Viaje por Alsacia y ruta romantica

7 Prólogo A la hora de relatar experiencias, se dice siempre que "los comienzos son difíciles", como una de esas verdades inescrutables de la vida. Me imagino que todo dependerá de la persona que se ponga a escribir, y en mi caso, más que difícil, es complicado; Dios no me llamó por la senda de la escritura. ¡Quién fuese capaz de poder explicar medianamente bien y con las palabras justas las vivencias de un viaje como este…! Para gente como Pepe Hermo o Toni de Ros, auténticos maestros en el arte del relato, la facilidad para hacernos partícipes de sus viajes es asombrosa, maravillosa, pura fantasía. Intentaré con este relato acercarme modestamente a esa forma que tienen ellos de llevarnos de la mano por palacios, catedrales, callejuelas y montañas. Haceros cómplices de este paseo por Europa es mi deseo. Veamos si lo conseguimos. Poder conservar la excitación y entusiasmo en todos los viajes es uno de mis principios. Debe ser por esto por lo que siempre busco en cada rincón esa imagen que recordar toda la vida. Una terraza donde tomar un helado, un jardín donde dar un paseo, un contraluz en un callejón olvidado, una tarde de lluvia cargada de nostalgia, una triste historia leída en un libro o una puesta de sol al borde de un lago son las imágenes y recuerdos que busco al viajar. Es difícil, a veces imposible, pero cuando se consiguen o se encuentran es extraordinario. ¿Quién no recuerda los bocatas de Nocilla de su infancia? ¿Y el primer beso a hurtadillas en el oscuro portal de su casa? Pues esto es igual. Con el pasar de los años se recuerdan siempre las vivencias y las anécdotas de nuestros viajes. Cuando viajo procuro desechar la teoría de una guindilla insertada en lugares poco deseados cuando visito algún lugar que no me gusta. Prefiero irme sin hacer ruido y sin dar explicaciones. Esto último lo digo por si notáis al leer que todo lo que visitamos nos gusta… es que lo que no nos gusta lo decimos con suavidad, sin estridencias… Es paradójico que, tras haber viajado por media Europa, algo de España y por los alrededores de Aranjuez… no conociese casi nada de Alemania, el país que me vio nacer. Al haber nacido allí siempre he tenido la necesidad de visitar un lugar del que conocía muy pocas cosas. En mi memoria de niño quedan en el recuerdo los seis meses que pasé en Langgöns entre noviembre del 73 y mayo del 74 cuando volví de nuevo a Alemania; por entonces sólo tenía siete años. De esta estancia recuerdo mucha nieve y mucho frío; el enorme caserón con un inmenso jardín donde vivían mis padres y las fiestas que organizaban los españoles los sábados por la noche en Wetzlar. Al son del “Porompompero” de Manolo Escobar empezaban los guateques y acababan cuando algún nostálgico ponía en el tocadiscos “El emigrante” de Juanito Valderrama. En ese momento a casi todos les daba por llorar; cosas de la distancia. Los viejos monólogos de Gila ponían el punto cachondo de la fiesta. Acabado Gila empezaban de nuevo los bailes al son de la inclasificable música de Luis Aguilé. “La Chatunga” sonaba una vez tras otra, era el hit de la velada. Y es que en Langgöns se respiraba hispanidad por los cuatro costados. Cientos de españoles y algún que otro portugués trabajaban allí desde principios de los años sesenta. Los asturianos y los andaluces se contaban por decenas. Al igual que mis padres, todos ellos formaban parte de los más de 600.000 españoles que dejaron España para encontrar trabajo en Alemania. De esta visita a Alemania, algo que me marcó de por vida fue el día de regreso a España, era el 15 de mayo de 1974, día de San Isidro, patrón de Madrid. Este fatídico día mi Atleti perdió la final de la Copa de Europa contra el Bayern de Munich, aquel gol de Luis Aragonés y aquella cantada de Reina…Desde entonces uno es sufridor de por vida, y a mucha honra. Estoy convencido de que algún día San Isidro enmendará aquella afrenta. En mi casa de Aranjuez siempre ha habido cosas alemanas. Además del niño de la casa nacido accidentalmente allí, siempre han estado en el mueble bar (y siguen estando) unas enormes jarras de cerveza con una decoración (podríamos decir) un poco extravagante para nuestros gustos (no

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