, le dan ese

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