Alemania y Praga, un viaje por el patrimonio de la humanidad

Viajes por Europa (IV parte). Alemania y Praga: Un viaje por el Patrimonio de la Humanidad 180 Lo cierto es que desde aquí, las vistas son las mejores de la ciudad, faltaría más, es el punto más elevado. Si además se desea ver el punto donde confluyen los tres ríos, se puede bajar hasta el Battalion Linde, un mirador desde el que se aprecia este caso único. Después de mucho preguntar, llegamos a la conclusión de que para ir al mirador hay que pagar los 5€ de la entrada total, aunque también cabe la posibilidad de que nosotros lo entendiésemos mal y el acceso fuese gratuito, el caso es que nos quedamos sin verlo. Media hora después de subir, decidimos bajar. Hace demasiado calor y aquí no hay mucho que ver. Igual que subimos, bajamos, sudando como pollos porque el minibús carece de aire acondicionado. Es, por tanto, muy recomendable echar mano de un abanico aunque sea de cartón. Se suda la gota gorda. Con los deberes hechos nos vamos a comer a un concurrido restaurante de la Rathausplatz. El menú, compuesto por las famosas Weisswurst, unas salchichas blancas de ternera que vienen acompañadas con mostaza dulce y el típico bretzel salado, nos sabe a gloria. Ya puestos a engrasar la maquinaria, también degustamos otro plato típico de la tierra como es el Schweinsbraten, que no deja de ser cerdo asado con bolitas de patata y col roja. Javi, por llevar la contraria, “oxida” su cuerpo con una ensalada y una especie de entrecot a la plancha. Creo que tiene más conocimiento que nosotros, definitivamente. Por menos de 40€ comemos los tres hasta decir basta. Cervezas, CocaColas, helados y cafés incluidos. El camarero, cuando le damos la propina, nos reverencia como si toda su vida hubiese sido muelle. Gracioso el jodío. Cogemos nuestras cámaras y nuestras guías y entre palabras y gestos de agradecimiento, nos desea un feliz viaje en un español ininteligible. Y eso es lo que estamos teniendo: un feliz viaje.

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