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El poeta Gerardo Diego, la llamó “la ciudad de las iglesias blancas y gangorinas”, edificios
conventuales e imponentes palacios con portadas y miradores, dibujan un escenario hecho a la
medida de espíritus sensibles.
Entre ellos el palacio de Nájera, con su patio de columnas, que representa el sosiego típico de
una mansión señorial andaluza. Ahora convertido en Museo Municipal en el se puede admirar el
magnifico bronce romano del “Efebo de Antequera”
Las calles de Antequera invitan a dejarse llevar pausadamente para
sumergirse en el ambiente acogedor de una de las ciudades más
completas y vitales del interior de Andalucía en contraste con las
sorpresas que aguardan al otro lado de sus puertas: los dólmenes de
Menga, que fueron cámaras funerarias de caudillos prehistóricos, o los
caprichos naturales de la Sierra del Torcal.
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