Alemania y Praga, un viaje por el patrimonio de la humanidad

Viajes por Europa (IV parte). Alemania y Praga: Un viaje por el Patrimonio de la Humanidad 28 La instalamos en nuestra autocaravana y… como no podía ser de otra manera, todo funciona a la perfección. Unas cervezas medio calentorras es nuestra forma de agradecer el favor que nos han hecho. Juan declina el ofrecimiento pero promete aceptarlo esta noche, cuando la cerveza esté más fría. Mañana cuando abran los centros comerciales compraremos una batería nueva y devolveremos a la familia española la suya. Se agradece un favor así, nos han arreglado el día. A todo esto, no os hemos dicho que, mientras montábamos la batería, el cielo se ha oscurecido de forma alarmante. Escuchamos truenos a lo lejos, señal de que la tormenta se aproxima. Y no tarda mucho en llegar. Primero las gruesas gotas y luego el viento huracanado. Luego el diluvio universal en versión 2.0 (el año pasado en Gengenbach fue la primera edición). Por fortuna, la nube de verano es corta y las consecuencias menos caóticas que en la versión anterior. Después de una reparadora siesta, la tarde mejora definitivamente. Aprovechamos la buena temperatura que se ha quedado y nos vamos a dar una vuelta por el centro histórico de Amboise. El paseo no tendría nada de especial si no fuese porque, al cruzar el puente sobre el Loira, el sol aparece tímidamente en su ocaso. El atardecer está comenzando e ilumina el Castillo y el río. Los rayos del sol se entrometen a través de las calles y Amboise repentinamente cambiar de color.

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