Alemania y Praga, un viaje por el patrimonio de la humanidad

Viajes por Europa (IV parte). Alemania y Praga: Un viaje por el Patrimonio de la Humanidad 68 Junto a mí, Javi, tumbado e indolente, busca el frescor vespertino a través de la ventana trasera; mientras, el ventilador del aire acondicionado de la autocaravana de nuestros vecinos ronronea sin cesar. A través de la ventana del salón, se oye el trinar de las golondrinas de regreso a sus nidos y también un trueno lejano, tan lejano que parece perdido en el escenario. Es un momento perfecto. Cuando a las 22:00h nos sentamos a cenar, la mesa parece más una vuelta de la vendimia que una cena de vacaciones. El cansancio se apodera de nosotros. Un poco de fruta fresca y un vaso de leche fría es lo único que apetece ingerir. A las 22:50h ya es noche cerrada en Wolfenbüttel. A estas horas el cansancio es muy pesado, los párpados caen a media asta y el deseo de abandonarnos nos va poseyendo. A estas horas de la noche, la hora bruja, la hora en que todos nuestros músculos se relajan haciéndonos sentir lejanos y livianos, los deseos nos invaden y los tan queridos anhelos ganan terreno en nuestra fábrica de sueños. Sueño con fotografías que algún día existirán, textos que se escriben en la imaginación y ese deseo de abandono que aumenta minuto a minuto. Saciado de felicidad, pongo fin a la lucha e inicio el juego del sueño, de los felices sueños. Hasta mañana.

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