Vuelta a casa, porque me duele el pie de la caída de hace unos días y Enrique coje su
caña y se va a echar una pesquerita para distraerse
Me encanta estar en Estambul, me gustaría quedarme aquí, pero para envejecer y morir
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Día 4
Hoy hemos estado en Taksim, no hemos subido a la torre Galata porque lo hemos hecho
en otras ocasiones, montados en el tranvía que atraviesa la calle principal, cerca del
mercado de las flores, la vuelta a pie comprando varios regalos y bajando y subiendo
por esas cuestas que te recuerda La pasión turca de Gala.
Hemos llegado andando hasta el puente Galata y de ahí por Eminonu por la acera de la
Universidad, cruzar y seguir callejeando donde no hay turismo, donde los sonidos de
Estambul adquieren otra dimensión lejos del Gran bazar o de Sultanhamed ,donde se
respiran las leyendas de aquel fascinante Estambul, que coincide con el florecimiento de
la cultura helénica y el establecimiento de las polis, así Byzas un griego de la región de
Corinto, buscó una nueva ciudad estado ,para ello fue a consultar el oráculo de Delfos,
este le respondió que” debía a aposentarse frente a la tierra de los ciegos” el pobre
Byzas, no entendió ni una palabra de la enigmática respuesta, montado en su barco y
como ocurre en toda leyenda que se precie ,se desencadenó una tormenta que lo llevó a
un lugar donde había una bahía y un puerto natural, se dice que el mayor puerto natural
del mundo, y allí al lado, en la parte asiática vieron un pequeño pueblecito, el actual
Kadikoy, allí se dio cuenta Byzas de lo dicho por el oráculo, los habitantes del otro lado
del cuerno de oro tuvieron que estar ciegos para no establecer su ciudad aquí.
Comemos en un restaurante al lado de unos maños donde ambos somos estafados en
precio
