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de plástico y muchísimos camareros y cocineros reponiendo
fuentes y bandejas, me pareció que había más empleados que
comensales. Las bebidas se pagaban aparte, pero no pude
conseguir Coca-cola Light.
Después fuimos a pasear por las calles céntricas,
contemplando los horribles edificios estalinistas, parecidos a la
antigua telefónica de Madrid, edificios faraónicos feos y
descuidados, Moscú no tiene la belleza y cuidados de San Peter.
La calle Arbat, peatonal, me sorprendió por tener un entorno
del más burgués, tiendas de souvenir y chiringuitos en mitad de la
calle tipo hippie, pero los artículos del año de Mary Castaña, algún
chiringuito de souvenir típicas matriuskas, gorras y medallas.
Objetos en plástico de la época comunista.
Las papeleras eran cubos de zinc, de los que había cuando yo
era pequeña, abollados y sucios, la calle tenía las baldosas rotas y
sucia, sucísima, una decepción mayúscula.
El tiempo se pone lluvioso y al regresar los italianos se han
marchado, pero habían llegado Pepi y Juan los chavales catalanes
con los que contactamos por el foro y que eran un encanto. Caímos
redondos de cansancio, ni cenamos, la noche bastante lluviosa y
empecé a pasar frío, poco a poco las noches blancas habían
desaparecido y el horario de luz se normalizaba, llevábamos tres
horas de diferencia con España.
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