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mercado para turistas rodeado, y que te cobran unos rublos al
entrar, solo a los no nacionales, pero antes de continuar he de
hacer referencia a la honradez de los rusos. Al bajarnos del
metro nos montamos en una especie de microbús, que lleva al
mercadillo, Enrique olvida su mochila, al regresar da la casualidad
que es el mismo microbús, el conductor se dirige a Enrique y le
devuelve la mochila, no comentarios.
En los alrededores hay hangares, varias decenas, llenos de
mongoles que venden de todo, al decir de todo hay de todo, pero
de todo, todo, desde pulseras de plástico a abrigos de visón
auténticos, un verdadero poblado para comprar, cuando regresé a
España me arrepentí de no comprar un visón, salían
aproximadamente unos 2.000 euros, aquí puede valer ese tipo de
visón entre 6.000 y 8.000 euros, pero el patronee de la prenda no
era impecable, pero se podía llevar a una peletería de cualquier
sitio y lo reformarían, y con arreglo serian unos 3.000 euros ¡un
chollo! Nos perdimos al salir de lo grande que era. El Mercadillo
turístico tenía todo aquello que puede entusiasmar a un turista,
Matriuskas, gorros y uniformes falsificados de la antigua época
comunista, colgantes, cajas de música, iconos, y trajes regionales,
compré uno para mi nieta que me hizo más ilusión que si llevara el
visón.
Con muchísima pena nos fuimos pronto porque se había
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