Alemania y Praga, un viaje por el patrimonio de la humanidad

Viajes por Europa (IV parte). Alemania y Praga: Un viaje por el Patrimonio de la Humanidad 121 Por cierto, y antes de que se me olvide. Nada más pisar suelo checo hay que comprar la Vigneta para poder circular por las autopistas del país. No hacerlo supone una multa de padre y muy señor mío, y por aquí no se andan con pequeñeces. El aviso para comprar la pegatina está perfectamente indicado con grandes carteles y no hay posibilidad de no verlos, salvo que uno no los quiera ver, pero eso es otra historia, cada uno que valore correr sus riesgos. Nada más pasar la “frontera” apartaos a la derecha y veréis un enorme parking con camiones, autocaravanas, autobuses, coches… También veréis una caseta donde está el despacho de tickets/Vignetas. Allí, una amable señorita os dispensará la pegatina para pegarla en el parabrisas de la autocaravana. Se puede pagar en Coronas Checas o en Euros. Nosotros lo hacemos en Coronas para ir gastando las que traemos de España. El precio de la Vigneta para 7 días es de 225 Kč, al cambio unos 9€, pero también las hay para más tiempo. Antes de pegarla, hay que poner en un recuadro el número de la matrícula de nuestro vehículo, por lo que hay que llevar un bolígrafo a mano. Una vez hecho esto, ya podemos adherir la pegatina al cristal. Hecho esto, seguimos la marcha por la autopista que nos llevará a Praga, pero cuál es nuestra sorpresa que, a mitad de camino, la autopista se queda en un solo carril, y lo que era una maravillosa, solitaria y aburrida vía que nos traía de Dresden, se convierte en una transitada y entretenida carretera de tercera llena de curvas. Lo bueno es que no son más de 30 kilómetros, pero se hacen muy pesados por el gran tránsito de camiones, por su lentitud y porque prácticamente es imposible adelantar. Para que os hagáis una idea, en recorrer los 30 kilómetros tardamos casi tres cuartos de hora. Confiad en que cuando paséis vosotros por aquí, no tendréis la mala suerte que hemos tenido nosotros. A las 16:00h en punto entramos al Camping Sokol-Troja de Praga, sin perdernos, sin retrasos; el TomTom hace maravillas. Si hubiese que llegar a este recóndito lugar sin él, otro gallo hubiese cantado. Y la verdad es que nuestra intención no era alojarnos en este camping, si no en el que hay a escasos cincuenta metros antes, en el Auto-Camp Trojská, del que traemos muy buenas referencias. Para nuestra desgracia, está completo. Como también traemos las coordenadas del Sokol, a él entramos y en él encontramos acomodo. Sólo les quedan dos parcelas, por lo que hay poco donde elegir. Justo enfrente de la recepción, está una de ellas, y para no andar perdiendo mucho tiempo, allí nos metemos. Hay poca sombra pero no vamos a estar aquí durante el día. Damos una vuelta rápida para ver los servicios del camping, nos enchufamos a la red eléctrica, sacamos los billetes del tranvía en la propia recepción y junto a otra pareja de españoles nos damos un paseíto de unos diez minutos hasta llegar a la estación de tranvía Trojská. Y así comienza nuestra visita a Praga, subidos en el tranvía número 17 un sábado 15 de agosto de 2009, ¿nos acompañáis?

RkJQdWJsaXNoZXIy MTMxMjYy