Viaje por Alsacia y ruta romantica

90 Aprovechamos antes de cenar para leer un rato y escuchar un poco de música tranquilamente. Mientras, el sol comienza a desaparecer. La claridad luminosa del día da paso a la oscuridad más absoluta de la noche. Por aquí cuando es de noche, es de noche de verdad. La escasa iluminación del camping redunda aun más en el momento nostálgico que nos toca vivir. La música tiene la culpa. Mañana me pongo a John Von Jovi aunque no sea lo más apto para concentrarse en la lectura. A la vez que nosotros leemos cómodamente sentados en el salón de la autocaravana, nuestros vecinos italianos usan su más poderosa y destructiva arma contra el silencio: los gritos. Ellos, y sólo ellos, emplean su implacable imaginación en producir el único sonido estridente de la caída de la tarde. Tras la cena, y cuando todos menos yo han caído irremediablemente en los brazos de Morfeo, empiezo a escuchar el sonido agitado de las hojas y las ramas de los árboles. Amenaza tormenta y huele a lluvia. Mientras, aquí me encuentro yo, sentado en el sofá, leyendo los últimos párrafos de una guía de Rothenburg que hemos comprado esta mañana en Tauberbischofsheim y pensando en la felicidad que nos proporciona esta forma de viajar. Hacemos lo que deseamos, y eso es difícil. Dejo de leer y miro a los ojos cerrados de Inma, la persona a quien iba dedicado este pensamiento entreverado de emociones y contrastes inimaginables hace un par de años. Gracias a ella estoy hoy aquí. Nunca sabré agradecer sus esfuerzos. Por un momento me siento dueño del universo, es una anónima victoria de la felicidad y del placer. Con una serenidad inmensa me voy a la cama. Ya está bien por hoy. (Weikersheim. Marktplatz)

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