Alemania y Praga, un viaje por el patrimonio de la humanidad

Viajes por Europa (IV parte). Alemania y Praga: Un viaje por el Patrimonio de la Humanidad 46 La primera en la frente nos la llevamos cuando nos disponemos a ver una de las iglesias más grandes de la ciudad, la Sankt Lambertikirche. Imponente por fuera pero desconocida por dentro. Cuando llegamos está cerrada y tan sólo son las 14:30h. La explicación en forma de cartel está en alemán y, de momento, es un idioma que no dominamos. Para colmo, nadie por aquí habla español. Que quede claro que la ciudad de Münster no tiene culpa de mi desconocimiento de la lengua oficial del país que me vio nacer. Después del desencanto, pasamos a la Prinzipalmarkt, también uno de los mejores ejemplos intactos de cómo fue una plaza de mercado en los siglos XVI y XVII. Reconozco que puede ser así con otro estado de ánimo, y a fuerza de ser muy injusto, a mí no me llena, y eso es muy difícil de explicar. ¿Cómo explico que algo no me ha llenado? O te gusta o no te gusta, que le vamos a hacer… para mi es así de simple, es más, puede ser que yo sea así de simple, lo siento. La Dom, dedicada a San Pablo, es la mayor de la región. Prometo que de esta catedral sólo recuerdo un bello reloj astronómico. Lo vuelvo a reconocer, soy muy injusto. En lo que al Residenzschloss (Castillo) se refiere, está para no entrar. El montaje de unas gradas para un concurso de caballos impide ver su fachada y además está todo cortado, patas arriba… Andamios, camiones, furgonetas... en fin, imposible. No tenemos la menor duda que en otra visita a Alemania volveremos a Münster. Posiblemente con otro talante, con otra predisposición: con otros ojos, en definitiva. No hemos borrado de nuestro mapa personal esta ciudad de la que nos vamos con un sabor agridulce, volveremos para resarcirnos de una visita decepcionante, haremos esa excepción que nuestras reglas no escritas nos impiden por sistema: visitar una ciudad que ya hemos visto antes. Ya en la carretera, a medida que nos vamos aproximando a Hameln, mi ánimo va en aumento y empiezo a cambiar la expresión de mi cara. Veo la imagen de la típica Alemania, la de las casas de entramado, la de las calles adoquinadas, la que todos tenemos en mente. Lo que hemos visto en algunas fotos de Hameln es como cuando ves una película de náufragos en las que, además del Tom Hanks de turno, siempre hay una pequeña choza y 14 palmeras para tomar la sombra, es decir, lo típico. Y en este momento eso es lo que deseamos, la típica Alemania, simplemente.

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