Viaje por Alsacia y ruta romantica

85 Comiéndonos un helado de frambuesa llegamos a la Marktplatz, una plaza rodeada de casas y palacios barrocos de los siglos XVII y XVIII. A pesar de su modestia, posiblemente sea una de las plazas más bellas de toda la Ruta Romántica. A un lado de la misma, aislado y solitario, está el viejo ayuntamiento (Rathaus) construido en 1564 y adornado con dos cubiertas de frontones escalonados. Enfrente, en el lado opuesto de la plaza, se encuentran los dos edificios más bellos de la ciudad, los gemelos de la Zwillingshaus. La casa de la derecha es en la actualidad la farmacia Schmelzers (Schmelzers Apotheke). Detrás de ésta se halla la Catedral de St. Johanes, una construcción gótica de 1270 en la que se encuentra la tumba del Gran Maestre Markuard von Eck. Para rematar la construcción de esta iglesia hubo de requisar los bienes de las mujeres que eran ajusticiadas por brujería en el siglo XVI en pleno proceso inquisitorial. Los Torquemadas alemanes también hacían de las suyas. Os recomendamos la visita de esta Catedral, es muy sencilla pero muy bonita. Justo en mitad de la plaza hay una fuente renacentista con la estatua del Gran Maestre de la Orden Teutónica Wolfgang Schutzbar, conocido popularmente por el sobrenombre de “Michling”. Este buen hombre fue el que nombró en 1526 a Bad Mergentheim como residencia de la Orden. Actualmente se encuentra en pleno proceso de restauración por lo que no se le puede ver en todo su esplendor, aun así, y a pesar de las reticencias del restaurador, conseguimos hacer nuestras fotos. (Bad Mergentheim. Marktplatz) El resto del pueblo es una sucesión de deliciosas casas de entramado con imágenes de Vírgenes en sus fachadas y blasones sobre sus puertas; de rincones llenos de encanto listos para ser pintados o fotografiados y posteriormente ser enmarcados en un cuadro; de callejuelas adoquinadas donde huele a tranquilidad y de edificios donde se guarda celosamente la historia de la ciudad. No desestiméis un paseo por sus calles ya que el casco histórico es muy pequeño y en menos de una hora puede verse en su totalidad. De regreso a la Burgstrasse paramos un momento para comprar unos deliciosos bombones de chocolate que hay en el escaparate de una pastelería. ¡Que vicio, Señor!

RkJQdWJsaXNoZXIy MTMxMjYy