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22/02/09
Dormimos bien y tranquilos, y a las nueve y media estábamos en la
puerta esperando al guía, que por 10 euros nos enseñó la medina, cosa de
agradecer, porque si no es por él uno entra ahí y prácticamente no sale (es la
medina más grande del mundo con nueve mil calles).
Cogimos dos petit taxi para ir hasta allá. Es muy recomendable lo del
taxi, pues es muy barato, uno o dos euros y te mueves muy rapidamente. Los
petit taxi no llevan más de tres personas, aunque sean niños. Los grand taxi
pueden llevar hasta ocho personas y son unos mercedes viejos con unas
tapicerías y unos interiores impresionantes.
Lo de la medina es para verlo, calles y calles y callejones sin salida, y
unos estrechos y otros poco más anchos, unos con gente, otros vacíos. Amín,
nuestro guía nos la hizo recorrer muy deprisa, eso si, íbamos con la lengua
fuera, así es que a las 14.00 le dijimos que no necesitabamos más sus
servicios y se marchó tan contento, supongo que a ver si pillaba a otros
turistas para enseñarles la medina.
Decidimos irnos a nuestro siguiente destino, Meknes. Elegimos ir por
la carretera nacional en vez de la autopista y de camino decidimos parar a
comer. Lo hicimos en un área de servicio, sitio muy recomendable, pues no
sabemos si es porque es domingo, pero estaba lleno de gente comiendo. El
sitio era un restaurante, que fuera tenía unas parrillas de carbón y junto a
estas varias carnicerías. Tú eliges la pieza que quieres y ellos te la hacen en el
momento. Esto debe ser muy común por aquí, pues la carretera estaba llena
de estas áreas llenas de gente.
La carretera es buena, nada que ver con la de Chaouen a
Fez. Cuando llegamos preguntamos donde estaba el camping y nos indicaron
sin mayor problema. Llegamos al camping, que no era gran cosa, pero es el
único cercano al centro. Después de acomodarnos y descansar un poco
cogimos un grand taxi compartido con otros dos marroquíes y cuyo trayecto
hasta la medina nos costó 0.8 €, precios de risa.
Dimos una vuelta por la gran plaza, llena de restaurantes y después
echamos un vistazo a su mercado, el cual no os podeis perder por estar todo
expuesto de una forma espectacular. Pastelitos, aceitunas, especias, todo todo
todo colocado pieza por pieza como trabajo de chinos. Dignísimo de ver.
Volvimos al camping, donde dormimos de un tirón para al día siguiente ver la
medina.
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